DOMINGO 23 DE MARZO: LAHORE (PAKISTÁN)
Estuve dándole vueltas a lo de quedarme en Pakistán e ir hacia Peshawar, desde donde tengo el avión de vuelta, o cruzar la frontera y seguir mi viaje por la India. La familia de la alumna en Pakistán me recomendó no ir a Pakistán. Dijeron que está demasiado cerca de Afganistán, y la guerra siempre salpica. Mi idea de ir a las montanas tampoco parece muy buena, ya que existen tribus fuera del control del gobierno paquistaní –tienen como fueros-, que no son nada hospitalarias con los visitantes. Vamos, que no somos bienvenidos. Después de ver tanto segurata armado, tanta poli, hablar con el boxeador sonado, y ver las caras –no muy amigables- en el bus de vuelta de Wagah, decido investigar la opción India.
Leo en mi guía que hay un autobús que va a Delhi, directo. Sale de un hotel que se llama Faletti’s. Me acerco allí a preguntar y unos soldados me dicen que el hotel está cerrado hace tiempo, que pregunte en el Holiday Inn. Voy, saludo al guarda armado y pregunto en la recepción. Me dicen de donde sale, me llaman a un taxi y allá me dirijo. Preguntando me dicen que hay que reservarlo con un montón de antelación, tres o cuatro días.
En el Holiday Inn había una librería, pero no encontré ninguna guía de India. Por el Mall también entré en tres o cuatro librerías, e imposible encontrar la Lonely Planet. Lo cual es un poco rollo, ya que iría a India a ciegas. Me olvido de todo eso por un rato y voy a hacer turismo.
MINAR-I-PAKISTÁN
Me dirijo a Iqbal Park, un parque que a esa hora y siendo un domingo registra un montón de actividad. Por el camino veo un montón de profesiones sorprendentes: barberos en la calle, tíos con calculadoras en las esquinas –serían cambistas?-, tíos con básculas para pesarte… vaya forma de ganarse la vida, con una báscula!
En el parque hay un montón de familias, cometas, gente jugando a criket, vendedores, muy buen ambiente. También hay un montón de gente pidiendo, en el parquet y en los semáforos. Me dirijo a Minar-i-Pakistán. Es un minarete de unos 60 metros de altura que conmemora la firma de una resolución en ese lugar que pavimentaría el camino para la fundación de Pakistán. Dice la guía que se puede subir y hay unas buenas vistas de Lahore, pero lo están restaurando y no se puede.
Un tío musulmán, con su gorro, barbas y su camisón me viene a hablar. Me cuenta que es profesor de niños, y después de una breve introducción se me pone a dar la chapa sobre Alah y las maravillas de este mundo. Otro pesado. Después de un rato digo que me piro.com, y me alejo. Me siento en un banco a leer, y aparece otra vez el mismo con su tema religioso. Estoy por decirle que si me habla de tías guay, pero si no que se largue, pero me corto. Que cierto es lo que dijo el pensador alemán: “La religión es el opio del pueblo”.
LAHORE FORT
Al lado del parque, cruzando una carretera, se encuentra el Fuerte Lahore. Fue construido, dañado, demolido, reconstruido y restaurando varias veces, hasta que el Emperador Akbar le dio la forma que ahora tiene, en 1566. Akbar fue un gobernante del Imperio Mogol desde 1556 hasta 1605, y fue considerado como el mayor de los emperadores mogoles. La palabra “mogol” es una derivación indo-aria de la palabra “Mongol”. Este pueblo estuvo en el subcontinente indio desde 1526, cuando derrotaron en Delhi al último de los sultanes, hasta 1857 cuando el Imperio Británico terminó con su poder.
Al llegar me encuentro con una maraña de guías ofreciéndome sus servicios. Seguro que sus explicaciones son muy interesantes, pero con la guía que llevo y con los letreros informativos, bastante buenos, me basta. Dentro es enorme. Continuamente me estoy cruzando con un grupo de boy-scouts que no hacen más que hacerme preguntas. En una de las estancias más solitarias un par de chavalillos que rondan por ahí me ofrecen una bolsa de marihuana. Les digo que no y se me descojonan ;-)
BADSHAHI MOSQUE
Salgo del fuerte, y justo enfrente está la mezquita Badshahi. Es una de las mayores mezquitas del mundo, se dice que su patio puede albergar a unas 100.000 personas. En los escasos 100 metros que hay entre el fuerte y la mezquita me siento un rato a leer. Me vienen dos chapas, que claramente son guías, pese a que me cuentan que son estudiantes, o están también de turismo. Dios, como cuesta quitárselos de en medio.
