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Basurde Xiao Long

Libros: ¨El alquimista impaciente¨ -Lorenzo Silva-

Libros: ¨El alquimista impaciente¨ -Lorenzo Silva-

Recientemente me he metido con un par de libros que no he conseguido terminar:

 

-¨Una breve historia de casi todo¨, de Bill Bryson. Mi tío abuelo tuvo el detallazo de enviármelo recientemente por correo a Yakarta, porque a él le fascino. Este libro trata de acercar la ciencia al público en general, pero aun así me ha parecido demasiado científico. Con lo que tras leer unos cuantos capítulos lo he dejado en standby.

 

-¨La aventura del Muni¨, de mi paisano explorador Miguel Gutiérrez Garitano. Trata sobre sus aventuras por Guinea Ecuatorial, en cierta manera siguiendo los pasos de otro paisano ilustre, el explorador Manuel Iradier. Está bien escrito, sin embargo leer sobre viajes de otras personas me aburre bastante. Hay gente a la que eso le fascina y no hay más que ver el éxito que tiene Javier Reverte, especialista en esos menesteres, pero que a mí me costó poco borrarlo de mi lista.

 

Ninguno de los dos libros era de ficción, que es lo que me apetece leer al llegar a casa después de currar. Así que después de este par de intentos decidí asegurar la jugada y me descargué en mi Kindle ¨El alquimista impaciente¨, de Lorenzo Silva. Jugaba sobre seguro, porque anteriormente me había leído otras novelas de la serie Bevilacqua y Chamorro, dos guardias civiles encargados de resolver homicidios, y las disfruté como un enano:

 

¨La marca del meridiano¨

¨Los cuerpos extraños¨

¨Donde los escorpiones¨

 

¨El alquimista impaciente¨ había además recibido el Premio Nadal en el año 2000.

Otra novela de ¨El cartero¨ del XLSemanal que me había leído es ¨Música para feos¨, así que es un autor conocido que sé que no va a defraudar.

 

Recientemente, con el lío de Cataluña, le he visto además varias veces en la tele dando su opinión sobre el conflicto y da gusto oírle hablar, como ya comprobé en la presentación en Bilbao de su novela ¨Donde los escorpiones¨.

 

Al lío, novela negra muy entretenida que os recomiendo. No pasará seguro mucho tiempo antes de que me ponga con las que me quedan de Bevilacqua y Chamorro:

 

-El lejano país de los estanques.

-La niebla y la doncella.

-Nadie vale más que otro. Cuatro asuntos de Bevilacqua.

-La reina sin espejo.

-La estrategia del agua.

 

Aquí os dejo unos extractos que me han llamado la atención:

 

¨La situación era comprometida. Allí estábamos, con la cabeza caliente y los pies fríos, sin saber muy bien a dónde apuntar. Había llegado al fin el momento terrible, ése en el que uno se da cuenta de que la caja de cerillas está vacía y se pregunta con qué demonios va a prender la lumbre¨.

 

¨-No importa –aseguré-. En realidad es una especie de técnica. Las mujeres tienden a relajarse con los hombres a los que creen que atraen sexualmente. Los consideran inferiores y no se protegen lo bastante. Prefiero que una mujer a la que debo sacarle información me crea atontado por sus encantos. Nunca se imagina que lo que me inspira es otra cosa.

-¿Otra cosa?

-Curiosidad. Pura y simple. Eso es lo que me produjo la viuda nada más verla. Mucha curiosidad, no lo niego. Pero la curiosidad es el sentimiento más volátil. Sólo dura mientras quede algo por descubrir. Cuando apartas el último velo, antes incluso, se agota y necesitas otro enigma. Las mujeres no deberían sentirse demasiado halagadas por los hombres curiosos. Y me temo que casi todas tienen propensión a incurrir en ese error¨.

 

¨Podía hacer tres o cuatro días que no se afeitaba, como mínimo, y en el meñique lucía un sello engastado en una argolla de oro de buen espesor. Su despacho parecía haber sido montado por uno de los hermanos Marx, y luego desordenado por otro¨.

