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Basurde Xiao Long

Libros: ¨Vivir¨ de Yu Hua

Libros: ¨Vivir¨ de Yu Hua

Esta semana he terminado este libro de un autor chino nacido en Hangzhou, ciudad que está muy cerca de Shanghai. Es ficción, y en el libro un hombre ya mayor le cuenta a un joven la historia de su vida. Muy interesante porque transcurre durante la segunda mitad del siglo XX, época muy revuelta en China.

 

La historia comienza en algún año de la década de los 40. El protagonista nace en una familia acomodada y disfruta –en exceso- de su situación hasta que lo pierde todo en el juego. No le queda entonces otro remedio que dedicarse a la agricultura. Sus penalidades se van sucediendo hasta el final, momento en el que se encuentra solo con la única compañía de un buey, y le cuenta sus vivencias al joven que le visita.

 

Es genial ver la transformación de este hombre desde el principio al final del libro. Aparte de ver un cambio de actitud ante la vida y su lucha humilde ante la adversidad, el libro describe muy bien acontecimientos históricos de china. Se omite por ocurrir en la infancia del protagonista la ocupación japonesa, pero si cubre la guerra civil China –donde nuestro protagonista es reclutado a la fuerza por el Koumintang-, el Gran Salto Adelante, la hambruna, o La Revolución Cultural. Sobre estos eventos del gigante asiático he leido algo, pero este libro te describe hechos puntuales, como le afectaron a su vida.

 

Extraigo algunos párrafos.

 

El Gran Salto Adelante fueron unas medidas económicas, sociales y políticas implantadas con la intencion de industrializar el país. Los habitantes de este pueblo tienen que entregar sus ollas para chatarra, para pasar a comer todos en un comedor comunal.

 

¨En el 58 se instauraron las comunas populares. Nuestros cinco mu de tierra fueron transferidos a la comuna, sólo nos quedó un huerto pequeño, delante de casa, para nuestro uso personal. El alcalde del pueblo también dejo de llamarse alcalde y se llamó jefe de equipo.

 

El jefe de equipo tocaba el pito cada mañana, bajo los olmos de la entrada del pueblo, y todos los hombres y mujeres se echaban los aperos de labranza al hombro y se reunían allí. Era igual que el ejército.¨

(…)

 

¨Quien iba a decir que, al poco tiempo, hasta la olla de casa pasó a ser de la comuna: dijeron que era para fundirla y hacer acero. Ese día, el jefe de equipo y unos cuantos más fueron de casa en casa destrozando ollas. ¨

 

Estas medidas no funcionaron y se produjo una hambruna terrible en la que murieron de entre 10 y 20 millones de chinos.

 

¨En ese momento, una bolsa de arroz era el manjar más preciado de la tierra. En casa llevábamos un mes sin probarlo. ¡Qué contentos nos pusimos!  Tanto, que no se puede explicar. Pedí a Fengxia que llevara a Jiazhen a casa inmediatamente, mientras yo iba por Youqing. Lo encontré tumbado junto a la laguna: acababa de llenarse el estómago de agua.

-       ¡Youqing! ¡Youqing! –lo llamé.

El crío volvió apenas la cabeza y me respondió medio desmayado.¨

 

La Gran Revolución Cultural Proletaria empezó a partir de 1966.

 

¨Cuando estalló la Revolución Cultural en la ciudad, las calles estaban abarrotadas de gente, cada día había peleas, incluso muertes. En el pueblo no nos atrevíamos a ir a la ciudad. En comparación con la ciudad, el pueblo era mucho más tranquilo. Todo seguía igual que antes. Lo único es que por las noches no había quien durmiera de un tirón. Las últimas directivas supremas del presidente Mao siempre llegaban a las tantas, y el jefe de equipo salía a la era a tocar el silbato. Nada más oírlo, todo el mundo se levantaba a toda prisa y acudía a oír la radio¨.

 

Estuvo dirigida contra altos cargos del partido e intelectuales a los que Mao y sus seguidores acusaron de traicionar los ideales revolucionarios por ser partidarios del camino capitalista. En el libro, el alcalde del pueblo no sale bien parado:

 

¨En la ciudad, la Revolución Cultural iba arreciando. Había dazibao por todas partes. Los que los pegaban en las paredes eran unos gandules: pegaban los carteles nuevos sin arrancar los viejos, y se formaban capas cada vez más gruesas, como si a los muros les hubieran salido bolsillos a reventar por todas partes. Hasta pegaron uno en la puerta de la casa de Fengxia y Erxi. Dentro, hasta la jofaina llevaba impresas consignas del venerable presidente Mao. En la funda de la almohada ponía: ¨Nunca olvidéis la lucha de clases¨; en la sábana: ¨Avancemos contra viento y marea.¨ Erxi y Fengxia dormían todos los días encima de las palabras del presidente Mao.

