Viaje a Yemen: Del 17 al 20 de Octubre de 2007
Esta tarde acabo de llegar de Sana’a, la capital de Yemen. ES UN PAÍS ABSOLUTAMENTE ALUCINANTE, y solo puedo decir buenas cosas sobre sus gentes, cultura, paisajes, hospitalidad, tradiciones, arquitectura, comida, bailes, … LO RECOMIENDO AL 100%. Es el trigésimo noveno país que visito. A estas alturas, muchas veces vienes de un país nuevo indiferente. Es el caso de Omán donde estuve hace una semana. Ves muchas cosas distintas a tu cultura que ya has vivido y no te llaman la atención. Pero no puedo decir lo mismo de Yemen, tanto a Txema como a mi nos ha enganchado desde el primer momento.
Si mencionas Yemen en España a la gente inmediatamente le viene a la cabeza el atentado contra turistas españoles del pasado mes de Julio, en el que murieron 8 compatriotas y dos guías yemeníes. La Web de la embajada española recomienda no viajar. Es un país que tiene 20 millones de personas y 50 millones de armas, centros de entrenamiento de Al-Qaeda en la frontera norte con Arabia Saudita, todo el mundo se pasea con un cuchillo tradicional al cinto, hubo guerras civiles entre el norte y el sur, en las zonas rurales ves gente paseando con Kalasnikovs al hombro, y en bodas y fiestas tradicionales se dedican a lanzar ráfagas al aire, etc. etc. etc. Si eres el típico “avestruz” que no va más allá de lo que te cuentan las noticias y los topicazos, probablemente nunca te atrevas a visitar este precioso territorio –ni probablemente muchos otros-. Tú te lo pierdes. “Vas lleno de miedo, buscando las esquinas. La gente te mira, tú bajas los ojos. No sales de casa, algo te puede pasar. Que te merienden, es tan terrible vivir, y estás asustao, porque eres un albardao”. Ja, ja, L.P.R. ;-)
En mi caso tengo la suerte de vivir muy cerca de Yemen –en la península arábiga- y de estar en contacto con gente que ha viajado bastante. Me empezó a interesar Yemen el ano pasado a raíz de un artículo que leí sobre el consumo de qat. Posteriormente en el número de Agosto de la revista “What’s on Dubai”, en un cuarto de página de la sección de viajes encontré otra pequeña referencia. A partir de ahí empecé a investigar un poco y me empecé a dar cuenta de que era un país muy interesante. En Dubai tenemos rascacielos para aburrir -de hecho el más alto del mundo está aquí- pero en Yemen tienen también edificios de una altura impresionante. Con la diferencia de tener mas de mil anos y de estar hechos de piedra y barro. Dándole vueltas al tema contacté con tres colegas que conocían el lugar in-situ, uno de turismo y otros dos que habían vivido allí. Hablando con ellos me dijeron que no lo dudara un segundo, que me olvidara de todo lo que se decía y que me fuera para allá, porque el país merecía mucho la pena.
Sobre viajes la mejor información suele ser la que recibes de primera mano y dándome ellos el OK me puse a ello. Estuve leyendo bastante en Internet, decidiendo los sitios a los que quería ir y a los que no quería ir –por no considerarlos muy seguros-, y me puse en contacto con una agencia de viajes local. Uno de los sitios que les propuse que nos incluyeran en el tour era Shaharah, que tiene un puente de piedra precioso del siglo XVII. Pero me contestaron diciendo que estaba cerrado a los turistas desde el atentado de Julio.
Os cuento a continuación la crónica, día a día. Espero que os anime a visitar esta maravilla de país.
MIÉRCOLES 17 DE OCTUBRE – SANA’A
A las 7 de la mañana cogemos el vuelo Dubai–Sana’a. Dos horitas y cuarto volando y aparecemos en la capital de Yemen. Mi colegio había estado cerrado por vacaciones así que no pude entrar al e-mail para confirmar con la agencia de viajes que aceptábamos su presupuesto, y que íbamos a llegar ese día. Por ese motivo, no sabía si alguien nos estaría esperando o no en el aeropuerto.
