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Basurde Xiao Long

SÁBADO 20 DE MARZO: Shanghai – Munich – Barcelona – Sabadell

SÁBADO 20 DE MARZO: Shanghai – Munich – Barcelona – Sabadell

 

El viaje comenzaba bien. Quedamos en el aeropuerto, y después de hacer el check-in con los estudiantes me fui a la sala V.I.P. del aeropuerto, a cenar y a beber algo gratis, ya que la otra profesora tenía la tarjeta oro de viajero frecuente con una compañía aérea, y admitían a un acompañante. Nunca había estado en ninguna de estas salas, y no se si es bueno o malo haberla visitado. Disfruté de la experiencia, pero ahora cada vez que esté en un aeropuerto tirado en una concurrida sala de espera recordaré que hay gente cómodamente sentada en un lounge cercano, privando por la cara mientras esperan al avión.

 

El vuelo de Shanghai a Munich tuvo sus ups and downs, nunca mejor dicho. Encontramos una bolsa de aire y el avión cayó unos metros, haciendo que dos de nuestros alumnos golpearan sus cabezas con el techo de la aeronave. Uno incluso perdió las gafas, y en Munich tuvo que comprar otras porque no veía nada el pobre –incidencia 1-.

 

El vuelo de Munich a Barcelona transcurrió sin novedad. Cuando bajamos del avión les pedimos los pasaportes a los estudiantes. Una chica se acordó entonces de que lo había dejado en el bolsillo del asiento del avión, y tuvo que volver una azafata a buscarlo –incidencia 2-.

 

En el aeropuerto coincidimos con los jugadores del Sevilla, que llegaban a Barcelona para jugar contra el Espanyol. Pasaron al lado nuestro pero yo no reconocí ni a uno, eso es lo que sé de fútbol. Un estudiante sabía más ¨ese es Negredo, jugó en el Madrid, ese es Navas, Kanouté…¨.

 

En el parking y al lado de su autobús nos estaba esperando el nuestro que nos llevó al restaurante donde teníamos la comida: Fresc-Co, en la plaza Duc de Medinacelli, muy cerca de la estatua de Colón. Buen sitio para llevar a 18 estudiantes, ya que había espacio y era buffet. Uno de los momias puso la cartera en la bandeja, como si estuviera en la cafetería del colegio. Más tarde se dio cuenta de que había volado –incidencia 3-.

 

Después de comer hicimos dos grupos, para satisfacer las demandas de los estudiantes. Unos se fueron a ver el museo Picasso y el museo del chocolate, y yo me llevé al resto a la playa y a dar una vuelta por las Ramblas. Pese a que puede parecer más cultural la primera opción creo que lo fue más la segunda, ya que mis pupilos aprendieron las tradiciones del país: aprendieron a beber en porrón –sin alcohol- e interactuaron en una manifestación de vecinos que se quejaban por la subida del precio de los alquileres en el barrio :-)

 

 

Nos juntamos los dos grupos, y rumbo a Sabadell, donde nos alojábamos. La razón es simple. Los estudiantes se alojan con familias españolas. Siendo Barcelona una ciudad tan grande es difícil encontrar familias que estén cerca, y esto si es posible en una urbe más pequeña.

 

Distribuimos a los chavales con sus anfitriones, y al hotel Arrahona donde nos quedamos los profesores. 

 

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