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Basurde Xiao Long

Viaje a Japón: 28 julio – 9 agosto 2009

Viaje a Japón: 28 julio – 9 agosto 2009

Fotos del viaje a Japón (140)

El viaje a Japón fue totalmente organizado sobre la marcha. Tenía intención de pasar las vacaciones en Shanghai, escribiendo, pero me di cuenta de que eso no es para mi. Así que un domingo me rallé, el lunes confirmé un pasaje de barco de Shanghai a Osaka, compré la guía de viajes ¨Lonely Planet¨ y el martes me embarqué.

El barco que cogí, un ferry llamado Su Zhou Hao, es probablente la opción más barata para ir de China a Japón:
http://shanghai-ferry.co.jp/english/index.html
Un camarote de segunda clase, en una cabina con otros cuatro, cuesta 2.450 RMB (252 euros). La diferencia con el avión es que tarda en llegar 44 horas más… ☺

Este era el plan de viaje:

Martes 28 de julio: SALIDA DE SHANGHAI EN BARCO A LAS 11:00 A.M.
Miércoles 29 de julio: BARCO
Jueves 30 de julio: LLEGADA A OSAKA A LAS 9:00 A.M.
Viernes 31 de julio:
Sábado 1 de agosto:
Domingo 2 de agosto:
Lunes 3 de agosto:
Martes 4 de agosto:
Miércoles 5 de agosto:
Jueves 6 de agosto:
Viernes 7 de agosto: SALIDA DE OSAKA EN BARCO A LAS 12 DEL MEDIODÍA
Sábado 8 de agosto: BARCO
Domingo 9 de agosto: LLEGADA A SHANGHAI A LAS 12 DEL MEDIODÍA

Esos días en medio… ya descubriría en el viaje de ida, en esos dos días de crucero, como llenarlos.

28 DE JULIO DE 2009 – SHANGHAI

El viaje no empieza muy bien. Con mi costumbre de ir con mogollón de tiempo a los aeropuertos o estaciones, me levanto con intención de coger el autobús gratuito al metro que tiene mi urbanización, y que sale a las 6:40 a.m. Ya con la maleta preparada y listo para salir, las putas llaves no aparecen. Me vuelvo loco buscándolas, vacío la mochila, quito los cojines del sofá, deshago la cama, doy mis vueltas, y cuando ya contemplo la posibilidad de ir a la recepción de la urbanización para decirles que cierren mi apartamento, que yo me tengo que ir… aparecen debajo de un trapo. Veinticinco minutos después, a las 7:05 a.m. ☹ Por cierto, cuando mis padres estuvieron por aquí les di una copia. También la estuve buscando… pero ni idea de donde puede estar.

A las 7:20 sale un autobús gratis de la urbanización que va al centro. Los conductores siempre están colgados, y van a una velocidad del copón desafiando todas las leyes de tráfico. Pero cuando necesitas que corran… es cuando no se mueven. Y este canalla que me tocó de chofer esa mañana iba con los caracoles subiéndose a las ruedas. ¡¨Parao!. Así que me crispé, y en un semáforo le hice entender que me había dejado algo, y que me bajaba. Hubiera llegado al centro a las 11 a.m., a ese paso.

Paré un taxi. Es dia laborable, hora punta, y tarda casi dos horas en llegar a mi destino. Casi dos horas, y casi en llegar a mi destino, porque una vez que cruzo el puente sobre el Suzhou Creek le digo que pare, porque me estaba meando, y me tenía que bajar para buscar un restaurante, bar, o pared. Al final fue esto último.

Por fin, ya desahogado, encuentro el puerto, que no es fácil porque hay que meterse entre unos edificios de oficinas. Están construyendo una super-terminal con esto de la Expo ´10, y la actual está un poco en precario.

Cruzo la aduana. Me dan un papel en el que dice que mi temperatura corporal es de 92 grados (33 grados Celsius????). En cualquier caso no me he enterado de que me han tomado la temperatura. ¡Vaya día!

Por fin abordo el ferry. Una pareja sube delante de mí. Al chico le ponen en una habitación, y a mi me ponen en otra, con la chica. Alucino. Le digo a la chica que si quiere me cambio. Dice que si, y me voy a la habitación del chico. Quince minutos después me buscan para decirme que ha habido un error, que las habitación no son mixtas, y que se habían confundido ellos al meterse en diferentes habitaciones. Cualquier cosa con el día que llevo. Ahora me explico la cara de extrañeza que tenían las dos japonesas que se estaban maqueando en un rincón, al verme entrar con la mochila tan decidido.

