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Basurde Xiao Long

Viaje Yakarta-Ubud (Indonesia) en Honda Vario 125 cc. 23-29 marzo 2018 - 1.483km

253 fotos aquí

 

Video del viaje aquí (1h33´28¨)

 

Video del viaje por etapas:

 

Día 0 – Intro (1´21¨)

 

Día 1 (Jakarta-Cikampek) 87 km (3´14¨)

 

Día 2 (Cikampek-Pemalang) 278 km (7´01¨)

 

Día 3 (Pemalang-Rembang) 266 km (14´50¨)

 

Día 4 (Rembang-Prigen) 246 km (16´28¨)

 

Día 5 (Prigen-Bromo) 118 km (14´25¨)

 

Día 6 (Bromo-Pejarakan) 289 km (16´39¨)

 

Día 7 (Pejarakan-Ubud) 172 km (19´26¨)

 

Estas han sido mis últimas vacaciones en Indonesia por un tiempo. El 7 de junio es el último día del curso escolar 2017-18, y el 9 de junio subiré a un avión con un billete Yakarta-Madrid solo de ida. Pasaré el verano en España y en agosto empezaré una nueva aventura, enseñando español en Luanda International School, en Angola.

 

Estoy enamorado de este país y la escuela en la que trabajo ahora, Jakarta Intercultural School, es una maravilla. Soy feliz aquí, no hay duda. Pero siempre hay un ¨pero¨. Y mi ¨pero¨ es que la rutina es uno de mis peores enemigos. Me gusta ver cambios, cosas nuevas, y eso después de cinco años en un país es cada vez más difícil, las cosas dejan de sorprendente. Y es por eso que me autoimpongo una regla de 5 años máximo en un país.

 

Leí hace tiempo unas palabras de Eduardo Mendoza, en una intervención en el Hay Festival de Segovia en septiembre de 2015, y en el que sobre el tema catalán decía lo siguiente:

 

¨Para bien o para mal, soy un hombre descreído. Quiero creer que tengo principios, pero no creo en ninguna religión ni en ninguna patria. Siempre he procurado vivir fuera de mi país. Y cuando finalmente consigo echar raíces en mi nuevo hogar, busco otro a donde ir. Me gusta ser extranjero y creo estar libre del lastre de la nostalgia¨.

 

Me sentí identificado con estas palabras. Cuando finalmente consigo echar raíces en mi nuevo hogar, busco otro a donde ir, me gusta ser extranjero.

 

Lo que ya no estoy tan seguro es de estar libre del lastre de la nostalgia, y sé que voy a echar Indonesia mucho de menos. La gente de este país es la mejor del mundo, siempre con una sonrisa en la boca, con una filosofía de vida en la que continuamente se relativizan los problemas. Y es por esta razón por la que quería pasar estas últimas vacaciones aquí, despidiéndome del país y de la gente.

 

Una de las cosas que me gusta hacer en Yakarta es andar con la moto. En mi caso un scooter, una Honda Vario de 125 cc. Te da libertad y te permite acercarte más a la vida de un indonesio y ver más cosas. Ya me había hecho algunos viajes, unos más largos –Yakarta (Java) – Kalianda (Sumatra)-, otros más cortos –Pelabuhan Ratu (Java)-.

 

Con motivo de la maratón de la Antártida en noviembre de 2016 estuve en contacto con dos ONGs españolas que hacen un trabajo excelente en Indonesia, y gracias a la colaboración de muchas personas conseguimos recaudar unos 3.000 dólares para cada una.

-Proyecto Harapan trabaja en la isla de Sumbawa, y Carlos Ferrándiz su fundador ha sido recientemente premiado con el galardón ¨Héroe de Indonesia¨ por su maravillosa labor.

-Fundación Kupu-Kupu opera en Bali, y Begoña Fernández lleva ya 15 años ayudando a niños con discapacidad.

 

Mezclando todos los ingredientes pensé: ¨la mejor despedida que puedo tener de Indonesia es un viaje en moto, de Yakarta a Ubud, donando la moto a la ONG Kupu-Kupu cuando llegue a Bali¨.