 

Cada vez que iba a la ciudad y veía alguna muchedumbre, yo la evitaba. Allí había peleas todos los días. Varias veces vi cómo pegaban a alguien hasta dejarlo tendido en el suelo sin poder levantarse. No me extraña que el jefe de equipo ya no acudiera a las reuniones. A menudo la comuna enviaba a alguien a anunciar alguna asamblea de cargos de tercera categoría, pero él no iba nunca.

 

- En la ciudad muere gente todos los días- me dijo una vez en privado-, estoy acojonado. Hoy por hoy, ir a la ciudad a una reunión es meterse en el ataúd.

 

El jefe de equipo se quedaba en el pueblo sin ir a ninguna parte, pero sólo pudo pasar así unos cuantos meses de tranquilidad. Él no iba, pero vinieron a buscarlo. Ese día, estábamos trabajando en el campo, y vimos venir desde muy lejos una bandera roja ondeando al viento. Era un grupo de jóvenes guardias rojos. El jefe de equipo también estaba en el campo.

 

- No vendrán por mí, ¿no? –me dijo todo encogido, con el corazón en vilo, al vernos venir.

 

Una chica encabezaba la comitiva de guardias rojos.

- ¿Por qué aquí no hay consignas ni dazibao? –preguntó a gritos-. ¿Y el jefe de equipo? ¿Quién es el jefe de equipo?

 

El jefe de equipo se apresuró a dejar la azada y presentarse.

- ¡Camarada general! –la saludó con reverencias.

La joven sacudió el brazo con fastidio.

- ¿Por qué no hay consignas ni dazibao? –repitió.

- Sí que hay consignas –dijo el jefe de equipo-, hay dos. Están pintadas en la pared trasera de aquella casa.

La chica no tenía pinta de tener más de dieciséis o diecisiete años, pero trataba a nuestro jefe de equipo con mucha arrogancia, mirándolo apenas de reojo.

- ¡Id a pintar consignas! –ordenó a unos guardas rojos que llevaban cubos de pintura.

Los guardias rojos corrieron hacia las casas del pueblo a pintar consignas.

- Reúne a todo el pueblo –ordenó la chica al jefe de equipo.

El jefe de equipo se apresuró a sacar el silbato del bolsillo y a pitar con todas sus fuerzas. La gente que estaba trabajando en otros campus acudió corriendo.

- ¿Quién es el terrateniente aquí? –preguntó a voces la chica cuando estuvo prácticamente todo el mundo reunido.

Todo el mundo me miró, y me temblaron las piernas. Menos mal que el jefe de equipo dijo:

- Al terrateniente lo ejecutaron al principio de la Liberación.

- ¿Tenéis campesinos ricos? – preguntó ella.

- Había uno –dijo el jefe de equipo-, pero hace dos años que murió.

- Entonces, ¿tenéis algún dirigente seguidor del capitalismo?

- Esto es un pueblo pequeño –dijo el jefe de equipo componiendo una sonrisa-, ¿cómo va a haber dirigentes seguidores del capitalismo?

La chica señaló al jefe de equipo, tocándole casi la narid.

- ¿Y tú qué eres?

- Soy jefe de equipo, soy jefe de equipo –repitió él espantado.

- ¡Tú eres el dirigente que ha tomado la vía capitalista!  -gritó ella de repente.

- No lo soy, no lo soy, no la he tomado… -dijo el jefe de equipo agitando las manos aterrorizado.

La chica no le hizo caso.

- ¡Os está imponiendo un regimen reaccionario! ¡Os atropella y oprime! ¡Debéis alzaros y rebelaros! ¡Debéis aplastar a este lacayo!¨

 

Sin conocer la historia reciente de China esta novela es muy interesante. Conocer un poco lo que ha pasado aquí en los últimos 66 años le añade el plus de poder interpretar los hechos que van sucediendo.

 

En cualquier caso, disfrutaréis seguro de este libro.

 

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