Libros: ¨El prisionero de Zenda¨ -Anthony Hope-.
Leído. Esto es lo que dice la reseña del libro:
¨El prisionero de Zenda es una novela privilegiada, pues pertenece a ese extraño y selecto club de los libros que nunca envejecen.
Sus ingredientes eran —y lo siguen siendo— infalibles: amores imposibles, héroes galantes, villanos inteligentes, princesas hermosas, coronas en peligro, fieles servidores… Todo ello, situado en el corazón de la Europa elegante de finales del siglo XIX: ese territorio mítico donde se cruzaban viajeros dandis realizando el Grand Tour, condesas misteriosas que tomaban las aguas en balnearios enclavados en mágicas montañas, investigadores privados tras la huella del mal en ciudades envueltas en niebla, infieles esposas fugitivas con jóvenes apuestos en el Orient Express, ladrones de guante blanco al acecho de las perlas de adineradas jovencitas que paseaban por Niza o leían a Mr. Barnabooth en la terraza de un hotel de Sorrento…
El prisionero de Zenda nació tocada por los dioses y, abriéndose paso entre grandes del género, se convirtió en una de las novelas más leídas, erigiéndose además como pionera en la creación de historias ambientadas en países imaginarios¨.
Novela entretenida. Mi recomendación es que penséis en algún pelirrojo que conozcáis y le pongáis esa cara a Rudolf, haciendo la lectura más divertida. En mi caso el protagonista era Chema el gallego.
Sobre el autor:
¨Un gentleman en Ruritania – Biografía de Sir Anthony Hope
Sir Anthony Hope Hawkins nación en 1863 en la rectoría anglicana del barrio de Hackney. Hijo del reverendo E.C. Hawkins, creció en el ambiente humilde del Londres brumoso e industrial de mediados del siglo XIX. Se formó como abogado y procurador en la Universidad de Cambridge colegiándose para el ejercicio profesional en Middle Temple. Estudió además en Marlborough y en el Balliol College de Oxford, donde en 1885 se graduó en letras clásicas. Ejerció como abogado durante algunos años, aunque su ambición era la política. De hecho, y aunque ya tenía publicados numerosos artículos y tres novelas, en 1892 se presentó como candidato por el Partido Liberal en las elecciones de South Buckinghamshire, famoso feudo conservador, sin salir elegido.
Sin embargo, dos años después de esa derrota política lo esperaba una grata victoria literaria: el éxito casi inmediato de El prisionero de Zenda. Se cumplió de ese modo una especie de dulce venganza simbólica, pues Rudolf Rassendyll, protagonista de la novela, gentleman de vacaciones por Europa Central, se ve inmerso en una intriga palaciega que lo coloca, por azar, en lo más alto de la jerarquía social que un hombre pueda soñar. Circusntancia que éste acepta con lealtad y sangre fría, como haría cualquier buen caballero victoriano inglés: sin cuestionar la autoridad de la monarquía, independientemente de la persona investida de dicha autoridad.
A pesar de todo, la frustrada ambición política de Anthony Hope permaneció intacta, y durante la Primera Guerra Mundial tendría ocasión de satisfacerla en parte, ingresando en el departamento ministerial de Ediciones e Información Pública, antecesor del Ministerio de Información, siéndole otorgado al término de la contienda el título de caballero por sus servicios distinguidos a la nación. Eso no sólo no desalentó su faceta de escritor, sino que la estimuló, por fortuna para sus lectores. El éxito de El prisionero de Zenda y su posterior continuación en Ruperto de Hentzau convencieron a Hope de la conveniencia de abandonar el ejercicio de la abogacía, convirtiéndose en novelista profesional y escribiendo hasta su muerte, en 1933, un total de 32 volúmenes, aunque ninguno tan famoso como la inmortal saga ruritana.
Por mérito propio, Sir Anthony Hope pasó a pertenecer a la brillante nómina de escritores victorianos en pleno apogeo de la novela romántica y de aventuras¨.
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