Supongo que en el aeródromo de Sana’a aterrizan vuelos civiles y militares también, ya que se veían un montón de helicópteros y aviones del ejercito. Cambiamos dinero, hacemos el visado, tramites oportunos, salimos, y ahí no nos está esperando nadie. Nos tomamos un café y cogemos un taxi hasta el hotel acordado. Buscando en Internet encontré un bonito hotel en la parte vieja que me llamó la atención -Taj Talha Hotel- así que le dije al de la agencia de viajes que fuera ese en el que nos alojáramos. www.taj-talha-hotel.com.ye Llegamos y el de la recepción, Abdullah, nos confirma que tenemos ahí la reserva. Llama al de la agencia de viajes y propone encontrarse con nosotros por la tarde, a eso de las cuatro. Bien, parece que las cosas van saliendo bien! ;-)
El hotel está en Old Sana’a, la parte vieja de la capital. Es patrimonio de la humanidad y lleva habitada 2.500 anos. Tiene 103 mezquitas construidas antes del siglo XIV. Estoy acostumbrado a vacilar a los yankees con su historia –muy reciente-, pero ante estos datos me tengo que quitar el sombrero. Ya no puedo decir eso de que la iglesia de mi pueblo es más vieja que tu país ;-) Subimos a la terraza del hotel y alucinamos con las vistas, ciertamente impresionantes. Nos damos un paseo y entramos a comer a un restaurante local. Por ahora sólo nos fiamos del pollo, ja, ja. Seguimos caminando caminando y llegamos por casualidad a Bab Al-Yemen, una de las 7 puertas de la ciudad vieja. Ahí nos tomamos un té y nos separamos. Txema toma un taxi para echar una pequeña siesta y yo, bastante perdido, me dedico a callejear buscando de nuevo el hotel, disfrutando de la calle.
Antes de encontrarlo me topo con nuestro agente de viajes. Me pide los pasaportes para ir a la policía turística y pedir unos permisos que necesitamos para viajar al día siguiente. Nos dice que por la tarde vendrá un guía a enseñarnos la ciudad. Primeran!
El guía que viene es un chaval joven, de 21 anos, llamado Abdulasiz. Nos lleva a ver el Museo Nacional y posteriormente el Museo Militar. Se hace de noche y nos lleva de vuelta a Bab Al-Yemen, enseñandonos un truco que no habíamos visto esa tarde: se puede subir a la puerta amurallada. Disfrutamos de la vista y bajamos a la plaza. Allá nos ponemos a jugar a fútbol con unos críos, pero nos cansamos pronto de que nos vacilen, somos unos paquetes ;-) La próxima parada es el hotel Burj Al Salam –www.burjalsalam.com-, un bonito hotel de 4 estrellas. La vista nocturna de la ciudad vieja, desde arriba, es elegante. Hora de cenar y Abdulasiz nos saca de la ciudad vieja a un restaurante que le gusta. Me pide que elija un pescado, lo limpian enfrente de mí, lo cocinan y pa’dentro. Se me ocurre meterme en la boca uno de los pimientos picantes… y paso un cuarto de hora malo, soplando, llorando y bebiendo agua ;-) Vuelta al hotel. Txema, previsor, saca un par de cubanos de la maleta y nos los fumamos en la terraza, haciendo confidencias.
JUEVES 18 DE OCTUBRE : SANA’A – WADI DHAR (Rock Place) – THULA – HABABA – SHIBAM – KAWKABAN – MANAKHA.
Bajamos a desayunar y un guía nos está esperando a las ocho para sacarnos de excursión. Se llama Hameed y es un tío majísimo.
