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Basurde Xiao Long

Vacaciones en San Martin de Don: Sierra de Árcena – 1 y 2 de julio de 2009

Vacaciones en San Martin de Don: Sierra de Árcena – 1 y 2 de julio de 2009

San Martín de Don – Cueto – Mota – San Zadornil – Villafría – Herrán – Promediano – Raneda – San Martín de Don

El miércoles abandoné Gasteiz para irme una semana a San Martín de Don, el pueblo. Y cuando digo pueblo es pueblo, ya que en invierno viven menos de 20 personas, contando las monjas que hay en el convento de clausura. Se encuentra en un paraje privilegiado, en el Valle de Tobalina, rodeado de un lado por los Montes Obarenes, y por el otro por la Sierra de Árcena. Ni Internet ni cobertura en el móvil, yeah! ☺

Después de pasar un año en una ciudad de 18 millones de habitantes, como es Shanghai, venirte aqui y disfrutar de la paz y de la naturaleza era lo que más me apetecía.

Salí hacia el monte a las 18:30, agua, papeo, mochila, el saco y la esterilla, y a dormir al Cueto, una cumbre de 1.345 metros. Tenía intención de llevar la tienda de campaña, pero al ir a cogerla me acordé de que el año anterior se la había dejado a Oña, así que tocaba dormir al raso. Miré al cielo antes de salir y se veían algunas nubes negras, de tormenta, de las que pueden pasar fácilmente de largo. Paré en el Santo a disfrutar de las vistas, y por el empinado atajo que va desde la piscina del monte hasta la charca donde éste termina me cayeron unas gotas. Afortunadamente por ahi se iba protegido y apenas me mojé. Tengo que preguntar como se llama ese término, porque hay unas buenas campas pero no conozco el nombre –descubierto, ¨campa del espinal¨-. Allá me encontré con los caballos de Oña, que al verme huyeron despavoridos, para luego irse acercando poco a poco, hasta tomarse la confianza de empezar a dar coces a mi mochila para intentar conseguir llevarse a la boca las viandas que allá llevaba. Un poco más de camino e hice cima. Hasta entonces no habia tenido cobertura en el movil, pero allá me saltaron algunos mensajes. Uno de ellos de mi padre, preguntándome si habia llovido por allá, ya que en Gasteiz habia caido una granizada de espanto. Luego hablando con Leire, una amiga, me di cuenta de que la cosa había sido bastante grave. Yo me había ido de Vitoria sobre las 5, y por lo visto empezó a granizar poco después.

Como no tenía tienda empecé a buscar el sitio donde dormir. Podía o bien refugiarme entre árboles más cerca del repetidor, o dormir al descubierto en la campa, esperando no mojarme ni helarme de frio. Me decanté por la segunda opción, ya que los motivos que me llevan a dormir al raso en lugar de en mi camita es disfrutar del cielo estrellado. Durante la noche estuvo bastante nublado, y de hecho cayó un poco de xirimiri que me hizo pensar en moverme de sitio. Pero aguanté bien, despertándome sin querer aproximadamente cada dos horas, encontrándome cada vez con una luna brillante, una noche clara, las fácilmente reconocibles Osa Mayor y Menor, y el brochazo blanco de la vía lactea.

 A las 8 recogí los bártulos y rumbo a La Mota, otra cima de 1.319 metros. Para ello tenía que bajar a las campas de Muena, y a partir de ahí… seguir mi intuición, porque si hay camino no lo conozco. Y con mi intuición coroné un peñasco desde el cual se veía, a lo lejos, el buzón de La Mota. Con un gran cortado de separación entre donde yo me encontraba y donde quería llegar. Vuelta para abajo, otra subida, y aparecí esta vez en un peñasco intermedio, dejando a mi izquierda mi posición inicial, y a la derecha el punto de destino. Por fin, a la tercera llegó la vencida.

Coronar La Mota por esa vía sin saber el camino –que creo que no existe- tiene mérito, porque se trata de un bosque super cerrado, donde en muchos sitios no tienes entre ramas ni la distancia entre hombro y hombro. Tienes que empujar primero la mochila, y luego apartar ramas para pasar tú. Hay momentos en que llegas a agobiarte, porque estás completamente rodeado de árboles y arbustos de boj, teniendo que caminar agachado y sin poder evitar el pensamiento de que si algo te pasara allá… sería difícil salir. Pero sabiendo también que siempre puedes tirar hacia abajo, y que el camino se iría abriendo a bosques de pinos más claros. El año pasado subí a esta misma cima con mi primo Edu y Luis, un colega suyo, y las pasamos canutas.

