La importancia del camino
Hace unos días hice un comentario en este blog dándole más importancia al camino que al destino final. Todo lo que experimentas hasta llegar a lo que has deseado, a lo que te has marcado como objetivo, muchas veces es más valioso que la meta en sí.
No soy ni seré el primero en pensar esto. Helena, una vieja amiga, al hilo de esta idea me ha enviado este poema que se sale. No lo conocía y es precioso. Es de Costantín Kavafis, un poeta griego, y fue escrito en 1911. Disfrutadlo…
ITACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella no hubieras emprendido el camino.
No puede darte nada más.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.
El 16 de Julio de 1999, en mi peregrinación a Santiago, después de 14 días de marcha y a unos 258 kilómetros del destino, me encontré con la siguiente frase en un mosaico, a la salida de Astorga:
PEREGRINO
Que el cansancio
del camino
nunca te impida
pensar.
¿Es lo importante
la meta…?
¿No será acaso
el encuentro con
el monte, con el río,
con el rumbo
que has perdido…
… con el mismo
Dios quizás…?
Personalmente las dos últimas líneas no son, pero para muchos pueden ser. En cualquier caso y en mi modesta opinión, las experiencias que acumulas en la travesía son las que te forjan el carácter y te enriquecen, y no el hecho de alcanzar la meta.
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