Bueno, ahí acaban afortunadamente las anecdotillas.

El barco está bastante guapo. Ciento cincuenta metros de eslora, y capacidad para 272 personas. Pero calculo, a ojo de buen cubero, que estaremos solo unos 70. Sala de estar, karaoke-bar, restaurante, tragaperras, cubierta, jacuzzi, la verdad es que mola.

El puerto donde atraca el barco está muy cerca del Bund, así que justo a la vista tenemos la Torre de la Perla, la Jin Mao Tower y el World Financial Centre. Vamos remontando el rio Huang Pu, y el intenso trafico marítimo me deja anonadado. A ambas orillas hay un montón de fábricas, astilleros, y barcos militares. Pasamos por debajo del puente YangPu, y por fin salimos al río Yangzi, para adentrarnos en el mar de la China Oriental.

Me paso la tarde planificando el viaje, y por la noche me junto con un grupo de mochileros que están charlando. Gente interesante. El de mi habitación se llama Gordon, y es irlandés y arquitecto. Estudió la carrera en Edimburgo, y ahí conoció a su novia, que viaja con él, y que es londinense. Llevan tiempo viajando, y su idea es llegar a Australia para encontrar currelo allá. Esta pareja casualmente coincidió en Rusia con otro backpacker que está en el barco, holandés. Ahora viaja con un italiano, Marco, que conoció en el camino. El italiano habla inglés sin ningún acento, lo cual me sorprende porque a los latinos siempre se nos descubre. Este chaval se ha pasado la mayor parte del viaje haciendo Couch-Surfing http://www.couchsurfing.org/ . No sé muy bien como va, por lo visto quedas con gente que te va alojando. En Osaka también tiene un contacto, pero por lo que le dice uno de Carolina del Norte, que ha vivido en Japón, bastante en el extrarradio. Marco es diseñador gráfico, y lleva un montón de tiempo viajando. Se ha pasado 6 meses en China.

El de Carolina del Norte, de Raleigh, vivió 6 meses en Japón, y viajo otros tres meses por ahí. Ahora volvía a trabajar en una granja. Es el que más controla, claro, y nos va contando historias. Venía del Tibet, donde nos explicó lo del ¨Sky Burial¨, un enterramiento tradicional, donde después de las ceremonias pertinentes desmembran al cadáver para que en las montañas se lo coman los buitres. Ya había leído sobre eso en un libro del mismo nombre, pero de ahí a verlo…

El último de la manada es un hippie de Londres, y entre historias de unos y otros pasamos la noche. Je, je, esta gente que viaja durante mucho tiempo suele andar con bajo presupuesto. Me saco una cerveza de la máquina, y alguno al oir el precio se lo piensa.

Hay más mochileros en el barco. Una pareja, otros tres tíos juntos, y otro que anda a su bola, Pero no se adjuntan. Pero la mayoría son japoneses o chinos.

29 DE JULIO DE 2009 – MAR DE LA CHINA ORIENTAL

El archipielago japonés está compuesto por aproximadamente unas 3.900 islas, que empezamos a ver por la tarde del segundo día. Pasamos por debajo de un puente, que mirando el mapa supongo sería el que conecta Kitakyushu con Shimonoseki. A Osaka se puede llegar por el exterior, o entre islas,  y la ruta del Su Zhou Hao es esta última.

La puesta de sol preciosa… con el ¨bucólico¨ fondo de unas chimeneas rojas y blancas, de una de las muchas fábricas que se ven.

30 DE JULIO DE 2009 – OSAKA

Llegamos a puerto, y suben a tomarnos la temperatura. Nos ordenan según no sé que criterio, nos enfocan con un laser al cerebro y apuntan el resultado. Todos estamos bien, ninguno tiene síntomas de la gripe A. Cruzamos el control de pasaportes, y yo, como no tengo prisa, me quedo el último. Por listo, y como siendo el último tienen tiempo, en la aduana me hacen vaciar la mochila. Para la vuelta ya lo sé, el primero o entre medias.

Desde el puerto de Osaka hay un autobús gratuito a la estación de metro más cercana, Cosmosquare. Allá compro un billete a la estación de Umeda, que es de donde salen los trenes a otras ciudades. Por cierto, había leído que el metro era seguro y eficaz, y sin embargo en una estación se apagan las luces, el aire acondicionado, y se empieza a ver a un montón de policía. No sé que pasaría. En el metro se ve mucho currela con camisa blanca, pantalón negro y zapatos brillantes, neopunkies o manga-lovers. Por fin me bajo, cambio dinero, y le pregunto a un empleado de la R.E.N.F.E. local a ver si puedo llegar hasta Shin-Fuji, ya que mi primer objetivo es subir al Monte Fuji, y en el mapa parece que desde ahí es una buena opción. Lonely Planet trata bien la subida desde Tokyo, pero no desde el oeste.