 

DÍA 1 – JAKARTA – CIKAMPEK (87 km)

 

Viernes 23 de marzo de 2018, último día de curro antes de las vacaciones. Mi última clase terminaba a las 3 p.m., y poco después de las 4 p.m. ya estaba en marcha. Había reservado un hotel en Cikampek, a unos 90 kilómetros de mi casa en Yakarta, para forzarme a salir ese viernes. No sabía cuánto me llevaría hacer esos 1.300 kilómetros hasta Ubud, si tendría algún problema mecánico, etc, y el lunes 2 de abril a las 7:30 a.m. tenía mi primera clase después de las vacaciones. Con lo que para mi tranquilidad mejor salir cuanto antes.

 

En Cikampek me alojé en el Hotel Grand Pangestu. Ese Grand es más pretencioso de lo que realmente es el hotel, pero estaba bien. A las 4: 30 a.m., ¡cómo no!, me despertó la llamada a la oración desde una mezquita muy cercana. Esa es probablemente la única cosa que no voy a echar de menos cuando me vaya de este país, el ruido de los altavoces de las mezquitas. De hecho, ahora estoy escribiendo esta entrada a las 6 de la tarde, y desde casa puedo oír otra de las llamadas a la oración. Creo que todos tenemos derecho al descanso, y ese derecho ha sido violado rutinariamente durante mis cinco años de estancia aquí. Más de la mitad de las noches me han despertado esas llamadas a las 4:30 a.m., y he tenido que ponerme tapones para poder seguir durmiendo. Creo que no tiene nada que ver con religión, sino con respeto. Y si la tradición dice que tiene que ser así, pues que hagan como en la antigüedad y pongan a un tío gritando desde el minarete, que seguro que serán menos decibelios que los que tienen ahora.

 

DÍA 2 – CIKAMPEK – PEMALANG (278 km)

 

Antes de comenzar el viaje había leído algún foro sobre ir en moto de Yakarta a Bali. Los indonesios lo desaconsejaban, diciendo que era muy peligroso, y que habían muchos accidentes. Ese día vi tres –a toro pasado- y pensé, ¡madre mía, como sea toda la ruta así…!

-El primer accidente fue el de un camión, que estaba conduciendo escoltado por la policía con la cabina completamente deformada. Ni idea de cómo había podido aplastarse el techo de la cabina, pero el camión seguía circulando delante de las luces de la policía.

-En otro momento vi otro camión en el agua, en un canal a la izquierda de la carretera, con un montón de testigos alrededor. Había sucedido hacía poco. No me podía explicar cómo el camión había podido caer al agua.

-El tercer accidente fue el de una minivan que estaba volcada a la derecha de la carretera. También había pasado hacía poco. Y tampoco me podía explicar cómo había sucedido.

 

Así que ese primer día completo pensé ¨madre mía, esto es territorio comanche¨. Afortunadamente son los únicos accidentes que vi en todo el viaje. Y nunca tuve la sensación de que hubiera peligro o de que los vehículos circularan mal. Creo que fueron tres casualidades que se pusieron en mi camino para decirme ¨Castro, ándate muy al loro¨. Y ahora, mientras las imágenes de los accidentes vienen a mi cabeza sigo pensando ¨¿cómo pudieron ocurrir?¨. Porque eran difíciles de explicar.

 

En otro momento de la ruta me paró la policía, en un control rutinario. Pensé ¨Castro, prepárate para untar al guardia por cualquier cosa¨, pero no. Le enseñé el carné de conducir indonesio, los papeles de la moto, y amablemente me permitió seguir. También fue el único control de la policía que tuve, exceptuando el control rutinario tras bajar del ferry Java-Bali, que ya sabía que lo iba a tener.

 

Además los tres primeros días cayeron fuertes tormentas, de dejarte calado. Tenía dos opciones:

-parar y esperar a que escampara (lo que podría llevar horas).

