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Basurde Xiao Long

Libros

Libros: ¨Misión en París (Las aventuras del capitán Alatriste 8)¨, de Arturo Pérez-Reverte

Libros: ¨Misión en París (Las aventuras del capitán Alatriste 8)¨, de Arturo Pérez-Reverte

Dice así la contraportada:

 

«Sonaba la medianoche en los relojes de París cuando entraron por la puerta de Saint-Jacques cuatro jinetes tan seguros de sí mismos como el trote firme de sus caballos».

 

¨Es medianoche. Íñigo Balboa, que forma parte de los Correos Reales del rey católico, aguarda expectante la llegada del capitán Alatriste, de Francisco de Quevedo y de Sebastián Copons a París, donde se encuentra para entregar unos despachos al conde de Guadalmedina. Hace casi un año que no se reúnen, cuando acabó la arriesgada encomienda que tuvieron que afrontar en Venecia. Son tiempos complejos para Francia: desde hace unos meses, los hugonotes de La Rochela, con apoyo inglés, están viviendo un duro asedio por parte de las fuerzas francesas a las órdenes del cardenal Richelieu. Por mediación de Quevedo, Alatriste y sus amigos se ven envueltos en una peligrosa misión secreta ideada por el conde-duque de Olivares. Esta vez el objetivo es de tal magnitud, que la aventura a la que se enfrentan podría cambiar para siempre el curso de los acontecimientos¨.

 

Este libro se publicó el 3 de septiembre de 2025, nueve años después de la última entrega. Y los admiradores del Capitán lo hemos esperado con ganas. El 2 de septiembre fue mi cumpleaños y mi colega Iban tuvo el detalle de el 3 de septiembre enviármelo por Kindle. Legal, no pirata, fue entrar a mi Kindle y descargarlo, previo pago de mi colega. ¡Qué majo!

 

¡Una gozada de lectura, lo he disfrutado mucho! Normalmente suelo subrayar frases que me llaman la atención, que luego transcribo en mi blog. Con esta novela intencionadamente no lo he hecho, porque son tantas que al final iba a tener que transcribir el libro entero.

 

En las entrevistas a Pérez-Reverte he leído que todavía le queda uno en el tintero, ¡qué bien! ¡A ver si se pone con ello y lo vemos pronto publicado!

Libros: ¨Un peculiar asesinato malayo¨, de Shamini Flint.

Libros: ¨Un peculiar asesinato malayo¨, de Shamini Flint.

Dice así la contraportada:

 

¨El inspector Singh está de mal humor porque tiene que volar desde su casa en Singapur a Kuala Lumpur para resolver un enrevesado asesinato. Chelsea Liew (la famosa modelo singapurense) es acusada de matar a su exmarido; ella asegura que no lo hizo a pesar de tener un móvil: después de un virulento divorcio querían quitarle la custodia de sus hijos por una triquiñuela legal y religiosa. Singh cree en su inocencia y quiere esclarecer el crimen, pero tiene un gran problema: la policía malaya se niega a colaborar. Solo su pericia, su astucia y su inteligencia podrán ayudarle en esta intrincada situación… y algunos inesperados colaboradores que se sumarán poco a poco a su causa¨.

 

Sobre la autora:  

 

¨Shamini Flint (nacida el 26 de octubre de 1969 en Kuala Lumpur, Malasia) es una autora radicada en Singapur. Es más conocida por su serie de novelas policíacas Inspector Singh Investiga, publicada en muchos idiomas en todo el mundo. También escribe libros infantiles con temas culturales y medioambientales. Antes de convertirse en escritora en 2004, fue abogada corporativa en el bufete internacional Linklaters. Es reconocida por su labor en la promoción de productos de comercio justo en Singapur y dona parte de las ganancias de sus libros de temática medioambiental al WWF. Shamini vive actualmente en Singapur con su esposo inglés, Simon Flint, y sus dos hijos, Sasha y Spencer Flint¨.

 

¨Un peculiar asesinato malayo¨ es el primero de la serie ¨El inspector Singh investiga¨, que cuenta con los siguientes títulos:

 

1.- El inspector Singh investiga: Un peculiar asesinato malayo (2008, traducido al español en versión digital en 2023).

2.- El inspector Singh investiga: Una infame conspiración en Bali.

3.- El inspector Singh investiga: Una pandilla de villanos en Singapur.