 

¨Tiene abiertos varios procesos, algunos desde hace años. Diligencias interminables, recursos y más recursos, montañas de papel, pruebas periciales, humo que se va cubriendo de polvo en las estanterías de los juzgados correspondientes.

            Me impresionó aquella metáfora casi conceptista de Valenzuela. Su tupé un poco rojizo estaba demasiado bien peinado, y siempre me cuesta prever que un hombre demasiado bien peinado pueda ser ingenioso¨.

 

¨Trinidad era un hombre con la cabeza en su sitio. No me hizo soportar las niñerías que me he tenido que comer con otros. Si se acaba, pues se acaba. Nada de no puedo vivir sin ti y gilipolleces por el estilo. Todos podemos vivir solos. Todos vivimos solos.

            Patricia constató aquella verdad terrible con especial indiferencia, y tras hacerlo quedó en silencio, contemplando su árbol¨.

 

¨-¿A qué esperamos? –preguntó Pereira.

-A su abogado.

Pereira se cruzó las manos a la espalda. Suspirando, dijo a Egea:

-¿De qué cree que le va a servir el abogado? Si es para que no le demos, aquí no le damos a nadie, hombre. Y si es para que le salve, a quien debería llamar es a su mago, si también tiene uno. Ande, no sea fantasma y no nos haga perder el tiempo, que aquí nadie ha comido todavía.

Y dicho eso, se largó, sin darle a Egea opción a responderle. Ésa era una de las más finas técnicas de Pereira. No quedarse a ver los efectos¨.

 

¨Era uno de esos tipos que se jactan de haber salido de la miseria y de haber ido subiendo peldaños sin ayuda de nadie, de un modo estrictamente autodidacta. El que se enseña a sí mismo carece de términos de comparación, y corre por ello el peligro de valorar demasiado lo que es y piensa. Al parecer, Ochaita había sucumbido a ese riesgo. A los que cuestionaban sus actitudes o sus procedimientos los despechaba sin más como idiotas o cagados, cuando no con ambas etiquetas¨.

 

¨-¿A qué clase de fuerza se refiere?

-A la de un hombre que podía empeñar su mente y su voluntad en algo y perseguirlo sin tregua. Sobre todo, sin darse tregua a sí mismo. Eso es lo más difícil. Todos nos queremos demasiado y tendemos a condescender con nuestras flaquezas al primer contratiempo. Trinidad no. Era implacable consigo mismo. Tanto que quizás se le iba la mano, a veces¨.

 

¨Sin embargo, el investigador es, ante todo, un gestor de probabilidades. Por mucha capacidad y mucho entusiasmo que se tenga, no puede correrse en todas direcciones a la vez. La única técnica factible consiste en desperdiciar la menor cantidad posible de esfuerzo, sin dejar de sondear todas las pistas que ofrecen alguna perspectiva¨.

 

¨Sería, quizá, una tara adquirida a fuerza de indagar la vida de quienes mordían el polvo, pero lo cierto era que cada día me sentía más ajeno a los triunfadores y más próximo a los humillados. No sólo era que casi siempre me cayeran mejor; también tenía un aspecto práctico. Quien busca el trato del opulento a menudo no saca nada de ello, o cosecha frutos agrios y dudosos¨.

 

¨No era aquélla la forma en la que había previsto que terminaría la entrevista: con Blanca Díez recordándome mi obligación, entera y desafiante. Pero uno ha de aceptar con deportividad que se incumplan sus expectativas, porque en el fondo eso es lo único que le da chispa a la existencia¨.

 

En una conversación del sargento Bevilacqua con el jefe de operación de la central nuclear:

 

¨-Me alegro, porque auguro que la campaña irá a peor –le advertí-. Al dueño de esos periódicos puede interesarle ponerles en medio a ustedes. Con fundamento o sin él, eso da igual. Ya sabe que quien invierte el dinero controla el producto, sea el que sea. Y si se monta bien, comprarse un periódico es como comprarse una fábrica de verdades a medida.

-Eso sí que es un lujo, y no un yate –opinó Dávila.