-ponerme el poncho, una funda para la mochila y seguir.

 

Elegía siempre la opción 2. Cuando llueve aquí en Indonesia, siendo tropical, llueve con muchas ganas. Vamos, ¡muchas ganas! La pantalla del casco la rompí a propósito hace años, porque se bajaba sola y me molestaba. Así que conducía en la lluvia sin la pantalla del casco, y los gotones llevaban a hacerme daño en la piel de la cara. Caía tanta agua que de vez en cuando tenía que escupir todo el agua que me entraba por la boca.

 

En Pemalang pasé la noche en el hotel Airy, en Jenderal Sudirman Timur 5.

El único hotel que reservé con antelación en casa fue el del día 1 en Cikampek. Los demás los iba reservando sobre la marcha, bien el día anterior o el mismo día, con la aplicación Traveloka en mi móvil. Mi hotel no tenía restaurante, pero uno enfrente sí –Sentana Mulia Hotel- así que ahí cené y desayuné al día siguiente.

 

DÍA 3 – PEMALANG – REMBANG (266 km)

 

Por la mañana estuve dando un paseo por la playa de Pemalang, que siendo domingo estaba a tope. Me pasé también por un mercado de pájaros que había.

 

De ruta hacia Rembang pasaba por Semarang, la ciudad más grande del centro de Java, y ahí había un lugar en el que quería parar: Kampung Pelangi. Es un barrio muy colorido que se ha convertido recientemente en una atracción turística. El ayuntamiento de la ciudad invirtió unos 22.500 dólares en pintar 232 casas, de diferentes colores –cada casa con al menos tres colores-. El efectivo visual de ver un barrio así es muy interesante. El tiempo no me acompaño, y en Semarang pasé por auténticas piscinas en la carretera, zonas inundadas, donde si ponía el pie seguro que el agua cubría 15-20 centímetros. Todo el mundo las pasaba con la moto –están acostumbrados a las inundaciones-, y yo también las pasé, muy preocupado por que la moto se parara. No hay fotos, porque además caía la del pulpo.

 

El destino esa noche fue Rembang y me alojé en el hotel Fave.  

 

DÍA 4 – REMBANG – PRIGEN (246 km)

 

El hotel estaba cerca de la playa, así que antes de desayunar me acerqué a pegarme un baño. Pero la playa me engañó y no era de arena –no estaba pidiendo arena blanca paradisiaca, solo arena- sino lodo, barro. Salté de un palafito y acabé enterrado en barro hasta las rodillas. En los videos (ver minuto 2:12) y en las fotos podéis ver de lo que hablo. Cerca del hotel estaba el puerto con el mercado de pescado y me di una vuelta para ver la actividad.

 

El siguiente plan era ir acercándome a Bromo, pero me quedaba a más de 300 kilómetros y tenía que hacer una escala intermedia, que fue en Prigen.

 

El hotel allí era muy chulo, Inna Tretes Hotel, en la montaña y con buenas vistas en un día claro. Pero yo no las pude disfrutar, porque salió bastante nublado. Tenía ilusión por ver la silueta de los volcanes Arjuno y Arjuna desde allá, como indicaba la Web, pero no pudo ser. Habíamos subido de la costa a unos 820 metros, y ya se respiraba aire de montaña.

 

En el viaje solo llevaba unas zapatillas. Los primeros días llovió a baldes y las tenía caladas. Esa mañana salté a la playa con ellas y las tuve que lavar porque se quedaron llenas de barro. Por la noche cuando llegaba a los hoteles metía periódicos para que se secaran. Esa noche, cuando me quité las zapatillas, los pies los tenía como cuando te has pasado todo el día metido en una piscina, con algunas grietas profundas en la piel.

 

DÍA 5 – PRIGEN – BROMO (118 km)

 

Desde el hotel mismo se veía una cascada en la distancia, y mirando el mapa vi que había alguna otra cerca. En el viaje no llevaba guía de viajes, Lonely Planet o similar, todo lo iba mirando en Google Maps o en Internet. Me cogí la moto y visité una cascada llamada Air Terjun Putuk Truno (air terjun es cascada en indonesio).