El primer destino es Wadi Dhar, a unos 14 kilómetros al noroeste de Sana’a. Allí se encuentra Dar al-Hajar. Hasta 1962 existían en Yemen imanes, algo así como reyes que gobernaban los territorios. Dar al-Hajar es un impresionante palacio sobre una roca, residencia de verano de uno de estos imanes. Data de 1786 y en cierto modo me recuerda un poco al castillo de Frías. Por dentro es espectacular. En los alrededores hay plantaciones de qat, y explico lo que es eso. El qat es una planta que mastica por las tardes la mayoría de la población yemení. Mascar qat es una actividad social para ellos, pero también un serio problema económico, social y de salud. Aunque el qat en si no es dañino, si que es altamente adictivo. Algunos adultos se llegan a gastar el 30% de sus ingresos en esta planta, y pueden pasar fácilmente cuatro horas por la tarde haciendo poco más que mascar esas hojas. Tres cuartas partes de la tierra fértil de Yemen se usa para su cultivo, en lugar de para otras plantaciones que les den de comer. Leí el ano pasado sobre esto en el reportaje de un periódico local y tenía ganas de probarlo. Dicen que te da energía, que luego no puedes dormir, que relaja un montón la mente… no sé, si todo el mundo en Yemen lo toma tiene que ser algo bueno. A la salida del palacio pasamos por un mercado de qat. Le digo al guía que me gustaría probarlo. Da la vuelta, aparca el Land Cruiser y vamos al mercado. Me explica que el que venden ahí es bueno, y compramos para esa tarde.
Nuestro siguiente destino es Thula. Nos deja el guía que demos una vuelta y enseguida aparecen dos yemeníes para enseñarnos el pueblo. Por supuesto gratis, eso dicen, aunque luego hay que darles propina. Nos muestran la estrella de David en muchas vidrieras y en algunas puertas. Nos cuentan que los judíos convivieron con los musulmanes en Yemen hasta los 50s, en los que la mayoría emigraron a Israel. Curioso. Como no, en un momento dado pasamos por una calle y nos abren sus tiendas para que compremos algo. Somos duros de roer y nos vamos sin dejar un riyal. Sí les damos una propinilla. Estos pueblos suelen estar amurallados, con una o dos puertas. Pasamos por una de las puertas y sacamos unas fotos con unos chavalillos.
Nos encontramos con el guía y nos lleva a Hababa. Es otro pueblo tradicional con un enorme estanque artificial dentro, para recoger el agua que les llega. Las altas casas de piedra se reflejan en él creando una bonita postal.
De ahí vamos a Shibam. Dando un paseo unos niños se nos ofrecen de guías. Hablan solo árabe pero con senas nos van indicando aquí y allá. Piedras talladas en lo que parece… ¿griego? Llegamos a una mezquita, una de las más viejas en Yemen. No nos atrevemos a entrar pero aparece un adulto que nos invita a pasar, y nos la enseña. Todo con gestos ya que tampoco habla inglés. Hay gente dentro rezando y hablando pero no parece importarles nuestra presencia. Al salir de Shibam nos cruzamos con un montón de gente que está celebrando una boda, cantando y bailando. Tanto en Dar al-Hajar como en Thula hemos visto a grupos bailando danzas tradicionales con motivo del Eid. Muchos llevan kalasnikovs al hombro. Paran el coche y nos invitan a comer con ellos. El guía les dice que ya tenemos reservas hechas en otro sitio, pero ellos insisten, son muy hospitalarios. Le pregunto al chofer a ver si me puedo bajar a tomar unas fotos. Me dice que claro. Me apeo y uno de los que porta un kalasnikov me lleva ante el novio. Le doy la enhorabuena y nos sacamos unas fotos. Ja, ja, somos la sensación. En un momento dado estoy rodeado de dos tíos armados y me pasan a mi otra herramienta bélica para una foto guapa. Ley de Murphy, al ir Txema a sacar la foto se acaba la batería. Ja, ja, hubiera sido una instantanea guapísima.
Ah, importante. Esta gente lleva el kalasnikov como nosotros llevamos boina, como objeto decorativo. Vamos, que no pasas ningún miedo, no lo llevan porque estén en guerra o porque estén dispuestos a usarlo. Lo llevan porque es parte de su cultura, sin más. Difícil de explicar, pero fácil de entender viéndolo allí. En las ciudades están prohibidos –con buen criterio-, sólo se ven en áreas rurales.
Montamos en el coche. Le preguntamos a Hameed a ver si él también lleva y nos dice que claro. Pero que está escondido en el 4X4 ya que tiene el permiso caducado. Ja, ja. Almorzamos en Shibam con comida tradicional. Hameed se dedica a lavar las hojas de qat para poder mascarlas luego.