-Desde luego –coincidí-. El problema es que nosotros estamos atados por el secreto del sumario. No podemos ayudarles.

-Ya se moverán mis jefes donde tengas que moverse. Tampoco hay que preocuparse más de la cuenta. Al final, la gente quiere seguir encendiendo la luz, y poniendo el vídeo, y cocinando en la vitrocerámica. Incluso los de las pancartas. Por eso existimos y seguiremos insistiendo.

-A lo mejor algún día encuentran una alternativa –dudé.

-Ahora está de moda el gas natural –se rió Dávila-. Efecto invernadero a lo bestia y reservas limitadas. Y el sol y el viento y todas esas cosas sirven para poner una guinda verde, pero poco más. Si le soy sincero, la energía nuclear me intimida como a cualquiera, pero no veo otro camino. No la que tenemos ahora, porque lo de los residuos es un berenjenal. O inventan reactores limpios o nos vamos al cuerno. Han enseñado a la gente a necesitar demasiadas fruslerías. Me temo que el noventa y cinco por ciento de la población de Europa occidental aceptaría la destrucción del planeta a cien años vista si ése fuera el precio de poder seguir teniendo lavadora¨.

 

¨-Voy a hacerle una pregunta un poco peculiar, sargento, si me permite que invierta por un momento los papeles –dijo, dejando bien claro que el permiso se lo daba por concedido-. ¿Ha leído usted Guerra y Paz?

-¿Cómo dice?

-Guerra y Paz, de mi tocayo León Tolstói.

-No –repuse, sin comprender a qué venía aquello-. Lo empecé, pero lo dejé a la cuarta batalla o a la cuarta fiesta, no recuerdo bien.

-Una lástima –opinó-. Siempre pregunto esto, porque tengo la pequeña manía de dividir a la gente entre quienes han leído y quienes no han leído ese libro. Hay una raya divisoria entre quienes soportan mil quinientas páginas de sabiduría continua y quienes se rinden a medio camino. Estaba esperando sinceramente que usted estuviera al otro lado de la raya.

-Lamento defraudarle. Sólo termino los libros que me mantienen la curiosidad. Y con eso no digo que Guerra y Paz sea malo.

-Sería muy osado por su parte –ponderó-. En cualquier caso, la frase que quería citarle debe de estar por la página veinte, así que seguramente la leyó, aunque acaso no la recuerde. La pronuncia el príncipe Andréi: Querido, no puede decirse en cualquier parte lo que uno piensa¨.

 

¨-No le condene, ni se condene usted tampoco –le aconsejé-. Trinidad se metió en un lío demasiado complicado. Ésas cosas se sabe cómo empiezan, nunca por dónde salen. Y no todo el mundo es igual de fuerte.

-Trinidad era muy fuerte, se lo aseguro.

-A veces eso es aún peor que ser débil. En el límite, todo se convierte en su contrario. La virtud en defecto, la fuerza en debilidad.

-Ya. Lástima que la filosofía china nunca haya acertado a consolarme. Ni a mí ni a nadie, me huelo –se mofó Blanca, forzando una amarga sonrisa.

-La intención era buena –me justifiqué¨.

 

¨Los dos rottweilers seguían atados, aunque luchaban furiosos por romper sus cadenas. Causaba cierto nerviosismo mirarlos. Como bien señaló alguien, ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil¨.

 

He visto en Internet que hay peli de esta novela. Pero tras ver un pequeño fragmento de tres minutos he decidido que no la voy a ver, porque prefiero seguir viendo al sargento Bevilacqua y a la guardia Chamorro -en la última novela que me leí de ellos ya habían ascendido a brigada y sargento respectivamente- como me los imagino.

 

También he visto que el autor ha publicado recientemente otra novela, ¨Recordarán tu nombre¨, ambientada en una historia real de la Guerra Civil. En cuanto me termine ¨Origen¨, de Dan Brown, tendré que decidir si me pongo con esa o con la segunda de Falcó, que está al caer y también está ambientada en ese conflicto bélico. 

 

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