 

Poco a poco fui tirando para el Bromo. Andaba un poco despistado y me colé en la ruta, esta vez no cogí el camino más corto como podéis ver en esta foto. Pero ningún problema, hacía ya bueno, no llovía y estaba disfrutando del camino. En una de las ciudades más grandes, Bangil, pasé por delante de un taller de Honda. Había hecho una revisión a la moto antes de salir y el aceite hay que cambiarlo cada 2.000 kilómetros. Solo había hecho 900, pero pensé ¨vamos a cambiar el aceite, que es barato y mejor prevenir que lamentar¨. Así que la Honda Vario se llevó un masaje por su excelente respuesta en carretera. Otra de las cosas de las que estaba pendiente cada día es de mirar la presión de las ruedas. Las ruedas no llevan cámara, llevan un líquido –aquí lo llaman tubeless- que tiene la ventaja de que si se mete un clavo o pinchas, la rueda no se deshincha. Tiene esa ventaja, pero el inconveniente de que si baja mucho la presión, el líquido se puede salir (lo que ya me ha pasado en el pasado). Y si te pilla en medio de la nada puede ser un problema.

 

Con la revisión pasada, listo para ir a uno de los volcanes más famosos de Indonesia, el Bromo. Fue muy curioso, porque en las paradas leía información y estaba dando vueltas a cómo visitarlo al día siguiente. Sin embargo no fue necesario romperse mucho la cabeza, porque metí la dirección de mi hotel en Google Maps… ¡y la ruta me llevó directamente por delante del Bromo! Para los que hayáis estado allá sabréis que hay una zona que se conoce como ¨El mar de arena¨ que rodea el volcán. Por ahí pasan los jeeps y los caballos que hacen la visita. Y yo, con la moto, porque Google Maps me llevó por ahí. Así que pensaba visitar el volcán al día siguiente, pero dejé la moto aparcada, me subí en caballo hasta las escaleras, y pude disfrutar del Bromo por la tarde. Cuando llegué había gente que se iba, y después me quedé bastante tiempo totalmente solo en el cráter. Ventajas de tener tu propio transporte combinado con una gran casualidad. En el volcán Kelimutu en Flores me pasó lo mismo, fui con una moto alquilada, por la tarde –casi la noche- y no había nadie, en un lugar que por la mañana para el amanecer está hasta la bandera.

 

En el Bromo me alojé en Udin Homestay, muy cerca del acceso al Bromo. Al lado está Java Café, un restaurante donde se juntan muchos turistas para cenar. Había entre ellos un grupo de cuatro españoles, dos chicos y dos chicas, pero permanecí de incógnito.

 

DÍA 6 – BROMO – PEJARAKAN (289 km)

 

Al día siguiente me levanté pronto para ver el amanecer sobre el Bromo. A las 4:30 a.m. estaba listo con la moto, y me fui a uno de los puntos altos desde el cual se divisa el amanecer. Dejé la moto en el llamado Punto Sruni, y de ahí subí un kilómetro andando hasta el mirador, con dos chicas con las que me crucé y estaban hablando español. Lo que era curioso es que hablaban español de maravilla, pero ninguna de ellas era nativa: una era brasileira y había vivido en Argentina, la otra era belga y había pasado tiempo en España.

 

Vuelta al hotel, desayuno, y en ruta a Bali. De camino me puse a mirar la presión de las ruedas, pero se había fastidiado la válvula de la rueda trasera. Pasé por otro concesionario Honda que vi de camino, pero me dijeron que o cambiaba la rueda, o iba a otro sitio donde un tío arreglaba estas cosas, que ahí no lo arreglaban. Se puso a darme explicaciones, y cuando me vio bastante inseguro sobre el destino cogió su moto y me llevó directamente. En el taller ese me arreglaron la válvula por 50 céntimos.

