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Basurde Xiao Long

Libros: ¨Un inglés de piel oscura¨, de Carolyn Slaughter.

Libros: ¨Un inglés de piel oscura¨, de Carolyn Slaughter.

Dice así la contraportada:

 

¨India, 1920. Un país exótico, diferente y voluptuoso que lucha por liberarse de la garra colonial británica. Isabel, joven y recién casada, llega huyendo de la dolorosa huella que la Gran Guerra ha dejado en su vida. Ahí se dejará llevar a una apasionante y peligrosa relación con Samresh, un doctor indio educado en Oxford que vive en una profunda encrucijada.

 

En vez de ocultar su amor, Isabel y Sam deciden vivirlo en libertad. La devoción que sienten el uno por el otro les llevará a lo largo y ancho del grandioso país, y hasta los límites de su propio coraje.

 

El erotismo, los conflictos raciales y políticos, la sed de venganza y los exuberantes paisajes se funden en esta hermosa novela ambientada en los últimos días del Raj. Basada en una historia real, es la impresionante narración de dos vidas y un amor capaces de romper las fronteras entre razas¨.

 

Sobre la escritora:

 

¨Carolyn Slaughter nació en Nueva Delhi, India, y pasó la mayor parte de su juventud en el desierto de Kalahari. Es autora de ocho novelas más y de las memorias Before the Knife. Vive en Estados Unidos.

 

Un inglés de piel oscura está basada en las experiencias que la abuela de la autora vivió en la India¨.

 

Algunos extractos que me han llamado la atención:

 

Este primero narra la llegada de la protagonista a India. Como señora de un militar inglés tiene personal de servicio y aquí se describe cómo cada uno tiene asignada una tarea y no se pueden salir de ella porque estarían entrando en el campo de otro (el sistema social de castas influye). Así se lo cuenta Joseph, su sirviente:

 

¨Me sentía tan mal que no me quedaba más remedio que ser práctica. Llamé a Joseph en el momento en que regresó. Cuando lo tuve delante, la logística de nuestra relación quedó clara: si me sentaba, tenía que ponerse en pie; si caminaba, iba varios pasos detrás de mí. También me dio detalles sobre mi nueva vida: haría la compra en el bazar todos los días, porque de lo contrario me estafarían. Prepararía las cuentas y me las presentaría para que las inspeccionase. Serviría de enlace con el cocinero, que confeccionaría menús diarios para mi aprobación. Las comidas las prepararía siempre el cocinero, excepto en caso de acuerdo previo. Joseph contrataría a un jardinero, un barrendero y una doncella para mi cuidado personal. El problema parecía ser que determinadas tareas iban con ciertas personas, y no era posible saltarse las normas. El barrendero podría barrer dentro pero no fuera y sería una persona de casta muy inferior, que sólo podía tocar la escoba. El mali era un intocable, y yo necesitaba acordarme de prescindir de sus útiles de jardinería y evitar incluso pisar su sombra, y así hasta el infinito. Qué extraña e imposible manera de vivir, dije, abrumada.

     No, memsahib, sonrió Joseph, se lo aseguro, es muy sencillo, aténgase a las reglas y no habrá ningún problema. El sahib es sahib. El intocable es intocable. El hindú es hindú. El brahmán es brahmán. El musulmán es musulmán. Bien sencillo, ¿no es cierto?

     Conseguí que Joseph redujera el personal auxiliar al mali y al barrendero y añadí que pensaríamos en la doncella más adelante. El dhobi se presentaría todos los días a recoger la ropa sucia y la devolvería limpia. Contábamos además con un sastre, y los distintos vendedores acudirían cuando se los llamara. Aparecerían flores todas las mañanas y dispondría de jarrones y tijeras de podar. Se me permitiría arreglarlas, pero no cortarlas. Cualquier cosa que quisiera se podría conseguir. Cualquier deseo podía satisfacerse¨.

 

Al final del libro hay un glosario de términos en hindi que se emplean en el libro y que son comunes en el inglés de la India.

Mali: jardinero

Sahib: tratamiento de respeto para un hombre europeo.

Mensahib: tratamiento de respeto para una mujer europea.

Dhobi es lavandero. Son palabras que los que vivimos en india utilizamos cuando hablamos en inglés, porque han traspasado idiomas.

 

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En una carta que escribió Sam a Isabel me llamó la atención lo siguiente:

 

¨Pero ahí nos encontramos con otro dilema. Por una parte Gandhi aboga por boicotear los centros docentes coloniales, mientras que Tagore dice que eso es absurdo porque no hay suficientes centros nacionales. El rechazo por parte de Gandhi de Occidente sólo puede llevar a un nacionalismo estrecho y chovinista, en lugar de desembocar en alguna forma de universalismo que sirva para unir lo mejor de ambas civilizaciones, pero ¿qué demonios importa todo eso cuando Sammy sencillamente no quiere volver a casa?¨.