El empleado de la estación me dice que si, que hay un Shinkashen hasta el destino deseado. Precio: 11.030 yenes, es decir, unos 80 euros. El Shinkashen es el tren bala, rápido pero caro. En vez de salir de Umeda, la estación donde estaba, sale de Shin Osaka, otra estación. Llego allá a las 11:20 y el tren no sale hasta las 12:40, así que le doy gusto al cuerpo con un cafetín.

¨Hoy como caliente, pago mis impuestos, tengo pasaporte,
Pero algunas veces pierdo el apetito y no puedo dormir
Y sueño que viajo en uno de esos trenes que iban hacia el norte.
Cuando era más joven la vida era dura, distinta y feliz.¨

Este es el recorrido que hice en el Hickary Superexpress.

12:40 – Shin Osaka
12:57 – Kyoto
13:32 – Nagoya
14:05 – Hamamashu
14:31 – Shizuoka

El tren llegó con la puntualidad exacta. En plan Paco Martinez Soria me metí en el primer vagón que vi, y me senté en el primer asiento que vi libre. Vino un japonés, y me señaló que estaba en su billete. ¨OK, OK¨. Intenté averiguar donde estaba mi asiento, pero ni idea. Así que deposité mi trasero en otro sillón aleatorio. Wow, se estaba bien allá, pero vino la revisora, y me dijo que me tenía que ir a los asientos sin reserva, vagón del 1 al 5. Bueno, vamos avanzando. Avanzando hacia el vagón 3 pasé por los Green Cars, que no tienen nada de vagones ecológicos, sino que es como llaman a los de primera clase.

Un minuto después de las dos y media llegué a Shizuoka. Allá tenía que hacer un cambio de tren. Paré en el andén 5. Pregunté a un rapaz a ver de que vía salía el siguiente, y me dijo que de la misma, en cinco minutos. Wow, esto de los japoneses y el ferrocarril es efectividad. Y así fue, a las 14:36 cogí el que me dejaría en Shin-Fuji.

Afortunadamente en la estación hay una oficina de información turística. Me hago colega de una de las que está allá, la Srta. Suzuki, y me atiende de maravilla. Me recomienda, si quiero subir el monte Fuji, dormir en este hotel:
http://www.fujikyu.co.jp/fujinomiya/
Está situado en Fujinomiya, a treinta y cinco minutos en autobús de Shin-Fuji, cuesta 5.500 yenes por noche (40 euros), y por lo visto ahí hay más que ver. Le pregunto a ver si no hay nada más barato, y me dice que hay algún hostel por 3.000, pero que está lejos de la estación y el taxi me costaría 2.000, con lo cual no haría negocio. Así que amablemente me hace la reserva, y me acompaña al autobús.

Bajo del autobús. El hotel está justo al lado de la estación, pero me hago con la picha un lío y no lo encuentro. Por fin pregunto en una calle, en una frutería, y el frutero le deja a su madre a cargo del negocio y me acompaña. ¡Qué majo! Dejo las cosas, y me voy a dar un paseo.

En esta urbe hay un par de cosas que ver. Una es el lago Wakutama. Es un pequeño estanque con un par de puentes rojos, donde antiguamente los que subían al Monte Fuji solían purificarse antes de iniciar la ascensión. También hay un ¨shrine¨, un lugar sagrado o templo, llamado Fujinomiya Sengen Shrine, de bastante importancia. Vistas las dos atracciones del pueblo busco un restaurante que me ha recomendado la Srta. Suzuki para cenar, Yaki-Soba, pero está cerrado. No hay mucha vida la verdad. Cerca del hotel hay una calle bastante chula, de tiendas de artesanía y restaurantes, pero está casi todo cerrado. Me recuerda un poco a U.S.A. No veo ningún extranjero. Lonely Planet plantea todas las subidas por la otra cara del Monte Fuji, y puede ser por eso. Creo que lo chulo sería subir por una cara y bajar por la otra, pero tienes que cargar con toda la mochila y es rollo. Especialmente llevando cuatro libros como llevo.

