Donación a la policía de Yakarta
Esta mañana he ido a la oficina de tráfico a renovar el carné de conducir indonesio.
Volviendo a casa, como siempre, tráfico del infierno. He aprovechado para meterme por un carril exclusivo de autobuses, con la mala suerte de que en un semáforo el bus estaba parado… y la policía esperando a los ¨vivillos¨ como yo que nos metemos en ese carril. Honestamente pienso que esta infracción sirve para ayudar a descongestionar el tráfico, porque las motos siempre vamos más rápidos que los autobuses y al contrario que los coches nunca les hacemos ralentizar su velocidad. Pero la ley es la ley y está para cumplirla.
No había escapatoria, porque los carriles de autobús están separados por unas barreras de hormigón a ambos lados. Los agentes nos han pedido al conductor de otra moto y a mí los papeles del vehículo, que se han quedado haciéndonos aparcar en el arcén del otro sentido. Una vez ahí un poli ha empezado las explicaciones necesarias sobre la infracción cometida, cómo tenía que ir a una comisaría del centro a pagar la multa, etc. Una inconveniencia en tiempo y dinero porque ya hacer cualquier recado en esta ciudad te lleva una mañana. Así que tocaba preguntarle si se podía solucionar ahí mismo y ¡claro que sí, el poli encantado! 100.000 rupias (6.40 euros) han tenido la culpa. Después de pagarle la infracción le he preguntado al poli a ver si había recibo de la multa y me ha respondido –obviamente- que no. Así que ahí va una nueva donación a la policía de Yakarta (la última fue en marzo de este año).
Dice la expresión latina dura lex, sed lex. Éticamente lo hecho no está bien, pero afortunadamente hay situaciones en las que la aplicación del código no es tan dura, o el que tiene la responsabilidad de hacer cumplir las leyes, mirando en su beneficio, también facilita algo las cosas sacrificando la res publica. Por mi parte hago propósito de enmienda y va, ya no me meto más en esos carriles.
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