4.- El inspector Singh investiga: Una repentina oleada de asesinatos en Camboya.

 

Los que vienen a continuación creo que todavía no están traducidos al español:

 

5.- El inspector Singh investiga: Un curioso cadáver indio.

6.- El inspector Singh investiga: Un calamitoso asesinato chino.

7.- El inspector Singh investiga: Una espantosa ejecución inglesa.

 

Estaba buscando algo para leer sobre Malasia y di con este título. Me ha parecido muy interesante y he aprendido cosillas del país. Extraigo algunos párrafos que me han llamado la atención:

 

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    ¨El inspector Singh silbó en voz baja, con los labios fruncidos.

     -¿Y este de dónde ha salido? -preguntó.

     El sargento Shukor no fingió malinterpretar la pregunta.

     -Es de familia muy rica, señor. De hecho pertenece a la realeza de Perak.

     Singh asintió con la cabeza. Nueve de los trece estados de Malasia eran antiguos sultanatos con monarquías hereditarias. Eso implicaba que mucha gente presumía de ser de la realeza o al menos estar emparentada con ella.

     -Estudió en un internado de Inglaterra y se doctoró en Psicología Criminal en Cambridge.

     -¿Entonces qué pinta aquí?

     -Dicen que le encanta este trabajo y que no quiere que lo asciendan porque serían todo gestiones y no habría labor policial. –Al inspector Singh no le extrañaba que no quisiera convertirse en un burócrata porque a él le pasaba lo mismo-. Le dejan tranquilo porque tiene muchos contactos -siguió explicando Shukor.

     Singh frunció el ceño. Él no tenía muchos contactos y sus superiores lo dejaban en paz solo cuando les convenía¨.

 

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   ¨ -¿Cómo está Dev? -le preguntó ella.

     -Bien, como siempre -respondió él a la pregunta sobre su mujer.

     -¿Sigue demasiado delgada? No como tú, deberías comer menos, ¡ya sabes lo que le pasó a mi pobre marido!

     Le sirvió una taza de té caliente bien cargado, espesado y endulzado con leche condensada, y empujó hacia él una bandeja de dulces indios mientras se lo decía…

     -¿Para qué me dices que haga dieta si me sirves este tipo de cosas? -le preguntó malhumorado el inspector.

     Solo llevaba diez minutos con su hermana mayor y ya lo estaba incordiando con el comportamiento habitual de las mujeres sijs de su generación: la capacidad de alternar comentarios insultantes con recomendaciones para mejorar su salud y su vida.

     Ella cambió de tema.

     -¿Qué haces aquí?

     -He venido a trabajar en la investigación del asesinato de un malayo porque la sospechosa principal es singapurense.

     -Lo he visto en los periódicos -comentó su hermana entusiasmada- y no me extraña que lo matara: ¡convertirse al islam para quedarse con los niños!

     -No está claro que fuera ella -señaló el inspector.

     -No digas tonterías, ¿quién iba a ser si no?

     -Eso es lo que he venido a averiguar.

     -¡Bah, estás perdiendo el tiempo!¨.

 

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    ¨Se abrieron paso hasta el hospital y aparcaron a distancia del edificio principal. El aparcamiento estaba atestado de coches, la mayoría de la marca Proton. El Proton, coche nacional de Malasia, se había apropiado de una gran parte del mercado del automóvil malayo gracias a una combinación de subvenciones e impuestos, lo que implicaba que muchos pacientes demasiado pobres para pagar un seguro de salud privado podían ir en coche a un hospital público para recibir tratamiento subvencionado. También implicaba que Malasia estuviera asfaltada con urgencia para construir nuevas carreteras por las que circular. Al parecer, cuando una persona tiene un coche «necesita» ir a algún sitio a hacer algo, reflexionó el inspector. Los días en que la vida transcurría a un agradable ritmo de kampung, de pueblo, habían quedado atrás. Ahora los malayos andaban por ahí, a toda velocidad en coches baratos tuneados, buscando un sitio a dónde ir. Su destino favorito era algún «mega-centro comercial» de hormigón, tipo búnker.