31 DE JULIO DE 2009 – MONTE FUJI

Me levanto a la hora que empiezan a dar los desayunos –gratis- en el hotel, y me pongo bueno para afrontar la subida. Cojo un autobús a las 7:30 a.m. que me lleva hasta Fujinomiyaguchi Shin-Gogome, la quinta estación. Llegamos a las 8:50.

En la estación coincido con un yankee de Seattle, que lleva dos cachabas. Nos ponemos a hablar, y me cuenta que ha venido con su mujer a visitar a su hijo, marine, destinado en Hiroshima.

La quinta estación está a 2.400 metros. La cima a 3.776 metros. 1.376 metros de desnivel. En el mejor de los casos, tratándose de una pared vertical, habría que andar poco más de un kilómetro. Pero no es el caso, hay inclinación pero no 90 grados. Si supiera la inclinación media, aplicando el teorema de Pitágoras os diría más o menos cuanto anduve, pero a la hora de escribir estas líneas lo desconozco.

Llevo una mini-guía que cogí en la oficina de turismo, y dice que es recomendable estar una hora en la quinta estación, o campo cinco, para adaptarse a la altura. Es la idea que tengo, pero a las 9:10 pierdo la paciencia y empiezo a subir.

Estos son los tiempos que proponen, y los de al lado los que yo hago, yendo al tran-tran:

5 estación – 2.400 metros:
20´ (hice 20´)
6 estación – 2.490 metros:
60´ (hice 45´)
La nueva 7 estación – 2.780 metros:
50´ (hice 40´)
7 estación – 3.010 metros:
40´ (hice 35´)
8 estación – 3.250 metros:
30´ (hice 30´)
9 estación – 3.460 metros:
30´ (hice 25´)
9.5 estación – 3.590 metros:
30´ (hice 28´)
Cima – 3.776 metros:

Salgo a las 9:10 y hago cumbre a las 12:53, así que en lugar de las 4h20´propuestas tardo 3h43´. Sin forzar.

La subida es larga, pero no es tampoco muy dura. El yankee se escapa con el marine, y yo les digo que voy tranquilo, a mi ritmo. Lo veía venir, a mitad de camino les dejé atrás. El marine hubiera seguido fuerte… pero su padre no, je, je.

La ascensión está marcada por una cuerda, por un camino del que no te puedes salir, así que no tiene perdida. El monte Fuji es un volcán, así que continuamente vas pisando gravilla y piedra gris.

En los refugios está la gente descansando. Hay una cosa curiosa, y es que en cada estación te pueden hacer una marca con fuego en el bastón, de modo que si lo haces en todas las estaciones, a dos yenes por sello, al final te queda un bonito recuerdo. Pero yo no llevaba bastón.

Es un monte de casi 4.000 metros, pero lo subía mucha gente mayor y críos, así que os podeis imaginar que no es muy duro de subir. Arriba, cuando llegué, había una oficina de correos, lo cual dice todo.

En la guía ponía que se podía dar la vuelta al crater en una hora. Anduve como 50 minutos, y me encontré con el camino cortado por la nieve después de recorrer unos 320 grados del círculo. Así que me tuve que dar la vuelta, otros 50 minutos al punto original. Lo que no me hizo mucha gracia, ya que no era llanear sino subir y abajo.

La bajada se podía hacer en dos horas y media, decía la guía. Yo la hice en dos horas, pero a tumba abierta, super-rápido y en algún tramo corriendo, así que no me cuadra que se pueda bajar en tan poco.

Mientras bajaba vi subir a un ciego, agarrado a otra persona que le indicaba. Alucinante, lo que puede hacer la voluntad humana. En los refugios ya estaban preparando la cena para los que se iban a quedar allá. Hay gente que pasa la noche en la montaña, para ver amanecer al día siguiente y completar la ascensión.

Bajé, y en el autobús de vuelta de las 18:10 me encontré con el yankee. Me dijo que había dado toda la vuelta al crater. Le pregunté por la nieve, y titubeó. Vamos, que no lo había ni intentado, que no me viniera con milongas. Qué pillada. Pero era un tío majo, ja, ja. El autobús ida y vuelta, para el que le interese, 3.000 yenes.  En casita a las 19:45, buena hora para cenar y para recibir un cheque.

