Libros: ¨El sari rojo¨ de Javier Moro.
Dice así la contraportada:
¨En 1965, Sonia Maino, una estudiante italiana de 19 años, conoce en Cambridge a un joven indio llamado Rajiv Gandhi. Ella es hija de una familia humilde de los alrededores de Turín; él pertenece a la estirpe más poderosa de la India. Es el principio de una historia de amor que ni siquiera la muerte será capaz de romper. Por amor, la italiana abandona su mundo y su pasado para fundirse con su nuevo país, la India prodigiosa que adora a veinte millones de divinidades, que habla ochocientos idiomas y que vota a quinientos partidos políticos. Su valor, su honestidad y su entrega acabarán convirtiéndola en una diosa a los ojos de una sexta parte de la humanidad. Con auténtica magia narrativa, Javier Moro relata la gran saga familiar de los Nehru-Gandhi, hombres y mujeres atrapados en las garras del poder, prisioneros de un destino que no han elegido, el mismo que llevará a Sonia a encarnar las esperanzas de mil doscientos millones de personas en el país del Mahatma Gandhi. Tras el éxito arrollador de Pasión india, Javier Moro, investigador incansable y gran narrador, novela ahora la historia verídica de una europea enfrentada a un mundo complicado y peligroso, envuelta en las intrigas de una familia tan vilipendiada como admirada, y nos traslada a una India fascinante y turbulenta, en permanente proceso de cambio. Su novela anterior, Pasión india, ha cautivado ya a un millón de lectores, está traducida a diecisiete idiomas y pronto será llevada al cine¨.
Terminado ¨El sari rojo¨. Uno de los momentos que me suele gustar en la lectura de un libro es llegar al capítulo o a la frase que da sentido al título. En esta novela aprendí que un sari blanco es símbolo de luto en India, y que tanto Indira Gandhi como su nuera Sonia y su nieta Priyanka se casaron con un sari rojo que hiló Nehru, el padre de Indira Gandhi, en la cárcel:
¨No se les escapa que Priyanka, radiante, luce el espléndido sari hecho con el algodón que su abuelo Nehru hiló en la cárcel. El mismo que llevó Indira en su boda, y luego Sonia en la suya. Todo un símbolo, ese sari rojo¨.
En esta novela he aprendido mucho sobre la historia de la India y de la familia Nehru-Gandhi.
-Jawaharlal Nehru fue el primer Primer Ministro de India entre 1950 y 1964. Trabajó mano a mano con Mahatma Gandhi para conseguir la independencia del país. En Delhi suelo correr por un bonito parque que hay cerca de casa y lleva su nombre.
-Indira Gandhi, su hija. Pese a compartir el apellido con Mahatma Gandhi no tienen ningún nexo familiar. El apellido Gandhi lo tomó Indira de su marido, Feroze Gandhi. Indira Gandhi fue Primera Ministra india en dos ocasiones, entre 1966 y 1977 y entre 1980 y 1984. Fue asesinada estando en el cargo por dos de sus guardaespaldas, de minoría sij, a raíz de la Operación Estrella Azul.
-Rajiv Gandhi, hijo de Indira Gandhi y su sucesor en el cargo de Primer Ministro de 1984 hasta 1989 en el que fue asesinado haciendo campaña para las elecciones.
-Sonia Gandhi, sobre la que trata la novela, es la viuda de Rajiv Gandhi. Desde 1998 hasta hoy (menos entre 2014 y 2019 que lo fue su hijo) es la Presidenta del Congreso Nacional Indio, uno de los principales partidos políticos de India (en inglés Indian National Congress). Es el partido con el que su marido, su suegra y Nehru fueron presidentes. Entre 2004 y 2009, bajo su presidencia, gobernaron en coalición, pero ella declinó ser Primera Ministra.
-Rahul Gandhi y Priyanka Gandhi son sus hijos. Rahul ha sido presidente del Congreso Nacional Indio entre 2014 y 2019 y Priyanka también esta metida en política. Rahul Gandhi se presentó en 2014 a las elecciones nacionales pero perdió los comicios ante Narendra Modi, actual presidente desde entonces, del partido nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP).
