Blogia
Basurde Xiao Long

Ultima semana en los Estados Unidos (5-12 de Junio de 2005)

Bueno, después de relajarnos una semanita en el crucero todavía nos quedaba una semana en los Estados Unidos. Sin embargo ya sabíamos que no iba a ser tan excitante como la anterior. En primer lugar, porque a mi me esperaba una “chapada” de campeonato. En Febrero me apunte a un master de dos años, de enseñanza de español como lengua extranjera. El primer cuatrimestre terminaba el 10 de Junio, y de 3 trabajos me quedaban por hacer dos. Así que del domingo al jueves estuve estudiando o bueno, igual mejor en la biblioteca, unas 8 horas diarias. Pero con un día de antelación, termine lo que tenia que hacer.

De todos modos, el plan para esos días era bastante bueno. Iba a la biblioteca por la mañana, Lillian me recogía para comer, vuelta a la biblioteca, y por la noche cena, juntos o acompañados. También un poco de deporte.

Cuando vine aquí hace cuatro años me dieron el certificado de profesor americano valedero por 5 años sin hacer nada, solo por pertenecer al programa. Bueno, con el C.A.P. y la licenciatura. Después del próximo año me caduca y pregunté para renovarlo, y me dijeron que al no estar en el programa y estar de profesor de español siendo informático, necesitaba un montón de créditos universitarios relacionados con el español. De ahí que me haya metido en esta embarcada, no me queda otro remedio.

Bueno, el jueves termine, y lo estuvimos celebrando con unos amigos de Lillian, luego cena en casa de sus padres, y vuelta por el downtown.

El viernes Lillian me llevo a Edisto, el pueblo donde paso su infancia. Un semáforo en todo el pueblo, y la verdad es que… rural rural. La casa donde vivió, muy bonita. De tipo colonial. Su padre es pastor, y esa casa pasa de pastor a pastor, así que le pedimos al que estaba que nos la dejara ver y estuvimos echando un vistazo.

Estuvimos también viendo la iglesia de Edisto que tiene mucha historia. Data de 1710, y eso aquí… es muy muy antiguo. Hay un coro al que se accede por puertas laterales. Bien, ese coro se construyo para que los afro-americanos que quisieran pudieran ir a misa sin tener que mezclarse con los blancos. En el cementerio Lillian me enseñó tres tumbas que estaban apartadas de las demás, y separadas con una valla. Me contó que las tumbas eran de tres mujeres yankees que habían venido al sur a ayudar a los negros. Murieron el 25 de diciembre de mil ochocientos lo que sea, al volcarse la barca en la que iban (misteriosamente?). Como eran yankees y estaban ayudando a los esclavos afro-americanos (gran delito!!!) fueron enterradas aparte.

El sábado lo reserve a hacer visitas por Allendale, el pueblo donde pase mi primer año. Allí visite a Siren, colega que pese a la distancia generacional nos une una gran amistad. Tiene ya mas de cincuenta años pero tiene una filosofía, que es la de viajar cada año a tres países nuevos que no conozca. Enseña en la Universidad y aparte en la High, que es donde le conocí, y comer con el es siempre un placer, porque te explica y te cuenta cosas de un montón de países, política, y se interesa mucho por los proyectos que le cuentas. Un alma libre, que a esas edades es difícil de encontrar.

De ahí fui a visitar a mi excasero, Ronnie Jackson, y su mujer me dijo que estaba en un campo de golf, así que para allá fuimos. Un veterano de Vietnam, del golfo y de las que haya habido en medio. Bastante colgado, pero divertido.

En el camino paramos a saludar a los Cobb, una pareja de Puerto Rico muy simpática que vende melocotones en la carretera, y que nos tenemos bastante cariño. Al marido le gusta un montón hablar de política, y eso de que Puerto Rico sea estado asociado… le sienta como a un Cristo dos pistolas. No le gusta nada ese asunto. Carmen y Roberto, Roberto y Carmen. Vaya parejita! ;-)

Y ya por ultimo, visitamos a Don Silverio, el patriarca de toda la prole mexicana que hay en los alrededores. Un hombre ya entrado en edad, que fue el que luego fue abriendo camino a generaciones posteriores. Con las gallinas por ahí rondando, nos tomamos unas chelas a su salud, y vuelta a Beaufort.

Por la noche estuvimos de juerga con Ramón y Chema por el downtown. También se animo Carl, un amigo de Lillian que vive en Hawaii, y que se había pasado dos meses viajando por el pacífico. Puedes comprar un billete por 30 días ($1000) or por 45 ($1,500) que te permite viajes ilimitados por una zona, con la condición de viajar siempre hacia poniente, volviendo directamente a tu lugar de salida hacia oriente. Puedes salir de Los Angeles, hacer una parada en Hawaii, visitar de ahí la polinesia francesa, Samoa, Tonga, Fiji, Nueva Zelanda y acabar enAustralia, por ejemplo. En esa dirección, de Este a Oeste. Si te saltas algún país, no puedes ir de vuelta. Nos estuvo contando sus viajes, cerramos los bares, y Lillian y yo acabamos en su casa escuchándole tocar la guitarra. Un fenómeno.

El domingo volvimos a Edisto, porque la iglesia de Edisto organizaba ese día consultas de dentista gratis para inmigrantes ilegales. Y allí fuimos a acompañar a un colega nuestro. De ahí a la playita, y ultima cena –muy romántica- con Lillian en los Estados Unidos.

0 comentarios