1 DE AGOSTO DE 2009 – TOKYO

Me levanté con idea de ir a ver unas cataratas por la zona, Shiraito Waterfalls, pero amaneció lluvioso. En un cartel vi que había un festival en el pueblo, y preguntando unos me dijeron que era a las 4, otros a las 7, y como la peña no tenía mucha idea… tiré para Tokyo. Bueno, en el autobús de las 10:35 me fui a Shin-Fuji, y aparecí en la oficina de turismo de la señorita Suzuki veinticinco minutos más tarde. Nos alegramos de vernos, y estuvimos charlando un rato. Le estaba preguntando sobre el tren más barato para ir a Tokyo, y en esto llegó una chica con la misma pregunta. Nos presentamos, y casualidades de la vida, era de Bilbao ☺

Este es el trayecto que nos propuso, y que realizamos juntos:

Autobús Shin-Fuji a Fuji Station
Tren Fuji Station – Atami
Otro tren Atami – Tokyo
2.520 yenes.

La chica en cuestión, Arantza, había estado haciendo una ruta en un viaje organizado, por monasterios Zen, o templos Zen. Y había añadido unos días al final para rular a su bola. Una de las cosas que quería hacer era subir el monte Fuji, y eso hizo. Cogío un autobús de ida y vuelta desde Tokyo, pero arriba se confundió de camino y bajó por mi zona. Con lo cual ahora estaba buscando la manera de volver. Y ella sí, ¡dio toda la vuelta al crater! . Je, je, le pregunté como había atravesado el tramo cerrado, cubierto de nieve. Me contestó que vio la cuerda que cerraba el paso, pero siguió adelante. Le preguntó a la montaña a ver si podía pasar, y la montaña le respondió que si ☺ Así que con dos webs hizo lo que yo no me atreví a hacer, no por peligroso sino por no meterme en algún lío. Hizo además otra cosa que yo no hice y me hubiera gustado haber hecho, que fue dormir en el campo 8.

La conversación que tuvimos resultó muy interesante. Yo le conté mi vida, y ella me contó la suya. De ahí viene lo de interesante. Es psicóloga, y me estuvo hablando de su trabajo, con mucha pasión. En primer lugar a sus pacientes los considera alumnos, no pacientes, en cuanto que están aprendiendo herramientas para luchar contra algo que les puede estar bloqueando. Prestamos mucha atención por ejemplo a la higiene personal, pero nada a la higiene mental, no nos paramos a pensar sobre nosotros mismos. Me contó cosas de niveles de energía, respiración, etc. Una conversación que me vino muy bien escuchar, porque siempre se nos pasan por alto estas cosas.

Ellá se bajó en Shina Gawa, y yo seguí hasta Tokyo Station. Allá estaba la gran ciudad, y yo que me tenía que poner a buscar alojamiento. Al estilo de Arantza le pregunté a la ciudad, y me llevó a un hotel-cápsula en la zona de Asakusa. Es este:
http://www.asakusa-capsule.jp/english/
Por 3.000 yenes por noche tenía un ataud de dos metros de largo, por un metro de alto y uno de ancho. La verdad es que bastante cómodo. Con televisión incorporada, despertador, aire acondicionado…

Aparte de mi cápsula, en hotel estaba muy chulo, con un par de terrazas con vistas al río, baño japonés, en una buena zona al lado del metro…

Salí a dar una vuelta por Nakamise, llena de puestecillos, visité el templo Sensoji, y disfruté del ambiente de ese barrio. Había acertado con la zona. Pero era saturday night, así que volví al hotel, me puse unos pantalones largos, y a Roppongi, la zona de marcha de Tokyo. Madre mía que desfile de japonesas, aquello era impresionante. Todas guapísimas y muy buen preparadas. Pero no estuve mucho, sobre las 11 me volví al hotel, y me fui al baño japonés.

El baño japonés es bastante curioso. Por un lado tienes un jacuzzi, donde se mete la gente como vino al mundo. Y por otro lado, las duchas las tomas en pelotas también, claro, pero sentado. Te jabonas sentado, y luego te echas el agua por encima.

Mientras estaba allá había un japónes, y un chaval que no sabía de dónde era. Al meterse en el jacuzzi, super-caliente, lanzó un improperio en castellano que le delató. Era de Pamplona. Así que estuvimos charlando. Era un grupo de cuatro e iban a Fuji también así que quedamos luego para pasarles la información. Nos juntamos en la terraza, y empezó a aparecer gente. Un alemán colgadísimo, un malayo… y un grupo de 5 mujeres de mediana edad, de Bilbao! Parece que nos vamos encontrando todos de la zona ☺

El malayo estaba casado con una japonesa, vivía en el norte y había bajado a Tokyo a resolver temas del visado. Luego conocí a un yankee, de Boston, que recién graduado se había ido a Corea del Sur a enseñar inglés, con su novia. Y luego aparecieron dos tipos jóvenes, super-graciosos. Graciosos, porque verdaderamente tenían cara de científicos freakis. Y preguntándoles que hacían por aquí, decían que eran graduados de M.I.T., físicos, que habían venido a una conferencia a Tokyo y ahora estaban disfrutando de unos día de ocio. M.I.T. son las iniciales de Massachussets Institute of Technology, y entrar ahí… tela. Solo los maquinones. Y me hizo gracia, porque tenían verdaderamente pintas de máquinas, pero eran super-enrollados.