Extraigo aquí unos párrafos que me han parecido interesantes:
Sobre los nombres de Rahul y Priyanka:
¨Sonia estaba exhausta, pero su marido la ayudaba mucho, cambiaba al niño y le dormía entre las tomas. Se comportaban como unos padres modernos, aunque la India eterna ya acechaba a las puertas de casa cuando volvieron del hospital y un santón esperaba al bebé para hacerle la carta astral. El nombre escogido fue el de Rahul, propuesto por Indira. Le explicó a Sonia que era el nombre en el que había pensado originalmente para su hijo primogénito, aunque al final le puso Rajiv para complacer a su padre. Nehru había estado recibiendo sugerencias de nombres en la cárcel, y había escogido Rajiv porque en sánscrito significaba «loto», el mismo significado que Kamala, el nombre de su mujer fallecida ocho años antes. De la misma manera que Indira cedió al deseo de su padre, Sonia cedía al de Indira y al hacerlo, se hacía un poco más india cada vez. Rahul era el nombre de un hijo de Gautama Buda y en sánscrito significaba «el que es capaz». Aunque la familia no fuese religiosa, la fuerza de la costumbre hizo que el niño fuese recibido con los ritos hindúes correspondientes. La ceremonia del primer corte de pelo tuvo lugar tres semanas después de su nacimiento, y se juntaron en casa todos los amigos de la pareja. Afeitaron el cráneo del bebé, dejando sólo un mechón de pelo que, según la tradición, protegería su memoria. Raparle tenía el significado simbólico de liberarle de los restos de sus vidas pasadas y prepararle para encarar el futuro¨.
¨En los días y las semanas siguientes, a miles de niñas nacidas en la India sus padres les pusieron el nombre de Indira. Una de ellas, sin embargo, nacida un día después de la visita triunfal de Sheikh Mujibur Rahman a Nueva Delhi, no fue llamada así. Sus padres, Sonia y Rajiv Gandhi, le pusieron el nombre de Priyanka, que en sánscrito significa «agradable a la vista»¨.
El actual presidente de India, Modi, no queda nada bien en el libro:
¨Poca cosa comparado con el veneno de algún miembro de la coalición en el poder, como el fundamentalista hindú Narendra Modi, que la tacha públicamente de «zorra italiana». Sonia sabe que su condición de extranjera es su talón de Aquiles, y la coalición en el gobierno, ferozmente nacionalista e hinduista, no pierde oportunidad de meter el dedo en la llaga¨.
¨Aunque posteriores investigaciones determinarían que el fuego fue provocado por la explosión accidental de un hornillo de gas, los extremistas hindúes no dudaron en acusar a los musulmanes de haberlo provocado. La noticia de que unos hinduistas fueron quemados vivos desató la venganza de la población. El jefe del gobierno de Gujarat, el fundamentalista hindú Narendra Modi, aliado del gobierno y archienemigo de Sonia, declaró el 28 de febrero un día de luto para que los funerales de los pasajeros pudiesen celebrarse por las calles de la ciudad. Era una clara invitación a la violencia. Los barrios musulmanes se convirtieron en ratoneras. Miles de hindúes enfurecidos la emprendieron contra comercios y oficinas e incendiaron mezquitas. En lugar de actuar contundentemente para aplacar la violencia, Narendra Modi declaró: A cada acción corresponde una reacción. Esas palabras, interpretadas por los extremistas hindúes como un aval de su líder para justificar la venganza, marcaron el principio de una orgía de violencia comparable a los acontecimientos trágicos de la Partición. Pero esta vez, gracias a la televisión, todo el país es testigo de imágenes atroces de mujeres maltratadas y violadas por militares enfurecidos, y después forzadas a beber queroseno frente a sus maridos e hijos, a los que obligan a ver cómo les prenden fuego, antes de ser a su vez asesinados. Todo ha ocurrido ante la impasibilidad de la gente, que parece celebrar esa venganza que simboliza el incendio del tren de Gohra. Los periodistas que han cubierto las matanzas están convencidos de que no han sido espontáneas, como pretendía el gobierno local, sino que han sido planificadas. Han visto a extremistas hindúes, con censos electorales bajo el brazo, señalando casas y chozas habitadas por musulmanes en los barrios mixtos. Les han visto señalar comercios propiedad de musulmanes que han tomado la precaución de adoptar un nombre hindú. La eficacia en la persecución y en los asesinatos hace pensar que ha habido cierto grado de planificación. En total, más de dos mil musulmanes han sido asesinados y más de doscientos mil se han quedado sin hogar¨.