 

Llegué a Banyuwangi que es el puerto en el Este de Java desde el cual se cruza a Bali. Ya había cruzado ese estrecho anteriormente, cuando fui de Bali a ver el volcán Kawah Ijen en Java. También había cruzado en moto de Java a Sumatra, con lo que sabía de que iba el tema, y no tenía mayor complicación. El trayecto en ferry (pasajero y moto) costaba 24.000 rupias (1,42 euros) y duraba unos 45 minutos.

 

Al bajar del ferry tuvimos que pasar un control en el que se revisaba la licencia de conducir y los papeles de la moto. Algo muy rápido. En el caso de tener una moto alquilada sí que habría que prestar atención a esto, estar seguro de que el propietario o la compañía permite sacar la moto de la isla, y tener un papel que lo demuestre.

 

Me quedé a unos 20 kilómetros del puerto al que llegué en Bali, en un hotel muy bonito cerca del mar llamado White Sandy Beach. Para cenar me solía pedir algo de comer y una cerveza grande (aquí son tan comunes las de 330 ml como las de 620 ml). Y era curioso que siempre la cerveza era más cara que la comida. Mirando los recibos que tengo delante:

 

Grand Pangestu: Arroz frito (32.500 rupias) – Cerveza Angker 620 ml (50.000 rupias)

Hotel Fave: Hamburguesa (37.190 rupias) – Cerveza Prost (49.587 rupias)

Inna Tretes: Arroz frito (31.000 rupias) – Cerveza Bintang 620 ml (90.000 rupias)

Café Lava: Fideos singapurenses (28.000 rupias) – Cerveza Bintang 620 ml (50.000 rupias)

 

y llegando a White Sandy Beach, Menjangan Restaurant: Arroz frito (52.000 rupias) – Cerveza Bintang (50.000 rupias).

 

Único restaurante en el que la comida ha sido más caro que la cerveza.

 

DÍA 7 – PEJARAKAN – UBUD (172 km)

 

El plan para ese día era llegar a Ubud. Pero antes, una paradita en el norte, en la zona de Tedjakula para visitar a un colega australiano que tiene casa allí. Cuando le llamé estaba en un club cercano, Villa Boreh Beach Resort $ Spa, así que por allá me pase y nos echamos unas birras. Luego estuvimos un rato en su casa, que está cerca, y camino de Ubud.

 

De camino a visitar a mi colega australiano, en uno de los numerosos templos que hay en Bali, paré a echar una foto. Puse la pata de cabra en un lugar en el que había un agujero, y nos fuimos la moto y yo al suelo. No pasó nada, solo se me rompió el espejo izquierdo. Paré en un sitio a repararlo, y dentro del taller –que era enorme- se estaban celebrando peleas de gallos, algo que en teoría es ilegal, pero ni se esconde ni se penaliza.

 

En Ubud quedé con Begoña, de la ONG Kupu-Kupu, y me llevó a los bungalows que tiene la ONG allá. Son una maravilla, porque están en medio de arrozales. Una ducha y a cenar con una vieja amiga de los tiempos de Shanghai Americal School, Celia, que vi en Facebook que andaba por allá y contacté con ella.

 

DÍA 8 - UBUD

 

Al día siguiente me pasé por la ONG y vi de primera mano el excelente trabajo que están haciendo. Lo podéis ver en este video.

 

ONG Kupu-Kupu (28´39¨)

 

Está dividido en varias secciones:

-la tienda (minuto 02:02)

-los bungalows (minuto 07:45)

-el centro de la ONG y charla con Begoña (minuto 10:30)

 

Les dejé la moto, me llevaron al aeropuerto y vuelta a Yakarta, con catarrazo por los días que me ha tocado estar bajo la lluvia.

 

Ha sido una experiencia fantástica. ¡Voy a echar mucho de menos este país!

 

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Una curiosidad, a posteriori. Al hacer el papeleo para transferir la moto, me he dado cuenta de que no he pagado los impuestos correspondientes de los últimos 4 años. Aquí lo cuento Todo bien


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