La Mota estaba cubierta de niebla, dejando muy poca visibilidad. Los cortados a ambos lados actuaban como chimeneas, haciendo que esta ascendiera con rapidez. Tanto en El Cueto como en La Mota había pintadas de ¨Gora E.T.A.¨. Supongo que el tontolaba que las pintó pensó que merecía la pena sacrificar la bella estampa que desde ambas cumbres se divisan.

De la Mota hacía el lado de Sobrón hay un sendero muy empinado que te baja sin mayores complicaciones hacia un frondoso hayedo, y de ahí a una campa donde me comí el almuerzo. Quise compartir parte de el con dos vacas que allá pastaban, pero para mi sorpresa despreciaron el pan que intenté darles de la mano.

En este punto tenía que tomar una decision. Tirar hacia Sobrón, subir al Humión y domir por ahí, o dirigir mi ruta hacia el Valle de Valdegobía. La idea original era la primera, pero al despertarme por la mañana y ver los Montes Obarenes completamente cubiertos de niebla, y estar sin tienda de campaña me decantó por la segunda opción.

Cogí unas pistas forestales, una vez más siguiendo mi intución, intentando ir siempre al oeste. Tomé un par de pistas marcadas como BTT11 y BTT9 (rutas de mountain bike), y llegué a San Zadornil. Durante esa parte del trayecto se cumplió mi deseo de ver jabalíes ☺ Mientras iba caminando se cruzo un bicho naranja por delante mío, como a unos 15 metros. Como muy bien no veo de lejos me quedé pensando si sería un zorro o un rayón. Cuando llegué a esa altura, me salí un poco del camino, para ver si lo volvía a ver. Entoncés un jabalí negro gruñó, escapando, y detrás dos jabatos narajas ☺ Estuve intentando seguirles un poco, con la cámara preparada, pero ya no los volví a ver.

Aparte de caballos, vacas, jabalíes, águilas y un montón de aves, vi un par de topos y un lagarto pequeño, pero estos muertos en la carretera :-(

Mi intención para esa noche era dormir en Ribera, que es un pueblo abandonado, y en caso de lluvias siempre habría algún lugar donde refugiarse. Camino de San Zadornil a Villafría paré a comer y a echar una siesta de una horita, y en Villafría me encontré con un grupo de Boy Scouts. Le pregunté a los monitores a ver si sabían la ruta a Ribera, porque iba a dormir allá, y me dijeron que ellos también iban a dormir allá. Así que mi gozo en un pozo, y plan descartado. Seguí hacia Ribera, y me encontré un cruce de caminos. Hacia un lado indicaba Ribera a 2.5 kilómetros, hacia el otro El Chorro a 1.1 kilómetros. Me sorprendió que no apareciera Herrán, pero yo estaba convencido de que esa última era la dirección. Así que la tomé. En algún momento perdí el sendero, y me encontré con una pendiente de grava más parecida a una pared vertical que a una cuesta empinada. Me quedé en un tramo en que ya no podía retroceder, solo ir hacia adelante, y la verdad es que me acojoné un poco. Y os explico por qué.

Como os digo, el desnivel era increible. De hecho se podía bajar, pero hubiera sido bastante dificil subir por ahí. Era una cuesta de grava, y lo que yo hacía era bajar de culo, resbalando, frenando con los pies. Había tramos en los que haciendo esto no hubiera podido frenar, así que tenía que ir agarrado a arbustos laterales. Así, bajando de culo y provocando una avalancha de piedras en cada movimiento conseguí ir bajando metro a metro. La mochila era un estorbo grande, y pensé en coger la pasta y las llaves y tirarla por ahí para recogerla abajo. De tanto rozar con las piedras al final los pantalones dijeron basta, y se rompieron. Apoyado en un arbusto abrí la mochila, saqué un par de calzoncillos que llevaba de repuesto, y me los puse por encima, porque ya os digo, era como ir esquiando, pero con el culo por las piedras. Después de una larga bajada –en tiempo y en distancia- llegué al camino que conocía, con la diferencia de que me había saltado el desfiladero del Purón, tomando ese desvío. Llegué a Herrán con intención de tomarme una cerveza, pero allá no había nada abierto. Así que seguí a Promediano, Raneda, dejé Plágaro a la izquierda y llegué a San Martín a las 7:30 p.m., después de casi 12 horas de marcha y con los pantalones rotos. Desde Herrán a San Martín hay un camino de parcelaria que pasando por Plágaro llega casi directo. Sin embargo sin querer tomé un camino no solo más largo, sino que en momentos me vi obligado a cruzar por campos cultivados porque se acababan en piezas.

Cansado pero muy satisfecho me pegué un baño y a dormir. ¡Qué maravilla de valle y de naturaleza!

2 comentarios

Duri -

javi, ¿Quién es el de la camiseta roja con gafas?

Natxo -

Ostia el de la foto y tú sóis clavaditos!