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Basurde Xiao Long

EAGLE magazine – November 4, 2010

Artículo aparecido en la revista de la escuela el pasado 4 de noviembre de 2010, sobre el viaje de Habitat a Mongolia.

 

Lo reproduzco aquí porque el artículo está escrito por uno de los estudiantes, y está bien leer su versión.

 

El próximo sábado 20 de noviembre otra vez voy a participar en uno de estos proyectos de Habitat, pero esta vez en Pinghu, un pueblo a una hora y media de Shanghai. Ya tengo ganas de un poco de acción, porque ves que los beneficios de tu trabajo físico son inmediatos :)

 

Aquí podéis leer en artículo del chaval en inglés (on-line):

http://www.eagleonline.org/?p=2717

 

Y aquí lo traduzco yo al castellano:

 

ESTUDIANTES CONSTRUYEN CASAS CAPACES DE COMBATIR EL CRUDO INVIERNO MONGOL.

Por Jeong Tae Bang, estudiante de grado 11.

 

Mirando por la ventana del avión Mongolia apareció ante mis ojos. Una árida llanura de hierba amarilla y seca, y cuando salí del aeropuerto internacional de Ulan Bator fui recibido por ráfagas de viento que se añadían a ese paisaje desolador. Aunque estaba esperando vivir una experiencia que mereciera la pena, mi primera impresión de Mongolia empaño mi entusiamo inicial.

 

Sin embargo, durante el transcurso de la semana, lentamente me di cuenta de que mi primera impresión fue erronea. Nuestro viaje se confirmó como una experiencia memorable.

 

Tan pronto llegamos a nuestro lugar de trabajo, vimos las viviendas improvisadas de las familias mongolas. Las casas sin duda no ofrecían un aislamiento adecuado para el duro invierno mongol –llamado Jot- y las familias vivían en condiciones muy precarias. Cuando vi las casas de Habitat pendientes de construirse, mi entusiasmo inicial regresó y nos pusimos inmediatamente a trabajar. El paisaje árido y el polvoriento viento ya no importaba. Lo que verdaderamente importaba era que teníamos la tarea de ayudar a estas familias, para que pudieran ver satisfechas sus necesidades básicas de un refugio apropiado.

 

Durante los siguientes días, vimos nuestro esfuerzo colectivo poco a poco dar sus frutos. Nos lo pasamos muy bien trabajando duro en las casas, jugando con los niños de las familias, y disfrutando de la vista de un cielo mongol inmaculado mientras tomabamos descansos para estirar los músculos. Les dimos a las familias de las afueras de Ulan Bator nuestro trabajo físico, pero a cambio nos dieron la inolvidable oportunidad de apreciar de verdad las cosas que damos por sentadas en Shanghai, y el sentido de servir.

 

Por supuesto no pasamos todo el tiempo en el lugar de trabajo. No hubiera sido una experiencia tan memorable de no haber sido por los increibles miembros del grupo. Nos lo pasamos de maravilla. Nuestro viaje tampoco habría tenido tanto éxito de no haber contado con la supervisión de nuestros monitores, Tom Horton y Javier Castro. Y por supuesto, no podemos olvidar a nuestro amigo de Mongolia BB, el traductor. Gracias a todos por haber hecho de este viaje una experiencia tan fantástica. 

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