Otra vez en ruta, a Kawkaban. Este pueblo está en la cima de una montaña. Todos los pueblos me impresionan por tener casas tan altas… ¡hechas de piedra! Breve visita ya que Hameed nos insta a reemprender la marcha porque no quiere llegar de noche a Manakha, donde vamos a dormir. Son las tres menos cuarto de la tarde y dice que es una buena hora para empezar a mascar qat. Me enseña como hacerlo y empiezo el proceso que cada tarde reúne a millones de yemeníes. Hasta Manakha tenemos más de dos horas. Por el camino pasamos por las faldas de una montana, Djabal Al-Nabi Shoaib. Es la más alta de la península arábiga con 3.666 metros. Pocos kilómetros antes de nuestro destino la niebla se agarra a las protuberancias montañosas. Se empieza a ver muy poco pero afortunadamente llegamos al hotel antes de que la conducción presente serios problemas. Estamos a unos 95 kilómetros de Sana’a y hemos pasado tres controles militares para llegar hasta aquí. Parábamos, pedían el permiso, y ya estaba.
En ruta hemos visto a unos cuantos con armas. Lo dicho anteriormente, son reales pero tienen la función de objeto decorativo ;-) Nada de que preocuparse. También la mayoría de la gente que veíamos desde el coche tenía una gran bola en uno de sus carrillos: estaban mascando qat.
El hotel donde nos alojamos tiene muy buen ambiente. Lo regenta la familia Al-Agel. Subimos al último piso donde los locales están mascando qat. Me ofrecen unas ramas que por supuesto acepto al haber acabado las mías en el coche. Cenamos a las 8. Para esa hora llevo ya cinco horas mascando qat, tengo una buena pelota en el carrillo izquierdo y sin embargo no me ha hecho ningún efecto. No siento nada especial y eso que he seguido el proceso a rajatabla. Lo escupo, me enjuago la boca y a cenar, más comida yemení que no conocía y me encanta. Tomamos el té y empiezan a tocar música en directo con danzas tradicionales. Estamos en ese hotel nosotros, una pareja de franceses, tres italianos, otra pareja que no se de donde son y luego otros tres o cuatro. Más los locales. Mientras bailan aplaudimos y el ambiente es muy bueno. Empiezan a invitarnos a salir con ellos. Yo paso de bailes, soy un seta, pero Txema se pega una paliza buena ante la mirada atónita de nuestro guía, ja, ja. Se echó unas buenas risas viendo a Txema en acción.
Hora de ir a sobar. Me apetece dar un paseo y le pregunto al guía a ver si me puedo escapar a dar un rute. Me dice que está la puerta cerrada, que no va a haber nada por ahí, así que me voy al cuarto. Leemos un poco, apagamos la luz, y con los ojos cerrados empezamos a oír tiros. Joder Txema, eso parecen tiros, ¿no? Abrimos los ojos y desde la ventana se ven fuegos artificiales. “No, son fuegos artificiales”. Pero las luces terminan y las ráfagas siguen sonando, quedándonos bastante claro que son tiros. No tenemos ningún miedo ya que el guía nos ha explicado que en bodas y así disparan tiros al aire, y acompañado de fuegos artificiales, pues no parece que haya mucho de que preocuparse. En mi caso estoy más lejos de la ventana que Txema, con lo cual incluso menos ;-)
VIERNES 19 DE OCTUBRE: MANAKHA – AL HOTEIB – HUDIEDA – SANA’A
Nos despertamos y subimos a desayunar en la terraza. Comentando con el guía los disparos nos dice que era una boda. Que estaban acompañando a la novia desde la casa de sus padres hasta su nueva casa, y de ahí las ráfagas. Que pensó en levantarnos para ir a verlo, pero al ver la luz apagada en nuestro cuarto dedujo que estábamos durmiendo. ¡Qué pena!
Recogemos los bártulos, los metemos en el coche y visitamos Al-Hajjarah. Es un pueblito del siglo XI en la cima de una montaña. Es curioso apreciar de nuevo que en su tiempo hubo existencia judía. El barrio de arriba era musulmán y el de abajo, fuera de la muralla, judío, hasta que en los 50’s emigraron a Israel.
