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Basurde Xiao Long

Libros: ¨La isla de la mujer dormida¨ -Arturo Pérez-Reverte-

Libros: ¨La isla de la mujer dormida¨ -Arturo Pérez-Reverte-

El 8 de octubre se publicó esta última novela de Arturo Pérez-Reverte. Mis colegas Mon e Iriarte llegaron de visita a Delhi el 26 de ese mes, así que les pedí que me la trajeran.

 

Dice así la contraportada:

 

¨Buscaba los labios del hombre con los suyos, húmedos de sal.

-¿Tienes frío? -preguntó él.

-No, no… Tengo miedo.

-¿A qué?

-A cuando te hayas ido y esto se borre de mi memoria.

Presionó contra él su cuerpo goteante; y Jordán, mojada la ropa, la acogió entre los brazos, estrechándola muy fuerte.

-Maldito seas, capitán Mihalis -susurró ella de pronto.

Tardó él un momento en comprender.

-Sí -dijo al fin.

Alzó el rostro para contemplar la bóveda celeste, que parecía haber descendido para instalarse en torno a los dos y su abrazo, envolviéndolos hasta el final de los tiempos. Como si estuvieran solos en la última noche del mundo¨.

 

¨Abril de 1937. Mientras en España transcurre la Guerra Civil, el marino mercante Miguel Jordán Kyriazis es enviado por el bando sublevado para atacar de modo clandestino el tráfico naval que desde la Unión Soviética transporta ayuda militar para la República. En la base de operaciones, una pequeña isla del mar Egeo, la vida del corsario español se cruzará en turbio triángulo con la de los propietarios, el barón Katelios y su esposa: una seductora mujer madura que busca, con fría desesperación, el modo de escapar a su destino¨.

 

Sobre el autor:

 

¨Arturo Pérez-Reverte nació en Cartagena, España, en 1951. Fue reportero de guerra durante veintiún años y cubrió dieciocho conflictos armados para los diarios y la televisión. Con más de veintisiete millones de libros vendidos en todo el mundo, traducido a cuarenta idiomas, muchas de sus obras han sido llevadas al cine y la televisión. Hoy comparte su vida entre la literatura, el mar y la navegación. Es miembro de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores de Marina de Francia¨.

 

Esta novela me ha parecido un poco lenta al principio, pero el final es frenético y el interés por conocer el desenlace te mantiene en tensión hasta el final. Novela en la que aprendes cosas sobre cómo pudo ser la guerra civil española, fuera de nuestro territorio, y donde en el mar griego se enfrentan los dos bandos.

 

El principal protagonista es del bando nacional, aunque sin ideología. Parece que le ha tocado estar ahí y lo asume sin más. Y como el meme que vi hace tiempo, empatizas con este personaje del bando fascista. En el meme salía un hombre feliz y decía: ¨cuando ves a un león cazando una cebra en un documental de leones¨. Y luego al lado el mismo hombre con cara triste y la frase ¨cuando ves a una cebra cazada por un león en un documental de cebras¨.

 

La novela, cómo no, trata sobre los temas que le interesan al autor: valor, amor, caballerosidad, lealtad, …

 

Extraigo aquí unas frases de las muchas que me han llamado la atención:

 

¨El hombre que lo esperaba estaba donde debía estar. Era de esos en los que nadie repara si no los busca: traje gris, sombrero gris, rostro gris. Perfecto para pasar inadvertido entre la gente. Pero Jordán lo buscaba. Se lo habían dicho ocho días antes, cuando embarcó en Cádiz: aguardará a ese lado de la Aduana, con un ejemplar de L´Orient doblado en un bolsillo y uno de Le Jour en el otro. Su nombre no tiene la menor importancia¨.

 

¨Pies de puta turca, pensó Katelios. Y era curioso, concluyó. No lo excitaba la visión de aquel cuerpo -hacía demasiado tiempo, o al menos no directamente-, pero sí la idea turbia, el concepto. La imaginó con otro hombre y sintió crecer el deseo. Tal vez aquel marino grande y rubio que acababa de irse. Al fin y al cabo no habría sido la primera vez. Algunos, pensó con sangre fría, tenemos la facultad de adivinar futuros recuerdos¨.

 

¨Se quedaron callados mirando la playa y las gaviotas que planeaban sobre la lancha y rozaban el agua en busca de peces. Jordán enroscó el capuchón de la estilográfica y metió los documentos en una cartera de cuero.

-¿Desde cuándo se gana la vida en el mar?

