Ayer falleció mi abuela Jose :-( D.E.P.
¨A Shanghai este año me han llegado noticias de un invierno muy frío en Vitoria. Mi madre me ha enviado fotos de la residencia de las hermanitas completamente cubierta de nieve, y he leído en Internet que los temporales se han ido sucediendo uno tras otro.
Son muchos los recuerdos que me vienen a la cabeza en el funeral de mi abuela, y pese a las bajas temperaturas que sufrís por alla, el recuerdo más fuerte es de calor. Su piso en Eulogio Serdán era un tercero sin ascensor y con cocina de carbón, como las de antes. Todos los años venía el carbonero a llenar el camarote y a traer tacos para el fuego. Yo iba con frecuencia a su casa para hacer astillas de las cajas de madera que encontraba por el camino y gracias a ello pudimos compartir bastante tiempo.
Es curioso lo que es la memoria. Recuerdo los radiadores eléctricos, las bolsas de agua caliente en la cama y especialmente la chapa de la cocina, pero ahora no recuerdo haber pasado nunca frío de ningún tipo en aquella casa.
Llama también la atención experimentar como el cerebro nos trae recuerdos anteriores a través de olores y situaciones. Cuando ahora paseo por la calle en Shanghai y veo a chinos vendiendo castañas asadas, mis pensamientos vuelan 10.000 kilómetros y traen imágenes de mi abuela preparándolas en la chapa, ya que sabía cuánto me gustaban.
Asocio la marcha de mi abuela al fin de una época. La calefacción eléctrica en ese piso fue sustituida por el gas y finalmente se instaló un ascensor. Sin embargo es imposible reemplazar la fascinación por ese fuego y los momentos de afecto vividos por unos nietos y su abuela al calor de aquella chapa.
Pese a las fotos de la residencia nevada este mismo invierno, me viene a la cabeza la palabra calor por los cuidados y atenciones que ha recibido de las monjas en las hermanitas. Y pienso también en calor cuando recuerdo el excelente trabajo de las auxiliares, nunca limitándose a simplemente hacer su trabajo, sino haciéndolo de una manera humana, con gran cariño y sentido del humor. No ha podido estar mejor atendida en sus últimos años y todos los familiares solo tenemos palabras de agradecimiento y reconocimiento por ello.
Siempre que alguien se va pensamos en las cosas que dejamos de decir o que no hicimos. Una de las cosas que hecho de menos es no haber prestado más atención cuando me hablaba de La Puebla o de los tiempos de su marido en México. La foto de su esposo Javier presidió siempre su dormitorio, tanto en su casa como en la residencia. Ayer, treinta y cinco años después se volvieron a encontrar y eso es motivo de alegría. También estará con su nieto Xabi al que tanto quería.
De la abuela Jose me queda un recuerdo entrañable. Son éstos momentos de tristeza para todos, pero entendemos que está en un lugar mejor. Ella ha disfrutado de sus nietos como nosotros hemos disfrutado de la abuela, y con eso nos tenemos que quedar. Mirar hacia el futuro y gozar de la alegría de ver crecer a sus biznietos, Paula, Ander y Aize por ahora, a los que algún día les hablaremos con cariño de una bisabuela suya que era modista y nos hacía arreglillos.
¡Un beso abuela, y buen viaje!¨
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MAría -