Montamos en el Toyota y a Al-Hoteib. Es lugar de peregrinación para los seguidores de la secta Ismail. La mezquita está en lo alto de una roca y hay que subir un montón de escaleras de piedra para llegar a ella. En plan San Juan de Gastelugatxe. Vamos con otro guía diferente, Ahmed Al-Agel, con el que haremos una ruta de senderismo con final en Manakha. El líder impone un ritmo bestial. En dos meses irá a España para trabajar en Alicante en un restaurante. Un chaval de 24 anos muy simpático, pero que nos lleva a un ritmo endiablado. Vamos pasando con facilidad a otros turistas que hacen el mismo trek. Txema va haciendo la goma y mentando mientras a algún familiar de Ahmed. En el camino pasamos por un par de pueblos guapos. Pequeños, y con casas abandonadas. Solo viven ahora allí cuatro o cinco familias en cada uno de ellos. El paisaje es maravilloso. Estamos a unos tres mil metros, respirando aire puro y disfrutando de un salto en el tiempo. Pasamos por unos campos de lo que parece trigo. Están cosechando a mano, no tienen ningún tipo de maquinaria. Ves racimos de espigas amontonadas, ¡el curro que tiene que llevar eso!. En uno de los pueblos Ahmed nos señala una figura de madera colgada de un tejado. Representa a un tío con un kalasnikov ;-) En algunas casas cuelgan de la pared otro símbolo, un amuleto para espantar culebras.
Llegamos a Manakhah después de un paseo de unas dos horas y media. Pasamos por la parte vieja y el guía nos señala más símbolos judíos en puertas del mercado. A nuestro hotel ha llegado un grupo de unos 20 turistas franceses, de unos 50 anos. Así que el que todavía crea que es un destino peligroso que se apunte ese dato. Comemos y rumbo a Sana’a.
Ya en la capital nuestro querido conductor nos lleva a ver el palacio real y una mezquita nueva que están haciendo, la mezquita del presidente. Es enorme. Por fin llegamos a nuestro destino. Nos despedimos de Hameed que nos ha tratado fenomenal. Es una pasada de guía, su inglés es muy bueno y es un libro de ciencia. Hemos congeniado muy bien. Él se lo ha pasado de miedo con nosotros y nosotros hemos aprendido un montón con él. Así que decidimos darle una propina más que generosa, pero sin lugar a dudas merecida por su excelente trabajo.
Estábamos baldados y nos fuimos a echar la siesta. Estando vegetando en la habitación nos avisaron de que nuestro guía había vuelto a traernos el jersey que había dejado olvidado. ¡Qué majo! Además le habíamos comentado que queríamos comprar algunas cosas y se ofreció a venir con nosotros a mirarlas. Yendo con él todo era más fácil: él regateaba todo, sabía donde ir, conocía a la gente… una gozada. Nos llevó a cenar a un sitio de kebabs y ahora sí, nos despedimos. Una parte importantísima del buen recuerdo que nos llevamos del país es gracias a él. Nos dijo que nunca había estado con turistas dentro de la ciudad vieja en su tiempo libre, pero que le habíamos caído bien.
En la cafetería del hotel pedimos Txema y yo un par de tés, nos metemos un par de cubanos y a la piltra.
SÁBADO 20 DE OCTUBRE DE 2007: SANA’A – DUBAI
A las 7 a.m. bajamos a desayunar y a las 7:30 nos viene un coche a recoger para llevarnos al aeropuerto. Trámites aduaneros, partidas de Tetris en el avión y vuelta a casa, con pocas ganas de volver a trabajar.
He metido una chapa impresionante y me quedo con la sensación de no reflejar bien lo maravilloso que es este país y su gente. Me quedo corto. Tenéis que ir y verlo. ¡Os garantizo que nos arrepentiréis!
1 comentario
Txema -
Sitio para visitar antes de que se corra la voz.Y si es en la mejor de las companias, miel sobre hojuelas.Un gusto.