Esta mezquita saltó al panorama internacional en 1991. Mullahs de la sección más dura protestaron porque consideraron que la falda que la difunta princesa Diana llevaba durante su visita a este lugar sagrado era demasiado corta. No les gusto que el director de la mezquita permitiera entrar a una no-musulmana a ciertas estancias, y que le regalará una copia del Corán. El caso termino en la corte, y el juez lo resolvió pidiendo que no le hicieran perder el tiempo. Good call! ;-)
En esta mezquita hay un museo interesante, ya que puedes encontrar un montón de reliquias del Profeta Mahoma (p.b.u.h.) y de otros ilustres. Señalar pelo de Mahoma, una túnica que llevaba, un bastón, … en fin Serafín!
Dentro de la mezquita un honorable anciano de barba blanca me pide que le siga. Le doblo en altura y le cuadriplico en peso así que le sigo con tranquilidad. Me lleva a un pasillo estrecho y me pide que me siente en un lado. El se sienta en otro, y empieza a hablar en susurros que llegan a mis oídos amplificados. Interesante. Después vamos a una bóveda. Me pide que ponga mi cabeza en una esquina, él la pone en la opuesta. Habla muy bajo y está lejos pero consigo oírle y entenderle bastante bien. El sonido se debe transmitir a través de uno de los nervios de la bóveda. Me estaba el tío enseñando esto por amor al arte? Por supuesto que no, al final me pide dinero. Le doy 50 rupias (un dólar) y el viejo me pide 100. Ok, leave me alone!
Dando vueltas me doy cuenta de que la mezquita es la que aparece en la portada de Lonely Planet. Uno de las chapas que me dio la soba fuera se me vuelve a acercar. Me dice que quiere ser mi amigo, que pocholo. Lárgate julai!
Salgo de la mezquita, camino un poco y por una de las 13 puertas –yo creo que Sheranwala- entro a la ciudad vieja. La idea es perderse, y es lo que hago. Doy vueltas y más vueltas, y finalmente acabo en una puerta que está entre el fuerte y la mezquita, y que no había visto anteriormente. Cansado de callejear le digo a un tío con un motocarro que me lleve a “The Golden Mosque”, una mezquita en la ciudad vieja que debe ser bastante bonita. El tío me lleva, y me pide 100 rupias. Le doy 50 y me largo, ya me voy haciendo con el tema de los precios. El tío no pone ninguna objeción así que no he hecho nada descabellado ;-) Cuando se piro miro a mi alrededor y efectivamente hay una mezquita, pero verde, ni dorada ni nada, y no tiene nada en especial. Qué cabrón, me la ha jugado.
Sigo dando un paseo, y me siento en un portal a ver un partido de criket callejero. Cada vez que pasaba un coche –cada minuto o menos- tenían que parar. Después me encuentro con un tío que me dice que es músico, y que van de gira por Londres, New Jersey, Canadá… sí, y yo soy el Papa de Roma. Me lleva a un cuarto y me enseña unas fotos de su grupo. OK.
De ahí me cojo un autocarro, y me dirijo al muso de Lahore. Sin embargo son casi las 3 y media, y dicen que van a cerrar. Me meto en la librería que está al lado, y encuentro la Lonely Planet de India última edición. De lujo! ;-)
Paseando paso por la universidad de Lahore, y un poco más adelante me cruzo con un montón de coches que iban en manifestación, con banderas del partido de la difunta Buttho. Me escaqueo porque tengo la paranoia de que en cualquier aglomeración de esas puede aparecer un suicida y volar todo. La probabilidad es ridícula, pero después de seguir las noticias de Pakistán durante dos meses te emparanoias.
Estos días no he visto ningún cyber-café por ahí. Busco en la guía a ver donde hay uno y me dirijo a Regale Internet Inn, un hotelillo con Internet. Miro vuelos y compro uno de Delhi a Dubai para el 29 de Marzo.
Llego a casa y me pongo a hojear la guía de la India. Lo de coger un autobús directo Lahore-Delhi no me parece ahora una buena idea, ya que a treinta kilómetros de la frontera, ya en la India, hay una ciudad, Amritsar, que merece la pena ver.
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