     Los dos policías dejaron atrás un montón de coches que se diferenciaban por los cristales tintados, los parachoques enormes y los tapacubos deportivos. La sala de espera principal del hospital estaba llevan de gente: los alegres visitantes de los enfermos leves y los angustiados familiares de los moribundos. La morgue era difícil de encontrar, una característica de diseño común a los hospitales de todo el mundo. ¿Tal vez para ocultar su destino final a aquellos que estaban más cerca de él?, pensó distraídamente el inspector. Singh no pudo evitar pensar que, en un hospital, era mejor disimular la proximidad de la muerte y esconder los cuerpos. Señalizar la morgue a los pacientes no ayudaba a un buen estado de ánimo para la recuperación. Sería el equivalente médico al «abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis».

     Un fibroso camillero del hospital vestido con un holgado uniforme verde devolvió al inspector Singh al presente. Estaba tratando de abrir el cajón de acero en el que se encontraba Alan Lee, y con el estrépito con el que se abre una botella de champán, se abrió el cajón. El camillero sonrió triunfante y sudoroso, con unos dientes negros y podridos. Un paquete de cigarrillos asomaba en su bolsillo superior y un ligero olor a tabaco sugería que trabajar ocupándose de los muertos no le disuadía de un hábito que aceleraría, sin duda, su llegada a los cajones. La imagen de un par de pulmones enfermos en el paquete de cigarrillos (la última de una larga retahíla de advertencias sanitarias impuestas por el Gobierno) parecía superflua en tales circunstancias. Singapur había impuesto la misma advertencia sanitaria y el inspector Singh, asqueado por las imágenes de los órganos enfermos, transfería cuidadosamente los cigarrillos de cada paquete que compraba a uno viejo y roñoso en el que solo había una advertencia verbal. Había cambiado de hábitos sí, pero solo para evitar que lo aleccionaran gráficamente. El camillero estaba hecho de una pasta más dura¨.

 

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    ¨Miró a su alrededor. Daba la impresión de que en esa ciudad los contratos de mantenimiento y paisajismo se adjudicaban a las empresas por sus contactos y no por su competencia. La acera en la que se encontraba había sido repavimentada con baldosas de diferentes formas que simulaban diseños florales. La mayoría de ellas estaban agrietadas y faltaban algunas que estaban mal colocadas o que se habían levantado debido a la intensidad del sol.

     Era imposible caminar y pensar a la vez, había que estar concentrado en todo momento para no torcerse un tobillo. En lugar de árboles frondosos que dieran sombra había palmeras plantadas a intervalos regulares: era una incorporación reciente, estaban apuntaladas con tablones de madera y tenían guirnaldas de luces enroscadas alrededor de los troncos; el cableado hacía que pareciera que los árboles estaban a punto de morir electrocutados.

     El inspector suspiró y pateó un pedazo roto de acera que sobresalía.

     -¿De quién habrá sido la brillante idea?

     El sargento Shukor se encogió de hombros, un gesto de resignación que la anchura de estos reforzó. No sería él quien defendiera las aceras rotas, no iba a jactarse del orgullo patrio en esos momentos, sobre todo cuando se acababa de dar un golpe en un dedo del pie.

     Aun así, el inspector pensaba que Kuala Lumpur tenía cierto encanto, aunque no sabía definirlo exactamente. Puede que fuera por la sensación de libertad o incluso de anarquía que le faltaba a Singapur. O quizás se trataba de la falta de respeto por la autoridad, de la ausencia de espacio físico, de la imposibilidad de dar un paso atrás y disfrutar de un momento de tranquilidad.

     Los singapurenses siempre estaban ampliando la lista de razones (por si aparecía algún malayo) por las que era mucho mejor vivir en la isla que en la península: desde la ley y el orden hasta la limpieza, desde la transparencia del Gobierno hasta la calidad de las escuelas, y siempre acababan resaltando la fortaleza económica de Singapur.

     Finalmente, el malayo acababa asintiendo como si estuviera de acuerdo con los puntos expuestos y se encogía de hombros para indicar que, aunque pudiera, nunca intercambiaría su pasaporte con el singapurense. Y si lo presionaban para que diera alguna razón recurría a esa vieja historia que en cierto modo parecía resumir todo lo negativo de Singapur: «Pero vuestro Gobierno os prohíbe mascar chicle». Dos en uno, el Estado paternalista y el Estado policial¨.