El profe que está en Corea comentó la caña que le meten los padres a los niños, con clases de matemáticas, piano, inglés… después del horario escolar. Uno de los de M.I.T., cuyo padre era de la India, dijo que es una situación parecida con la segunda generación de emigrantes en U.S.A., los padres les meten mucha caña para que mejoren. Pero depende de las culturas, porque no lo veía así con los emigrantes latinos. Hasta ese punto, vamos.

2 DE AGOSTO DE 2009 – TOKYO

Un cabrón de una de las cápsulas pone el despertador a las 8:00 a.m. pero parece ser el único que no lo oye, porque se pasa un buen rato sonando. Me levanto, una duchita, y un cafetín. Conozco en el desayuno a un tío de Alicante. Hablando me dice que se había pasado 6 años en Casablanca, de profe de español. Le pregunto si con el Instituto Cervantes, y me dice que en aquella época aquello no estaba montado como ahora.

Es domingo. El plan para ese día es ir a Yoyogi-Koen, un parque donde se juntan japoneses a disfrazarse de personajes de manga, lo que llaman cusplay, que viene de custom play, juego de disfraces, o algo así. Sin embargo está lloviendo. Me meto a cubierto una hora, a leer, y cuando deja de llover voy al parque en cuestión. Pero no veo a nadie de esa guisa. Normal, con el tiempo que hace.

Salgo del parque y llego al Yoyoga National Stadium, donde avisto una banda de rockabillies? con unos tupés que ni Loquillo en sus mejores tiempos. En el estadio se celebra un concierto, de un grupo que se llama ¨Exile¨ http://exile.jp/index.html
  , que debe ser de las delicias de los adolescentes que abarrotan las inmediaciones.

Entro a Meiji-jingu, un templo. En el exterior de estos templos tienes unas fuentes donde purificarte, siguiendo un ritual. Primero te lavas la mano izquierda, luego la derecha, luego te echas agua en la mano izquierda, que te llevas a la boca para lavartela, te lavas la mano, lavas el cazo, y purificado. Religiones! Dentro, los mercaderes del templo, que no son otros que los monjes. Cajas para donar limosnas, y un lugar donde puedes COMPRAR unas tablillas para escribir tus oraciones. Como todas las religiones, me huele a negocio, así que no compro ninguna ni echo una moneda. Pero lo de las tablillas me gusta, así que me quedo con la idea para colgar alguna de un arbol del monte cuando vuelva a San Martín.

A las 2 hay una ceremonia. Empieza un ¨monaguillo¨ a tocar un macro-tambor, y aparecen dos monjes haciendo sus rituales. Ja, ja, y de repente por el exterior sale gente de una boda, muy ceremoniosos, así que la multitud de turistas abandona el templo para ver a los novios.

De ahí tiro a Jingu-bashi. Veo al tío más gracioso de Tokyo, un tipo con un casette bailando sin parar. Me senté como una hora, y no dejó de moverse arrítmicamente. Podría haber estado sonando cualquier cosa ☺ En esa zona si que se veía gente ¨rara¨, disfrazada de manga. Lo de cosplay, muy interesante.

Me baje caminando hacia Shibuya, por una calle muy comercial. Llegué a un cruce que en la guía decía que era uno de los más frecuentados del mundo, y es verdad que era impresionante ver la marea humana que se formaba cuando se ponían los semáforos en verde para los peatones.

Empezó a llover otra vez, así que me cogí el metro hasta Shimbashi, y de ahí el Yukikamome –otro tipo de metro- hasta Odiaba, que es la bahía de Tokyo. Muy comercial, y con unas vistas muy bonitas. Del Rainbow Bridge, del edificio de la televisión Fuji, de una replica de la estatua de la libertad, etc.

Por ahí anduve paseando. Para volver a casa, me cogí un ferry que me llevaba hasta Asakusa, mi barrio. Aparte de por el Rainbow Brige, pasaba por debajo de otros 13 puentes, y un altavoz te iba explicando en inglés la ruta: a la izquierda tal, a la derecha cual. Interesante.

Pronto a dormir, que al día siguiente tocaba madrugar.