Mientras estaba leyendo el libro, en una fiesta del colegio, estuve charlando con dos sijs que trabajan en el colegio. Uno de ellos lleva turbante, barba y por el aspecto no dudas que es sij, el otro lleva barba recortada, no lleva turbante y al verle la pulsera sij en la muñeca le pregunté: ¿tú si eres sij por qué no llevas turbante y te recortas la barba? Me explicó que en los 80 hubo un gran conflicto con los sijs en Delhi y que muchos optaron por cortarse la barba para pasar desapercibidos. Poco después llegué a este fragmento:
¨Entre los sijs cundía tal pánico que por primera vez en su vida, muchos de ellos se quitaron el turbante y se cortaron las barbas y el pelo para salvarse. Unos cien mil huyeron de la capital. El escritor Kushwant Singh se refugió con su mujer en la embajada de Suecia: Lo que las turbas buscaban eran los bienes de los sijs, los televisores y las neveras, porque somos más prósperos que los demás. Matar y quemar gente viva sólo era una parte de la diversión. Al anochecer, grupos de sijs se dispersaban por la ciudad buscando refugio. Dos de ellos llegaron a casa de Pupul, y sorprendieron a la mujer del dhobi, el lavandero, que a esas horas debía estar participando en los disturbios. Ante los gritos de susto de la mujer, los sijs salieron corriendo, pero Pupul les hubiera dado cobijo esa noche, como lo hicieron también muchas familias hindúes. De la misma manera que muy pocos sijs habían sido seguidores de Brindanwale, muy pocos hindúes querían vengarse de los sijs. Pero los que lo hicieron fueron de una crueldad que recordaba a los tiempos de la Partición. En tres días, unos tres mil fueron masacrados¨.
Recojo aquí otros párrafos de la novela que me han llamado la atención:
¨A unos trescientos metros de distancia hacia el norte se encuentran los mausoleos de Nehru y de su hija Indira, levantados en el emplazamiento exacto donde tuvieron lugar sus cremaciones, y que ya nunca podrá destinarse a otro uso, tal y como indica la tradición¨.
¨Desde el aire, el entrelazado de avenidas y rotondas de Nueva Delhi sugería las figuras geométricas de mármol en forma de estrella que decoraban los palacios mogoles. El avión aterrizó por la mañana. El clima no podía ser más distinto al frío invierno que había dejado atrás. Hacía una temperatura exquisita, el cielo estaba azul, y nada más salir del avión su olfato quedó impregnado de un olor muy característico, que más tarde identificaría con el olor de la India: una mezcla de olor a madera quemada y a miel, a ceniza y a fruta pasada. Y un sonido, el graznido de las cornejas, esos cuervos siempre presentes, vestidos de gris o de negro, cacareando, insolentes, familiares, que le dieron la bienvenida desde la barandilla del vestíbulo de llegadas, desde los postes y los bordes de las ventanas¨.
¨Una explosión de vida, un caos exótico y bullanguero que la dejaba ebria de colores, ruidos y olores. Y por doquier, detrás de una calle, al fondo de un jardín, se podía ver una antigua tumba o cenotafio, un monumento musulmán o hindú que se remontaba a la noche de los tiempos, como un recordatorio de lo antigua que es la India. ¿No había descrito Nehru su país como «un antiguo palimpsesto en el que capas sobre capas de pensamiento y ensoñación han quedado grabadas, sin que ninguna haya podido borrar u ocultar lo que previamente ha sido inscrito»?¨
¨Aunque Nehru y Gandhi se habían encargado de suprimir oficialmente las castas en la Constitución de la nueva nación independiente, la realidad es que seguían influenciando las conductas, sobre todo en los estratos más bajos de la sociedad y en las zonas rurales. En ninguna casa de los Nehru habían podido combatir esa jerarquización de la vida doméstica, por más que lo hubieran intentado. No era fácil borrar de un plumazo miles de años de historia. De modo que la tradición seguía imperando, y quien servía la mesa no era el mismo que la recogía, el chófer conducía pero no lavaba el coche; la cocinera guisaba, pero no fregaba los platos; los que barrían el suelo no limpiaban los baños, etc.¨.