 

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En marzo de 2008 anduve por Pakistán. Volé desde Dubái a Lahore y mi idea era ir por carretera hasta Peshawar, una ciudad en la frontera con Afganistán que por lo que había leído es fascinante. Tenía el avión de vuelta comprado, Peshawar-Dubái, sin embargo la situación en aquella época en Pakistán andaba bastante revuelta, fueron varios los que me recomendaron que no viajara de Lahore a Peshawar, con lo que decidí perder ese vuelo y pasarme a India. Así lo contaba en mi blog:

 

¨Estuve dándole vueltas a lo de quedarme en Pakistán e ir hacia Peshawar, desde donde tengo el avión de vuelta, o cruzar la frontera y seguir mi viaje por la India. La familia de la alumna en Pakistán me recomendó no ir a Peshawar. Dijeron que está demasiado cerca de Afganistán y la guerra siempre salpica. Mi idea de ir a las montañas tampoco parece muy buena, ya que existen tribus fuera del control del gobierno paquistaní –tienen como fueros-, que no son nada hospitalarias con los visitantes. Vamos, que no somos bienvenidos. Después de ver tanto segurata armado, tanta poli, hablar con el boxeador sonado y ver las caras –no muy amigables- en el bus de vuelta de Wagah, decido investigar la opción India¨.

 

Es una ciudad que tengo que visitar un día, todo lo que leo sobre ella me parece fascinante. Este párrafo está contextualizado en la India pre-Independencia (Peshawar todavía era parte de India, no de Pakistán) pero el espíritu de la descripción que se hace de esa ciudad en el libro, en mi imaginación, no difiere mucho de lo que sería hoy en día:

 

¨Nos sentamos en el límite de la zona de los bazares de Peshawar y bebimos un té verde, con cardamomo y limón, llamado quwa. Dijimos muy poco, sentándonos lo más cerca que nos permitió nuestro atrevimiento, tocándonos con los pies. Peshawar, que separa la India de Afganistán, China y Rusia, es una ciudad de bazares y fortificaciones, extrañamente surrealista, como sucede con las ciudades fronterizas. Íbamos a pasar el fin de semana en una casita de las afueras que nos prestaba un amigo de Sam. Para llegar allí necesitábamos encontrar algún medio de transporte, lo que resultó difícil porque la ciudad bullía de actividad e intriga. Una variedad agresiva de oficiales británicos destinados a la frontera se paseaba por las calles, y oficiales rusos, anglófobos y desdeñosos, se pavoneaban entre los pastunes, haciendo tratos, intercambiando información. Se había producido otro incidente y no tardarían en llegar las represalias. Todas las tiendas vendían armas blancas, ametralladoras y munición; el opio cambiaba de manos en los puestos de la calle; niños de corta edad llevaban mensajes de abogados; tratantes de caballos hacían trotar ejemplares de Kabul y sementales abisinios por las calles manchadas de excrementos, insistiendo en ventas rápidas. Personajes sospechosos fumaban en las esquinas. Se tenía la sensación de que la justicia despiadada y el rodar de cabezas era lo que primaba, todo muy cerca del hospital de la Cruz Roja y del fuerte británico. Parecía que el ejército de Su Majestad controlaba la situación, pero se tenía la sensación de que era todo un engaño, y de que las cosas podían cambiar en cualquier momento. Los guerreros afganos paseaban por las calles con sus ropajes, barbas y turbantes negros, los ojos oscurecidos con kohol, hermosos y espectaculares como actores. Había oído que podían sobrevivir indefinidamente sin comida ni agua y caminar además durante semanas, y que solo se detenían para lavarse con polvo las manos y la cara y purificarse así para la oración. Agentes políticos y espías llenaban el bar de un hotel venido a menos llamado Dean´s. En el césped de delante de la fachada se servía té con sándwiches de pepino. Comerciantes rusos discutían con los indios, un individuo de manto rojo paseaba un teckel con una cadena de oro y las inevitables vacas se bamboleaban calle abajo, al igual que los nómadas de Beluchistán con sus camellos cargados de alfombras maravillosas. No había mujeres, aparte de dos prostitutas con burkas polvorientos, apoyadas en puertas, los ojos brillantes de fatiga, hambre y desesperación. Me acordé de Gloria y, durante un momento doloroso, creí verla acuclillada en el polvo cerca de un puesto donde vendían armas de fuego. Me acerqué y descubrí en los ojos de aquella mujer una mirada tan vacía que la creí ciega. Se movió y extendió las manos para pedir bahsís: en el regazo llevaba un bebé muerto. Sam le dio unas monedas; la expresión de su rostro era tensa. Aquí arriba, dijo, todo se reducía a tierra, oro y mujeres. Ahora no queda más que guerra, terrorismo y rapiña de tierras. Da lo mismo quién esté al mando, porque una vez que han terminado los combates y la gente de la localidad ha muerto o está mutilada, todo el mundo se sienta a esperar que llegue un dinero para la reconstrucción que nunca llega¨.

 

En el glosario define bahsí como ¨propina, gratificación¨.

 

A partir de aquí spoiler, así que si vas a leer el libro no continúes.

 

En la dedicatoria pone:

¨Para mi abuela Anne Webb.

No más finales tristes¨.

 

Antes de comenzar la historia hay una nota de la autora que dice:

 

¨Esta novela está libremente basada en la vida de mi abuela materna, Anne Webb, que se fue a vivir a la India a raíz de la Guerra Europea. Cuando tenía treinta años la ingresaron en un manicomio llamado Ranchi, donde permaneció hasta la independencia de la India. Luego la trasladaron a un hospital psiquiátrico de Inglaterra, en el que vivió hasta su muerte en 1985. Fue allí donde la conocí, después de haberla creído muerta durante muchos años¨.

 

En la dedicatoria pone ¨no más finales tristes¨, y efectivamente en la novela los protagonistas, después de pasar penalidades, llegan a un final feliz. Lo que no ocurrió en realidad, desafortunadamente.

 

He disfrutado leyendo la novela y me ha permitido seguir aprendiendo cosillas sobre este fascinante país que es India.

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