3 DE AGOSTO DE 2009 – TOKYO + NAGOYA

Me levanté a las 4:30 a.m., para coger el metro a las 5. Sobre las 5:30 a.m. estaba en Tsukiji-Shijo, el mercado de pescado de Tokyo. Simplemente fascinante. En primer lugar, me acerqué a la subasta. Allá los mayoristas pujaban por los atunes congelados que estaban en el suelo. Les veías arrancar un trocito, para examinar la carne. Muy interesante. De ahí seguí a uno de esos atunes, y vi como lo llevaban a una ¨serrería¨ a limpiarlo. Y digo serrería, porque al venir congelados lo hacía con una especie de sierra electrica. Lo limpian, lo cortan en cachos, y listo para ir a las pescaderías, o restaurantes.

También me quedé fascinado con los puestos. Pasé rato en uno, y veía como el pescatero vendía los peces. Los cogía vivos, los mataba, y a la bolsa del cliente. Pero eso de matarlos es un decir, porque cuando se los llevaban en la bolsa de plástico todavía coleaban. Muerte lenta.

El trafico de carritos por el mercado es brutal, y hay que tener bastante cuidado en no molestar mucho. Me quedé también alucinado con la fábrica de hielos. Venían grandes camiones con pesados bloques de hielo, enormes. Cuando un puesto necesitaba hielos aparecían con una cesta. Pedían un bloque, que subían en la máquina e inmediatamente lo trituraban en pequeños cubitos.

Allá en el mercado me encontré con Larry, el yankee de Seattle con el que había coincidido en Fuji.

De ahí me fui a ver Imperial Palace East Garden. Pero los lunes estaba cerrado, así que dí un paseo por el exterior del Palacio Imperial, hasta, caminando caminando, llegar a la zona de Ginza. En el exterior del edifico Sony tenían montado un acuario impresionante, con una manta y peces extraños. Seguí caminando y llegué hasta Kabuki-za, un teatro de Kabuki, que es el teatro típico japonés.

Metro, y a Ryogoku, que es el barrio de los luchadores de Sumo. Veo a un par de ellos caminando, con el pelo recogido y ataviados con sus batas. Son moles inmensas, me dan ganas de pegarles un empujón pero me contengo. Entro al interior del estado de sumo, donde hay un pequeño museo, y me paso un buen rato estudiando en la televisión las diferentes técnicas.

Ryogoku se encuentra a la otra orilla de Asakusa. Así que voy dando un paseo por la ribera del río, cruzo el puente,  y llego al hotel. En la rivera del río hay un montón de homeless, pero tienen pinta de estar bastante bien organizados, mirando sus tiendas.

Como en el barrio, en el mismo restaurante por tercera vez. Me encanta. Es curioso como funciona. Tienen unas máquinas, donde seleccionas el menú. Por ejemplo menú 1, 560 yenes. Metes el dinero, pulsa el que quieres, y le das el cupón que te sale a la cocinera, que rápidamente te lo prepara. Me encanta la comida japonesa.

Tras lo cual, voy a la estación de Tokyo para coger un tren a Nagoya. Elijo la opción más barata, con trenes locales. Lo cual me lleva 6.090 yenes y 6 horas y 10 minutos:

Tren 1: Estación de Tokio (14:33) – Atami (16:07)
Tren 2: Atami (16:18) – Hamami (19:00)
Tren 3: Hamami (19:15) – Toyohashi (19:50)
Tren 4: Toyohashi (19:55) – Nagoya (20:45)

He dormido en un hotel, en un hotel-cápsula, me queda dormir en un Ryokan, que es un hotel tradicional japonés, donde duermes sobre el tatami. Busco uno en la guía, y acabo en el Kimiya Ryokan.

Salgo a cenar y a tomarme una Guinness en un bar. Está bastante tranquila la noche. Coincido con un yankee de Kentucky, que me cuenta que está de consultor de seguridad. Me cuenta que ha viajado a un montón de paises haciendo eso, y cuando le pregunto cual es el que más me mola, me dice que el que menos México ☺ Qué zoquete! Bueno, dice que por su trabajo en México se vuelve bastante paranoico.

Vuelta al ryokan, ducha, y coincido allá con un mexicano. Me cuenta que su novia es la campeona de cosplay de México,  y que ha recibido una invitación, con avión y hotel pagados, para participar en una competición que hubo el fin de semana en Nagoya. Qué caña! El no está invitado, así que anda a su aire, esperando a que acabe el certamen. Quedamos a la mañana siguiente para dar un rute por la ciudad.