 

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   ¨ Jasper Lee, que ya había vuelto de su visita en avión a Borneo, se encontraba en una cafetería china. Su presupuesto era reducido y había dejado atrás su antiguo estilo de vida cuando renunció al negocio familiar. Estaba sentado en un taburete, delante de una mesa marrón de formica; las banquetas de cuatro patas eran de Ikea, cuyos taburetes de aluminio con asientos de plástico de colores eran más baratos que los de ratán o madera que solían adornar los restaurantes baratos. Jasper hizo un paréntesis para lamentar una baja más de la globalización que había pasado desapercibida y que nadie echaba de menos, aunque afectaba en parte al encanto que antiguamente solían tener los puestos de comida, incluso los que eran tan cutres como aquel.

     El olor del char kway teow frito y las llamas que se elevaban alrededor del wok que estaba sobre un hornillo conectado por un tubo de goma a una bombona de gas, desencadenaron una explosión de jugos gástricos en su estómago y una puñalada de acidez que le atravesó el pecho. La comida y un vaso de zumo de soja frío con hielo le saldrían por menos de cinco ringit. Jasper la iba a disfrutar mucho más que los platos cocinados con especies en peligro de extinción y con nombres vergonzosamente poéticos, que ofrecía cualquier restaurante chino exclusivo y caro.

     El cocinero se secó el sudor de la frente y unas cuantas gotas cayeron en el wok, chisporroteando sobre los bordes calientes.

-       ¿Con extra de chile? -preguntó a Jasper.

       Cuando asintió, extrajo un montoncito con una espátula de un gran recipiente de plástico y lo añadió¨.

 

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    ¨Agitó la mano en el aire para pedir la cuenta y el inspector lo fulminó con la mirada y le indicó con un cortante movimiento de cabeza que no se precipitara… Le apetecía algo de postre.

     Pero su subordinado dio unos golpecitos al teléfono: el mensaje no podía esperar. El inspector Singh sacó un puñado de ringits del bolsillo y los lanzó sobre la mesa cuando llegó la cuenta. Se despidió del viejo punyabí de larga barba blanca (como la nieve) con una inclinación de cabeza y salió con Shukor al sol abrasador, parpadeando mientras se le humedecían los ojos por la intensidad de la luz. Estaban cerca de la mezquita de Masjid Jamek o Jamek, construida en la confluencia de dos ríos que parecían desagües: eran pequeños, de color marrón fangoso y con los márgenes de hormigón. Todo el romanticismo ligado a su presencia en el corazón de Kuala Lumpur se había perdido por la necesidad de canalizarlos para evitar desprendimientos. Pero la mezquita era un edificio bellísimo, de proporciones perfectas y estilo árabe¨.

 

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    ¨El sargento Shukor, sorprendido, fue quien tuvo la última palabra a la vista de aquel móvil inesperado.

     -¿You dah gila, ke? -«¿Se ha vuelto loco?» le preguntó¨.

 

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    ¨A Chelsea Liew le brillaban los ojos y tenía las mejillas sonrosadas. Llevaba un pañuelo en la cabeza como el que usaban las musulmanas devotas para evidenciar modestia y religiosidad; era una imagen habitual en Malasia, donde cada vez más mujeres musulmanas ocultaban su cabello recogido con un manto que llegaba hasta la cintura y cubría la parte superior de su cuerpo. Coacción masculina, presión, decisión propia… era difícil saber por qué tantas habían adoptado el código islámico de vestimenta más estricto, aunque el burka completo seguía siendo muy poco común. Las ataviadas con vestidos negros amorfos, medias negras, zapatos, guantes y un velo opaco, solían formar parte de las hordas de turistas árabes enriquecidos por el petróleo que venían a Malasia a comprar ropa de diseño para llevar bajo sus túnicas negras. Chelsea Liew llevaba un pañuelo de gasa transparente con un ribete de abalorios. Su pelo asomaba de forma seductora. No era muy probable que la intención del tribunal de la sharía al exigir que todas las mujeres, musulmanas o no, se cubrieran la cabeza para comparecer ante él, fuera la de aumentar el atractivo de la portadora. Pero eso era lo que habían conseguido en el caso de Chelsea Liew: la diferencia entre cumplir una ley e interpretar su esencia quedaba clarísima con el ejemplo de su tocado¨.

 

Comparto la idea, según cómo lleven el pañuelo algunas mujeres, les puede hacer parecer más atractivas.

 

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¨Las hileras de casas adosadas se desplegaban en todas las direcciones. Al principio eran idénticas, pero sus dueños habían aprovechado los años transcurridos desde la construcción de sus hogares para expresar su individualidad. En Singapur las reformas de las casas tenían un único objetivo: aparentar riqueza. Singh había visto casas que parecían enormes, con grandes fachadas hacia la carretera, y luego la pasar a su lado otro día por un camino diferente, había descubierto que eran más estrechas que una falúa¨.

