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Basurde Xiao Long

Libros: ¨El misterio de la cripta embrujada¨ -Eduardo Mendoza

Libros: ¨El misterio de la cripta embrujada¨ -Eduardo Mendoza

http://www.casadellibro.com/libro-el-misterio-de-la-cripta-embrujada/1063389/2900001092116

 

Este libro es IMPRESCINDIBLE, y en caso de que andéis liados o no tengáis una librería/biblioteca a mano, ahí arriba os pongo el enlace para que lo compréis on-line. ¡No os lo podéis perder!

 

Este es otro de los libros que ha caído en mis manos por casualidad. De Eduardo Mendoza ya me había leído ¨Sin noticias de Gurb¨, y al ver este en una estantería me lo llevé a casa, sin ninguna referencia previa.

 

Al leer el prólogo del escritor me sorprendió que dijera que lo había escrito, casi de un tirón, en una semana del verano de 1977. Recordando mi reciente experiencia de dos semanas intentando escribir ficción hace unos meses, me parecía bastante pretencioso, o increible, que solo en siete días de trabajo pudiera salir algo bueno. Sin embargo no es solo bueno, sino un libro que todo el mundo debería leer. Leyéndolo batí el record de velocidad del autor escribiendo, dando con él en cinco noches.

 

Se trata de una novela de misterio, muy bien enlazada. La forma en que el autor escribe hace que leas de forma acelerada, no solo por el interés en la trama, sino por la forma en la que ¨hablan¨ los personajes y sus larguísimas frases. Aparte de los abundantes diálogos la historia es narrada siempre en primera persona por el protagonista, en un habla más cercana al genero oral que al escrito, con abundancia de absurdeces y una forma magistral. Ahí os van un par de ejemplos:

 

Pág. 34: ¨Fui apeado, cuanto más embelesado estaba contemplando el bullicio de una Barcelona de la que había estado ausente cinco años, de un preciso puntapié ante la fuente de Canaletas, de cuyas aguas clóricas me apresuré a beber alborozado. Debo hacer ahora un inciso intimista para decir que mi primera sensación, al verme libre y dueño de mis actos, fue de alegría. Tras este inciso añadiré que no tardaron en asaltarme toda clase de temores, ya que no tenía amigos, dinero, alojamiento ni otra ropa que la puesta, un sucísimo y raído atuendo hospitalario, y sí una misión que cumplir que presentía erizada de peligros y trabajos.¨

 

Pág. 43: ¨La pensión a la que me dirigí estaba cómodamente ubicada en un recoveco de la calle de las Tapias y se anunciaba así: HOTEL CUPIDO, todo confort, bidet en todas las habitaciones. El encargado roncaba a pierna suelta y se despertó furioso. Era tuerto y propenso a la blasfemia. No sin discusión accedió a cambalachear el reloj y los bolígrafos por un cuarto con ventana por tres noches. A mis protestas adujo que la inestabilidad política había mermado la avalancha turística y retraído la inversión privada de capital. Yo alegué que si estos factores habían afectado a la industria hotelera, también habrían afectado a la industria relojera y a la industria del bolígrafo, comoquiera que se llame, a lo que respondió el tuerto que tal cosa le traía sin cuidado, que tres noches era su última palabra y que lo tomaba o lo dejaba. El trato era abusivo, pero no me quedó otro remedio que aceptarlo. La habitación que me tocó en suerte era una pocilga y olía a meados. Las sábanas estaban tan sucias que hube que despegarlas tironeando. Bajo la almohada encontré un calcetín agujereado. El cuarto de baño comunal parecía una piscina, el wáter y el lavabo estaban embozados y flotaba en ese último una sustancia viscosa e irisada muy del gusto de las moscas. No era cosa de ducharse y regresé a la habitación. A través de los tabiques se oían expectoraciones, jadeos y, esporadicamente, pedos. Me dije que si fuera rico algún día, otros lujos no me daría, pero sí el frecuentar solo hospedajes de una estrella, cuanto menos. Mientras pisoteaba las cucarachas que corrían por mi cama, no pude por menos que recordar la celda del manicomio, tan higiénica, y confieso que me tentó la nostalgia. Pero no hay mayor bien, dicen, que la libertad, y no era cuestión de menospreciarla ahora que gozaba de ella. Con este consuelo me metí en la cama y traté de dormirme repitiendo para mis adentros la hora en que quería despertarme, pues sé que el subconsciente, además de desvirtuar nuestra infancia, tergiversar nuestros afectos, recordarnos lo que ansiamos olvidar, revelarnos nuestra abyecta condición y destrozarnos, en suma, la vida, cuando se le antoja y a modo de compensación, hace las veces de despertador.¨

 

La última vez que me reí tanto con una novela probablemente fue con ¨Lo mejor que el puede pasar a un croasan¨, de Pablo Tusset, otro libro que recomiendo encarecidamente. También de alguna manera el personaje sin nombre que protagoniza esta novela me ha recordado en ocasiones al de Ignatius, en ¨La conjura de los necios¨.

 

¡Ya me contaréis que os parece! 

1 comentario

Beatriz -

Buen consejo!!, Me encanta el humor inteligente de Eduardito !!!

Pues si tienes agujetas de reírte con “El misterio de la cripta embrujada”..... no te puedes perder “El laberinto de las aceitunas”, el mismo detective se topa con unas aventurillas disparatadas que pa qué contarte...
“ La aventura del tocador de señoras” tiene también unos golpes de traca.

Sí, Ignatius Relly, es un figura!, es buenísima su forma de ver la vida... ¿y esa madre?...una Santa y beata que se ganó el cielo a pulso...

Ale, pues si no tienes plan para el finde, agénciate los libros que tendrás la diversión garantizada....y no me des las gracias :-)