Entornó los párpados el otro, calculando despacio. Todo, confirmó Jordán, lo hacía así, asegurándose antes de cada movimiento y cada palabra. Difícil suponerle al veterano contrabandista una improvisación o una imprudencia.

-Desde los doce años que embarqué en un pesquero. Eso son treinta y dos.

Con doce, pensó Jordán. A la misma edad que ahora tenía su hijo, Ioannis Eleonas había salido al mar a ganarse la vida. Dos años antes que él mismo.

-¿Y de dónde es? -quiso saber-. ¿De una de esas islas?

-No, de Focea… Está cerca de Esmirna, en la cosa turca. A mis padres y hermanos los mataron el año catorce -lo dijo con naturalidad, sin dramatismo, e hizo otra pausa fatalista-. Yo tuve suerte, estaba en el mar. Me salvé por eso.

Suspiró Jordán.

-Un lugar duro, esta parte del Mediterráneo.

Pareció pensarlo el otro, cual si nunca se lo hubiera planteado de ese modo.

-Todos los lugares lo son, tarde o temprano, antes o después -concluyó-. Ustedes los españoles lo están demostrando con su patria. Y también esa Europa a punto de estallar.

Lo había dicho con un amigo de sonrisa que no desmentía su acostumbrada seriedad: una mueca resignada ante las evidencias. Sólo pueblos muy antiguos y sabios, se dijo Jordán, eran capaces de sonreír así¨.

 

¨-Salí al mar siendo un chiquillo, como le dije -comentó inesperadamente Eleonas -. Mi padre y mi abuelo eran pescadores y contrabandistas, igual que todos por aquí. Mi abuelo murió en un naufragio con sus hermanos y cuñados, y a mi padre lo mataron los turcos. Tengo pocos recuerdos de él, pero algo le oí decir que no olvido nunca.

     Se había puesto en pie. No era Eleonas proclive a confidencias, así que Jordán prestó especial atención a lo que decía. Hablaba ahora más despacio, casi pensando cada palabra antes de pronunciarla.

     -Una vez al año, decía mi padre, el diablo celebra su cumpleaños… Y ese día es mejor no salir a la mar.

     Aún permaneció callado un momento más. Estaba ante Jordán como demorando el irse: sombra maciza e inmóvil recortada en los alfilerazos luminosos de las estrellas.

      -Todo consiste, kapetánie Mihalis, en saber qué día cumple años el diablo¨.

 

¨Miraba el mar y la playa. Al cabo se descolgó del hombro la escopeta para dejarla a sus pies, apoyada en una piedra grande. También se desciñó la canana con el conejo. Jordán observó que la sangre le había manchado el pantalón, pero no parecía importarle.

     -Luché en una guerra griega, en caballería. En Tesalia, año noventa y siete, los turcos me hirieron en un pulmón.

     -Vaya… ¿Grave?

     -Lo suficiente para hacerme pensar. Allí me di cuenta de algo: un hombre al que ves sorprendido porque va a morir es que no ha comprendido nada -se volvió de repente hacia Jordán-. ¿Está de acuerdo?

     -Podría estarlo.

     -Fue esa certeza lo que cambió mi vida, me parece. La herida también ayudó a simplificarla, pues quedé inútil para el servicio. Quise alejarme: a este lado del Mediterráneo todos se odian de un modo ancestral, histórico. Se odian por patrias, por razas, por religiones. Y en cuanto alguien olvida quién es su enemigo, se apresuran a recordárselo… No hay forma de poder que no se base en el odio al otro.

     Metió una mano en un bolsillo de la chaqueta y sacó una pipa que traía ya cebada. Tras prender un fósforo protegiendo la llama con el hueco de la mano, la encendió con parsimonia. Lo hizo sin dificultad, pues no soplaba ninguna brisa.

     -Pese a mis antepasados y mi título -dijo entre una bocanada de humo -nunca fui monárquico, ni tampoco republicano. Había cumplido con mi nombre y patria, así que me dediqué a otras cosas, leer y viajar: Berlín, Londres, París, Montecarlo… Me convertí en un meraklis.

     Arrugó la frente Jordán.

     -No conozco esa palabra.

     -Es menos una palabra que un concepto: un hombre capaz de disfrutar del mundo, no por exhibirse sino para su íntimo placer. Atento a los detalles de la ropa, de la comida… Amigo de hacerlo todo despacio y disfrutándolo -sonrió irónico, superior-. Puede que usted ignore lo interesante que es la vida cuando decides no perderte nada de ella, pero sin apasionarte en absoluto.

     Escuchaba Jordán con sincero interés.