 

Aquí tuve que mirar el significado de falúa. Lo bueno es que leyendo en el Kindle no tienes más que hacer clic en la palabra y se te abre el diccionario de la Real Academia:

 

¨Quizá del ár. *falūkah.

f. Embarcación ligera, alargada y estrecha, utilizada generalmente en los puertos y en los ríos.

Sinónimos: lancha, bote¨.

 

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     ¨Los hombres que estaban sentados alrededor de la lustrosa mesa de madera, hecha con la sección transversal de un único árbol, estaban encantados. La cosa pintaba bien. La demanda de China de productos derivados de la madera era inagotable. Desde las graves inundaciones ocasionadas por el río Yangtsé años atrás, el Gobierno chino había tomado medidas severas contra la tala excesiva o ilegal en el continente. Pero eso no había frenado en absoluto la demanda de madera por parte de la enorme obra en construcción que era la China moderna. Y las autoridades (que con tanto retraso se habían hecho conscientes de la degradación de su medio ambiente) habían hecho la vista gorda a la madera de fuera del país. Como resultado los bosques primarios de toda Asia, desde Papúa Nueva Guinea hasta Borneo, se estaban talando a un ritmo que pronto supondría el fin de las grandes selvas asiáticas.

     Pero nada de esto preocupaba a los hombres de la sala: ellos estaban en el lado rentable de la destrucción y los cuatro formaban parte de la directiva de la empresa maderera de Alan Lee¨.

 

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    ¨Los hombres se dirigieron a una sala con equipamiento audiovisual. Mohammad encabezaba el cortejo, caminando con la elegancia que le proporcionaban sus largas extremidades. Shukor lo seguía en silencio con pasos amortiguados. Singh cerraba la marcha moviéndose con torpeza. Parecían un estudio de contrastes físicos, una comitiva avanzando no solo por un pasillo sino también en la cadena evolutiva. Aunque respecto a la supervivencia del más apto y a pesar de las apariencias, habría que ser muy valiente para apostar contra el inspector Singh¨.

 

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    ¨-¿Y usted qué va a hacer, señor?

     -Perderme de regreso a la oficina.

     Singh aceleró escupiendo polvo y guijarros al policía que estaba junto a la carretera. Shukor se sacudió el polvo y se fue por donde había venido.

 

El inspector Singh era un hombre de palabra: en cuestión de minutos se había perdido. Lamentaba no haber cogido un taxi, el tráfico era denso, los conductores agresivos y muchos de los vehículos parecían a punto de descuajeringarse. Singh recordó con nostalgia que en Singapur la mayoría de los coches tenían menos de diez años. El sistema impositivo hacía que fuera más rentable desguazar un coche o exportarlo y comprar uno nuevo que aferrarse a un viejo cacharro. El Gobierno intentaba que Singapur (que era una isla diminuta) no acabara siendo un aparcamiento gigante, así que invertía en transporte público y hacía que los coches fueran caros. Como consecuencia los coches eran valiosísimos y los dueños los cuidaban bien. Un coche sucio era una rareza en Singapur, por no hablar de uno viejo.

     Singh suponían que en Malasia no había tales incentivos, así que los hombres llevaban a sus familias en furgonetas destartaladas, con seis o siete niños asomados por las ventanillas saludando a los otros coches. Los vendedores ambulantes conducían viejas tartanas. Los Mercedes Benz de treinta años hacían las veces de taxis. Las motocicletas serpenteaban entre el tráfico. Pequeños coches con motores de quinientos centímetros cúbicos (básicamente motocicletas con carrocerías) circulaban por el carril rápido a velocidades homicidas. Los todoterrenos (elevados sobre neumáticos enormes) pasaban a toda velocidad. Misteriosas limusinas con cristales tintados se dirigían a sus turbios negocios. Todo era demasiado complicado para un policía de Singapur que no estaba familiarizado con la red de carreteras malayas.

     Singh se preguntó si se suponía que su vagabundeo por Kuala Lumpur (tomando desvíos equivocados y realizando cambios de sentido) era una especie de metáfora de la forma en la que se estaba desarrollando el caso. Desde luego, el caos estaba servido¨.

