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Basurde Xiao Long

Libros: ¨Con la miel en los labios¨ -Esther Tusquets-

Libros: ¨Con la miel en los labios¨ -Esther Tusquets-

Esta novela transcurre en Barcelona durante los últimos años del franquismo. Un grupo de jóvenes con tendencias de izquierdas se reune todos los días en la cafetería de la universidad a discutir temas, principalmente políticos. Todo transcurría más o menos de forma rutinaria hasta que hizo su aparición en escena una de las protagonistas del libro –Andrea-, que mantendría una pasional relación amorosa con una miembro de la tertulia –Inés-.

 

A partir de ahí nada nuevo en literatura, pero sí escrito de una forma diferente. Es la vieja historia de las relaciones de amor, donde uno siempre es el que está más pillado y el otro el que está agusto con la relación pero sin alcanzar el nivel de la pareja. Donde la posibilidad de expectivas más altas desencadenaría en problemas. Relaciones en las que la pasión puede hacer que todo funcione pero una vez desaparecida esta –en una de las dos partes- se va todo al garete.

 

Y la pasión está claro que desaparece. Nos lo recuerda bien claro Sabina en una de sus canciones que es una de mis favoritas.

 

-MENTIRAS PIADOSAS-

 

Cuando le dije que la pasión por definición no puede durar

como iba yo a saber que ella se iba a echar a llorar.

No seas absurdo, me regañó, esa explicación nadie te la pidió

así que guardatela, me pone enferma tanta sinceridad.

 

Y así fue como aprendí que en historias de dos conviene a veces mentir

que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor.

 

Yo le quería decir que el azar se parece al deseo

que un beso es sólo un asalto y la cama es un ring de boxeo,

que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan

se marchitan cuando las toca la sucia rutina.

 

Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera

contarle que el universo era más ancho que sus caderas.

Le dibujaba un mundo real no una color de rosa,

pero ella prefería escuchar mentiras piadosas.

 

Y las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan

se marchitan cuando las toca la sucia rutina.

 

Y cuando por la quinta cerveza le hablé de esa chica

que me hizo perder la cabeza estalló,

vas a callarte de una vez por favor.

 

Y así fue como aprendí que en historias de dos conviene a veces mentir

que ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor.

 

Me gusta cómo está escrito el libro y por eso estoy contento de haberlo leído. Muchos fragmentos suenan como poesía escrita en forma de prosa. Un ejemplo es éste que podéis leer a continuación. Las dos chicas están sentadas a la mesa de un restaurante. Una de ellas propone irse a vivir juntas a lo que la otra no accede. La primera lanza el órdago del todo o nada y tras recibir la respuesta que no deseaba oír se marcha del restaurante:

 

¨Y Andrea ha estallado en sollozos –la mirada extraviada, los ojos apretados-, se ha levantado bruscamente y ha salido corriendo del local, tal vez con la secreta esperanza de que Inés la retenga, le suplique que no se marche así, de que la siga. Pero Inés, tal vez sólo porque el gesto de Andrea la ha tomado de sorpresa y no le ha dado tiempo a reaccionar, o porque detesta con toda el alma las escenas melodramáticas, y si se producen en público peor, y está seriamente enojada, o porque teme que, caso de ceder ante este tipo de chantajes, se le iba a escapar la situación de entre las manos, no se ha levantado de la mesa, no ha despegado los labios, se ha limitado a indicar al camarero que le traiga la cuenta, a pagarla con tranquilidad, y sale por fin a la calle cuando Andrea debe de andar ya lejos de allí, avanzando Dios sabe en qué dirección, y cuando es ya inútil tratar de darle alcance. De modo que se recrimina Inés por haberla enojado, sin ella quererlo, tanto, por no haber acertado a exponer la situación con mayor suavidad –aunque le consta que no hay suavidades que valgan en situaciones como ésta-, por no haber reaccionado luego más aprisa y haberle impedido escapar. Y se encamina hacia el hotel, no muy distante, porque no cabe ya hacer otra cosa, ni se le ocurre otro lugar en el que Andrea pueda haberse refugiado y donde sea más probable encontrarla, y se esfuerza sin mucho éxito en avanzar despacio –como lo hiciera Andrea en Palma cuando iba a buscarla al archivo-, se esfuerza por gozar del magnífico espectáculo que ofrece la orilla izquierda del Sena, en esta tarde dorada y festiva de principios de julio, con chiquillos de todas las edades que disfrutan con entusiamo de sus vacaciones, muy distante aún el agobio de regresar a las aulas; con parejas, también de casi todas las edades, que caminan abrazadas, apoyados el uno en el otro, boca contra boca, deteniéndose a cada paso y sin poner siquiera atención en donde pisan; con músicos ambulantes que tocan, con mayor o menor fortuna (Inés se detiene a escucharlos a todos), la armónica, el acordeón, la flauta, el violín incluso; con titiriteros que hacen piruetas y juegos malabares; con vendedores callejeros, en su mayor parte marroquíes y latinoamericanos, que ofrecen, los primeros, réplicas de bolsos, foulards y relojes de marcas caras, y, los segundos, objetos imaginativos y fantásticos, como unos pájaros que, sin mecanismo ninguno, trazan una amplia curva mágina en el cielo radiante (Inés compra uno grande, azul intenso el cuerpo y con las alas de oro), piezas de artesanía, juguetes viejos, collares, coronas y pulseras fosforescentes, que brillarán, en cuanto anochezca, en la oscuridad. Avanza, pues, Inés tan despacio como se lo permiten su impaciencia y su ansiedad –deteniéndose en casi todos los tenderetes, examinando con fingido interés libros viejos, láminas del siglo pasado, y sin ver en realidad nada de lo que tiene entre sus manos torpes y antes sus ciegos ojos, tan absorta en su problema personal como absortos están en sí mismos los enamorados que caminan abrazados, o los niños embebidos en sus juegos- con la secreta intención de darle más tiempo a Andrea, para que llegue al hotel antes que ella y existan mayores posibilidades de encontrarla en la habitación, o en el bar, o sentada en el salón de la pajarera de aves tropicales, sorbiendo una Coca-Cola o una taza de té.

 

Pero la llave está en conserjería, no hay nadie a esa hora en el bar, y únicamente tres ancianas están tomando su té y comiendo sus pastas delante de la pajarería […]¨

 

¿No podría perfectamente ser esto declamado en un recital de poesía?

 

Sin embargo el tema me pilla ya de vuelta y es una importante razón por la que podría haber prescindido de su lectura. Lamentablemente a estas alturas y por experiencias pasadas me he vuelto un poco insensible, lo cual no deja de bastante ser triste.

 

 

En uno de los capítulos Andrea invita a Inés a ver en su casa una proyección de la película ¨El acorazado Potemkin¨. Esto me trajo buenos recuerdos de mis primeros meses en Madrid. No conocía en la capital a nadie así que para pasar el tiempo empecé a ir algunos domingos a las reuniones que un grupo anarquista mantenía en un local de Malasaña. Uno de aquellos domingos otoñales se proyecto esta película tras lo cual hubo una tertulia. ¡Qué tiempos!

 

 

No viene a cuento del libro pero viene a cuento de la historia de España. El sábado en una estación de metro de Shanghái encontré por casualidad la película ¨23-F¨, sobre el intento de golpe de estado en 1981. Es interesante para conocer un poco más lo que ocurrió aquella noche de febrero hace ya 30 años. Es una versión de lo sucedido pero lo que de verdad pasó en aquellas cruciales horas puede que no se sepa nunca.

 

 

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