4 DE AGOSTO DE 2009 – NAGOYA + KYOTO

Por la mañana quedo con el mexicano a las 8, y nos vamos a desayunar y ver el castillo de Nagoya. Quedó completamente destruido durante la segunda guerra mundial, pero lo han reconstruido, y hay un museo bastante interesante. De ahí nos fuimos a ver el museo de arte moderno, que casualmente tenía obras de muralismo mexicano, de Diego Rivera. El se fue porque había quedado con su novia, yo me fui a comer, y a la estación. Rumbo a Kyoto. Pregunté por el tren más barato -2.520 yenes- y esta vez solo tuve que hacer tres cambios ☺

Tren 1: Nagoya (14:30) – Ogaki (15:05)
Tren 2: Ogaki (15:11) – Maibara (15:48)
Tren 3: Maibara (15:59) – 17:00 (Kyoto)

Me alojo en un hostel, http://kshouse.jp/kyoto-e/index.html K´s House Kyoto. Un hostel guapísimo, y un ambiente de gala. Muy buen rollo. Me junto con un par de hermanos de Maryland en el bar, tres japoneses, un alemán, unos españoles, unos kiwis, acabamos echando un kinito en el segundo piso, con tal mala suerte que haciendo el bobo rompo una cristalera del hotel, que tuve que pagar. La nada despreciable cantidad de 50.000 yenes (525$ = 364 euros = 60.000 pesetas de las de antes). A tocateja. En fin, mejor olvidarlo. Bueno, me llevará unos días, especialmente por algún cristalillo pequeño alojado superficialmente en la espalda, que me he ido quitando en días posteriores. Uppss. Después de vivir un año en China he aprendido uno de los principios básicos del taoismo: ¨Hay que aprender a ver lo bueno en lo malo, y lo malo en lo bueno¨. Así que es una pasta gansa –lo malo- pero afortunadamente no ha pasado nada más grave –lo bueno-. Punto y final con ese tema.

5 DE AGOSTO DE 2009 – KYOTO

Ese día me lo tomé de relax, porque hacía calor, tenía resaca, y porque me había enganchado completamente a un libro, ¨Los hombres que no amaban a las mujeres¨, de la Trilogía del Millenium. Buenísimo. Así que dediqué el tiempo a leer en la zona común del segundo piso, y a hablar con la tropa.

6 DE AGOSTO DE 2009 – KYOTO

Hoy si, tocaba hacer turismo. Seguí una ruta propuesta por Lonely Planet, que incluía unos cuantos templos y parques. Unos cinco kilometrillos. De ahí me fui al Museo del Manga, y al final de la visita me puse a leer uno de ¨Las bolas del dragón¨. Nunca había sabido de que iba la serie de dibujos animados –en la ETB la daban en Euskera- y por fin me enteré un poco.

Paseito de vuelta al hostel, cena, y cuando sobre la una estaba preparado para ir a sobar… me encontré con los españoles y los kiwis de hacía un par de noches, que iban a un karaoke. También se apuntaba una venezolana que acabamos de conocer en el ascensor. Así que me animé. Estuvimos echando unas risas, cerraron, fuimos a desayunar a un McDonalds, y llegamos al hostel a las 6 a.m.

7 DE AGOSTO DE 2009 – KYOTO + OSAKA

El barco salía a las 12 del mediodía. Me daba miedo meterme en la cama, porque igual no me levantaba y lo perdía. Así que me pegué una ducha, hice la maleta, y tomé el tren a Osaka, en donde te plantas en media hora tras pagar 540 yenes.

De la estación en metro al puerto, y eso fue un infierno, porque era hora punta y había que luchar contra una marea de gente. Luchamos, vencimos,  y llegamos al puerto. Rumbo a Shanghai.

8 DE AGOSTO DE 2009 - MAR DE LA CHINA ORIENTAL

El ferry venía más tranquilo que en la ida. Conocí a una peruana que había estudiado en Japón 6 meses, y a un profesor de historia inglés fanático de las motos. Me contó que en Tokyo había visitado Motegi, y me estuvo enseñando las fotos del museo Honda en su cámara.

9 DE AGOSTO DE 2009 – SHANGHAI

A las 12 llegamos a casa, a China ☺ Quedé para comer en Shasha´s con una amiga China, Yvonne, una película malísima en el cine –C.I.Joe-, y vuelta al hogar.

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Me ha encantado Japón, es un país que merece la pena visitar. Pensaba que de alguna manera se parecería a China… pero no tiene absolutamente nada que ver.

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