 

Ja, ja, yo también me he perdido por las calles de Kuala Lumpur. Este mapa muestra alguna vuelta de más que di un día al volver a casa.

 

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    ¨Estaba pasando por delante de las torres Petronas, dos cohetes gigantescos de diseño geométrico que rozaban el cielo. Recordó los rumores constantes acerca de que las torres se inclinaban hacia un lado o hacia el otro. A él le parecían bastante firmes. Al parecer, habían encargado su construcción a dos contratistas diferentes para que trabajaran lo más rápido posible en una carrera para ver quién tocaba antes las nubes. Singh esperaba que no fuera cierto. Sonaba a terreno abonado para atajos y chapuzas¨.

 

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    ¨Al fin y al cabo, en Singapur difícilmente habría aceptado trabajar por cuenta propia para una ex sospechosa de asesinato con el fin de demostrar la inocencia de alguien. Nunca habría ido a visitar a un sospechoso y luego habría permitido que un policía novato lo maltratar, por mucho que el sospechoso se mereciera una buena paliza, como era el caso de Lee Kian Min. La culpa la tenía esa sociedad tan libre y laxa de Kuala Lumpur, con aquel carácter duro y agresivo que se le había contagiado. Singh negó con la cabeza. ¿Qué le echaban al agua por estos lares? La que bombeaban a Singapur no era tan potente¨.

 

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    ¨-Te quiero -dijo Jasper sin mirarla. Ella no respondió y él no se atrevió a girarse para verle la cara. No podía soportar ver su expresión de rechazo, consternación e incluso burla. El silencio de la habitación creció hasta engullirlos a ambos, convirtiéndose en una densa niebla de palabras no pronunciadas. Fue Jasper el que volvió a hablar, más agobiado que ella por aquel silencio. El primero en declarar su amor era más vulnerable, siempre había sido así. Y su caso no era diferente-. Supongo que no lo sabías -añadió. El impulso de hablar no vino acompañado de la disciplina de detenerse¨.

 

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    ¨Ella le devolvió la sonrisa, pero solo con los labios y no con la mirada, que seguía siendo cautelosa¨.

 

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    ¨Pero Rupert se había acostumbrado al modo de vida de los penan. Para ellos la naturaleza era todopoderosa. Su capacidad de supervivencia dependía de una relación simbiótica con la selva que los rodeaba, no de una parasitaria. Rupert se preguntó por qué los parásitos que vivían en las ciudades no entendían uno de los principios básicos de la naturaleza: que los parásitos al final acababan matando a sus anfitriones. ¿Esa gente no sabía que, si seguían alimentándose, extendiéndose y creciendo, envolviendo a su anfitrión con los tentáculos de la codicia, llegaría un día en el que este ya no podría sustentarlos y, cuando muriera, ellos también lo harían? ¿No era mucho mejor el modo de vida de los penan, que no suponían una amenaza para su entorno? Su práctica del molong -no tomar nunca más de lo necesario- contrastaba radicalmente con las personas que podía ver allí abajo, que corrían de aquí para allá impulsando sus codiciosos negocios, que nunca estaban satisfechos con lo que tenían, que siempre querían más¨.

 

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    ¨Ninguno de ellos, a pesar de sus peroratas, había sugerido un tratamiento mejor que el de mantenerlo dormido para permitir que su cuerpo descansara y se recuperara del trauma de las lesiones, y cruzar los dedos para que no hubiera daños cerebrales irreversibles. Su agenda se veía interrumpida por algunos momentos de verdadero pánico cuando una máquina pitaba o cuando de repente temía que el sueño profundo de Marcus hubiera cruzado la frontera de la noche perpetua sin que ella se hubiera dado cuenta¨.

 

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   ¨El inspector Mohammad tenía claro que necesitaba avanzar en el caso. Necesitaba sacudir algunos árboles y ver qué caía¨.

 

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    ¨Chelsea ya tenía suficiente apoyo popular sin necesidad de ningún cuento sobre el retroceso en la lenta recuperación de su hijo por culpa de la brutal fuerza policial malaya. Ya le apretaría los tornillos más adelante, tal vez amenazara con acusar al chico de intento de suicidio porque legalmente seguía siendo un delito, aunque no se perseguía¨.

 

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Libros: ¨Las aventuras de Tintín – El Loto Azul¨, de Hergé.

Libros: ¨Las aventuras de Tintín – El Loto Azul¨, de Hergé.

