¡Qué relax
los últimos días en el pueblo! Porque los primeros, la verdad, es que de relax nada.
El jueves pasado empezaba mi retiro anual en San Martín, el pueblo de mis abuelos donde mis padres tienen una casa preciosa. Rodeado de montañas, un lugar idílico donde afortunadamente mi móvil no tiene cobertura. Perfecto para desaparecer unos días.
No el jueves, que tuvimos allá una chuletada. Nos juntamos 7, Duri, Mon, Jose Mari, el Negro, Natxo, Aitor Kortazar y un servidor. Aitor se volvió por la noche pero los demás se quedaron a dormir. Buena comida y vino, unos cubatas, un paseo por el pueblo, tertulia y nada más. Con poco se disfruta. Antes de que llegara el grueso del pelotón, y como me había dejado la llave de casa en Vitoria –upsss-, nos fuimos José Mari, Aitor y yo a dar una vuelta por Frías. Pueblo al que puedes ir 500 veces y nunca te cansas de ver.
Si el jueves por la mañana me tocó comprar ¨el papeo¨, el viernes por la mañana tocó fregar todo J ¡Qué no fue poco! Y el viernes también empezaron las fiestas del pueblo. Ya lo cantaba este grupo de Barcina: ¨en el pueblo encontrarás más paz que en la gran ciudad, y aunque no lo creas, ¡tanto vicio o más!¨. Resultado: el viernes se me hicieron las 6:30 a.m., y el sábado las 7:30 a.m., uppsss.
Me desperté el sábado justo a la hora de comer. Mis padres habían invitado a otras 6 parejas de su grupo a una chuletada en casa, así que de perlas. El jueves me quedó un muy buen sabor de boca de nuestra barbacoa, pero los viejos son los viejos y te das cuenta de que todavía estamos en otra liga en cuanto a organizar estas cosas se refiere. Chapeaú por la barbaqueu de los veteranos J Al final partida de mus y estaban nones, 7 hombres. Así que me reclutaron para el campeonato. Mi pareja y yo dimos para el pelo a las otras tres parejas, invictos. Llevaba tiempo sin tocar las cartas, pero el que tuvo retuvo.
Con este buen feeling me apunté al campeonato del pueblo, con mi padre de pareja, el domingo. Sin embargo topamos con dos huesos y nos dieron p´al pelo. Terminó pronto mi estado de gracia.
Natalia y Fernando, mi cuñado, vinieron ese fin de semana. Con la particularidad de que aparecieron… ¡con un quad para dejar allá! J ¡De lujo! En cuanto arreglen los papeles a ver si lo cojo para darme unas vueltillas.
También apareció mi primo Edu con Elisa e Iratí, y mi tía Maite. Así que nos juntamos unos cuantos para comer también el domingo. El sábado hubo sardinada y morcillada popular en la plaza del pueblo… así que tres días comiendo, durmiendo, en la tzona y jugando a mus.
El lunes dimos un golpe de timón a esa mala vida. Quedé con mi primo Edu a las 8 para subir al Cueto, un monte de unos mil cuatrocientos metros que está en la sierra de Arcena, entre Álava y Burgos. Vino con otro colega suyo, Juan, muy majo. En teoría no tiene pérdida, pero logramos perdernos. Acabamos en La Mota, un monte que había yo subido con mi padre desde Sobrón. No sé ni como llegamos, porque el sendero estaba completamente cerrado. Almuerzo en la campa de Muena, con una buena botella de vino, y a atacar el Cueto. Sin problemas. El problema vino en la bajada. Decidimos tomar un camino que decía ¨Senda del Ebro¨. Pero perdimos la senda y nos perdimos nosotros. Primero por un hayedo guapo, luego por un bosque bastante cerrado. Resultado: Tras más de 8 horas de andar llegamos de vuelta al pueblo.
El martes y el miércoles si que han sido lo que se esperaba: relax total. Paseos, lectura, tour en la tele, disfrutar de la tranquilidad, del pino del jardín de casa, de no oír ningún coche ni cruzarte con nadie… ¡de la paz! Estoy convencido de que el pueblo es para mi, más que vivir en una ciudad. Pero así son las cosas, y me piro a una urbe donde cohabitan 14 millones de individuos. Shit!
Ahora acabo de volver a Gasteiz, y esta noche ya tenemos cena en el Arotz para empezar bien la víspera de Santiago. Viene Fons de Madrid, así que ¡habrá que mantenerle despierto hasta altas horas! J Próximamente más info, take care!
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