     -Lo ignoro, en efecto… ¿De verdad es así?

     -Lo era. En aquella época tenía dinero y tiempo para eso¨.

 

     ¨Salvador Loncar tenía noticias de que el vicedelegado del gobierno en la flota republicana, Nicasio Molina -cuota anarcosindicalista en el juego de poderes entre comunistas, socialistas y libertarios-, era poco competente para su cargo; pero le bastó recibirlo en el andén del Orient Express y acompañarlo al Pera Palace para comprobar que, además, era un imbécil. A la llegada, cuando los faquines del hotel quisieron hacerse cargo de su maleta, Molina los había rechazado con un «yo mismo la llevo, compañeros» que a los bigotudos mozos había desconcertado primero e irritado después, al ver que se les esfumaba la propina¨.

 

Yo, quizás por las lecturas anteriores de Pérez-Reverte, quizás porque me suelo encontrar en una situación de privilegio, suelo repartir bastantes propinas entre botones, conductores de tuk-tuks, gasolineras y gente que me presta algún servicio. Sin embargo esto de las maletas me suele molestar un poco, la verdad. Suele hacer que llegues más tarde a la habitación y que tengas que andar esperando a un tío, lo que no me gusta. Pero entiendo que es parte del juego.

En la visita de estos colegas hubo una situación un poco molesta. Era ya tarde después de un día largo y llegamos por la noche al hotel. Nos bajamos del tuk-tuk, pagué, y al recoger mi bolsa de la baca del vehículo vi que no estaba. ¨¡Dios, dónde está!¨Entré al hotel y el botones se había permitido cogerla y meterla, lo que no me gustó nada. Por lo menos que te avise, que te des cuenta. Y luego después de hacer el check-in en recepción lo mismo, estaba a mis cosas, dejé de mirar la bolsa un momento y ya no estaba donde la había dejado. El botones otra vez la había movido al lado del ascensor. Quedaría como un imbécil, como dice de Nicasio, pero no me moló nada. Eso sí, la propina se la siguió llevando.

 

     ¨A veces se detenía ante un edificio o un paisaje para resumir algo del lugar y su historia -corsarios medievales, comercio mediterráneo, cuatrocientos años de guerra contra los turcos-, y Jordán atendía con educada atención, convencido de que a ella le importaba contárselo como a él escucharlo. Sin embargo, pese a su limitada experiencia en esgrima social, intuía que tal vez era la convención apropiada; el camino correcto para resolver preguntas aún sin respuesta y presentimientos de lo que tal vez podía ocurrir¨.

 

     ¨Lena había puesto un disco en el gramófono del salón, justo al que se enmarcaban fotos familiares que el tiempo volvía desvaídas. Cantaba una voz de mujer:

 

            Payons-nous un petit peu de plaisir,

            nous n´en ferons pas toujours autant,

            on n´a pas tous les jours vingt ans.

 

            -¿Entiende el francés? -preguntó ella.

            -Sólo un poco.

            -No todos los días se tienen viente años… Eso es lo que dice.

            Estaba ante él, inmóvil, justo en la división entre el salón y el dormitorio, junto al panel de madera labrada en forma de hojas, flores y pájaros. Llevaba un rato mirándolo desde el punto intermedio entre antes y después de una frontera figurada, imaginaria, que ella misma hubiera establecido al detenerse en ese lugar. O quizá no tan imaginaria, decidió Jordán. Si algo resultaba fácil, era adivinar lo que ocurría; y sobre todo, lo que estaba a punto de ocurrir¨.

 

El 23 de noviembre El País publicó ¨La gran encuesta al lector español del siglo XXI¨. En una de las categorías se pregunta sobre el autor más relevante del siglo XXI. Los encuestados eligieron a Pérez-Reverte como primer candidato, con el 20% de menciones. A bastante distancia le siguen Carlos Ruiz Zafón (6%), Almudena Grandes (6%), María Dueñas (3%), Javier Castillo (2%) y Julia Navarro (2%).

 

Debo reconocer que me encanta Pérez-Reverte, y también me encanta escuchar los videos de Jesús G. Maestro, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, que es un auténtico fenómeno. Comentando esta noticia puso a todos a caldo, diciendo que ninguno de ellos hace literatura (video 53´31¨). Siempre un placer escuchar a esta eminencia. Ja, ja, estaría genial que un día por ejemplo lo llevaran a La Revuelta, a meter cañita a todo el mundo. Lo hace desde el conocimiento y la razón, por lo que es un gusto escucharle y aprender algo nuevo en cada video.

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