¨Ese momento de regocijo le recordaba otro igual de intenso, cuando había decidido casarse con Firoz. «Siento una serena felicidad muy dentro de mí que nada ni nadie puede robarme», le había escrito a su padre. Nehru le había respondido desde la cárcel, templando el entusiasmo de su hija desde la altura de sus años y su experiencia: «La felicidad es algo más bien fugaz, sentirse realizado es quizás un sentimiento más duradero.» Nehru sabía, e Indira ya lo había aprendido, que la felicidad es tan frágil como la más fina de las porcelanas. Más vale preservarla y disfrutarla mientras dure, porque se puede romper -o la pueden robar.¨
¨Indira se tomaba muy en serio los pequeños acontecimientos del día a día de sus nietos, como el primer diente o los primeros pasos. Le maravillaba el fenómeno extraordinario, tan viejo como la humanidad y sin embargo siempre nuevo, de cómo un niño desarrolla su conocimiento del mundo exterior, con ese inacabable sentido de la aventura, esa pasión por la investigación de todo lo que le rodea… «Verás que muy rápidamente el niño pasa a través de milenios de historia humana, e inconscientemente, y en parte conscientemente también, vivirá dentro de sí la historia de su raza», le había escrito una vez su padre, y había querido mostrarle la carta a Sonia. A la italiana le conmovía que a pesar de toda la presión del mundo exterior que recibía Indira, ésta siguiese sensible al espectáculo, pequeño y grandioso a la vez, de ver crecer a sus nietos¨.
¨El sueño de Sonia de tener a su amiga cerca se esfumó, pero sólo durante una temporada. Sabine no se instaló en Inglaterra. Se había acostumbrado a vivir en la India. En Europa, echaba de menos el calor de la gente, la cortesía asiática, el ritmo de vida. «A mí me pasa lo mismo», le confesó Sonia. Además, Sabine tenía un trabajo que le permitía vivir mejor que si se hubiera marchado a Londres. De modo que, para gran alegría de Sonia, volvieron a pasar tardes juntas, y fines de semana en los alrededores, como aquel que terminó en una pequeña tragedia cuando se acercaron a un nido de avispas y acabaron cubiertas de picotazos¨.
¨Mientras tanto, Sonia se encargaba de nuevo de la mudanza. La victoria de Indira significaba que volvían todos al número 1 de Safdarjung Road. Se hacía urgente recuperar espacio. Antes que nada, Indira quiso mandar a una docena de sacerdotes hindúes a purificar la vivienda donde Morarji Desai había residido mientras la había estado persiguiendo. Se había enterado de que su rival era practicante asiduo de la urinoterapia, una ancestral costumbre que consiste en beber todas las mañanas en ayunas un vaso de la primera orina del día. Para asegurarse de que no quedaba un solo vaso de antiguo inquilino en casa, Sonia e Indira se afanaron en recogerlos todos, colocarlos en una caja y devolverlos a la administración. También envió a una cuadrilla de albañiles para que destrozase el cuarto de baño al estilo indio que su rival se había hecho construir y lo reemplazasen por uno european style, con inodoro y bañera. Cuando se mudaron, parecía que nunca se hubieran marchado de esa casa¨.
¨Aquel otoño fue también el otoño de su vida. En noviembre iba a cumplir sesenta y siete años. Era presa de un mal presentimiento que el atentado contra Thatcher había agudizado. Sin decírselo a nadie, a mediados de octubre redactó un documento que luego fue rescatado de entre sus papeles: «Si tengo que morir de una muerte violenta como algunos temen y unos cuantos planifican, sé que la violencia estará en el pensamiento y en la acción del asesino, no en el hecho de mi muerte, porque no existe odio suficientemente oscuro como para hacer sombra al amor que siento por mi gente y por mi país; no existe fuerza capaz de desviarme de mi propósito y de mi esfuerzo por sacar este país adelante. Un poeta ha dicho: ¨¿Cómo puedo sentirme humilde con tu riqueza a mi lado?¨ Lo mismo puedo decir de la India.» ¿Eran éstas las palabras de una mente depresiva? ¿O se trataba de una premonición? En todo caso, mostraban que Indira sentía que había hecho la elección correcta al haber decidido continuar con el legado familiar de servicio a la India en lugar de dedicarse a buscar su realización personal¨.
¨No conoces los límites de tu fuerza, no sabes lo que haces. No sabes quién eres¨ -Eurípides-
¨¿No decía Indira que todo lo que se dijese de la India, y lo opuesto, era igualmente cierto?¨
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