Andaba en una época en la que no encontraba un título interesante para leer.

Justo en esta época han salido unas declaraciones de una influencer que no conozco, Marta Pombo, diciendo que hay gente a la que le gusta leer, gente a la que no le gusta, y que no pasa nada por ello. Unas declaraciones que han levantado mucha polémica.

Sin entrar en ellas, yo sí que tengo la necesidad de leer todas las noches, y a veces me encuentro leyendo novelas que no me gustan -con los años las abandono más fácilmente- o no encuentro títulos que me llaman la atención. Este era el caso reciente, así que voy a la biblioteca, me cojo un cómic -lectura fácil- y solucionado por un tiempo.

 

Afortunadamente, a la hora de escribir estas líneas, ya se me ha vuelto a ¨llenar¨ las lista de libros por los que tengo interés:

-¨Un peculiar asesinato malayo: El inspector Singh investiga¨, de Shamini Flint. Estoy a la mitad.

-La última aventura de Alatrista, que ha salido este mes.

-¨El jardín de brumas¨, después de visitar uno de los escenarios de la versión cinematográfica.

-Otro que va a salir de Ken Follett, sobre Stonehedge.

 

Guay que haya vuelto la ilusión por leer algunos títulos, después de esta época reciente un poco árida en cuanto a intereses literarios.

 

A lo que vamos. Tomé prestado de la biblioteca esta aventura de Tintín, que se desarrolla en Shanghái, ciudad en la que viví 5 años (2008-2013). Con lo que estaba familiarizado con la concesión internacional y con los fumaderos de opio de la década de los años 30 del siglo pasado, época en la que transcurre la historia. Entretenida. Ah, ¿por qué Loto Azul?¨ Es el símbolo de una organización secreta que trafica con opio y Tintín consigue desmantelar.

 

Continúo con el peculiar asesinato malayo, que me está molando.

On this day in (fictional) history – Sixty-eight years ago.

On this day in (fictional) history – Sixty-eight years ago, Niki Agarwal was born — adopted by Kanta and Manu, but the biological son of Radha. He’s one of the characters from Alka Joshi’s novel The Perfumist of Paris. Funny enough, Niki and I actually share the same birthday — just 17 years apart.

 

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¨Paris

September 2, 1974

 

I pick up on the first ring; I know it´s going to be her. She always calls on his birthday. Not to remind me of the day he came into this world but to let me know I ´m not alone in my remembrance.

    ¨Jiji?¨ I keep my voice low. I don´t want to wake Pierre and the girls.

    ¨Kaisi ho, choti behen?¨ my sister says. I hear the smile in her voice, and I respond with my own. It´s lovely to hear Lakshmi´s gentle Hindi here in my Paris apartment four thousand miles aways. I´d always called her Jiji -big sister- but she hadn´t always called me choti behen. It was Malik who addressed me as little sister when I first met him in Jaipur eighteen years ago, and he wasn´t even related to Jiji and me by blood. He has simply her apprentice. My sister started calling me choti behen later, after everything in Jaipur turned topsy-turvy, forcing us to make a new home in Shimla.

    Today, my sister will talk about everything except the reason she´s calling. It´s the only way she´s found to make sure I get out of bed on this particular date, to prevent me from spiraling into darkness every year on the second of September, the day my son, Niki, was born.

    She started the tradition the first year I was separated from him, in 1957. I was just fourteen.

 

[…]

 

    Today, I´ll make it through Niki´s seventeenth birthday in a haze, as I always do. I know tomorrow will be better. Tomorrow, I´ll be able to do what I couldn´t today. I´ll seal that memory of my firstborn as tightly as if I were securing the lid of a steel tiffin for my lunch, making sure that not a drop of the masala dal can escape.¨

 

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I loved opening the novel and finding that the very first chapter mentions the exact date of my own birth. Literature has its delightful coincidences!

 

Happy birthday, Niki — hope you enjoy it to the fullest!

Hoy en la historia, hace 220 años.

Hoy en la historia, hace 220 años.

¨Era el 2 de septiembre de 1805 cuando la fragata Diligencia abandonó la bahía de Manila. Isabel permaneció en el muelle largo rato, hasta que la embarcación desapareció en la línea del horizonte¨.

 

-A flor de piel-

Javier Moro

Libros: ¨Tintín en el Tíbet¨, de Hergé.

Libros: ¨Tintín en el Tíbet¨, de Hergé.

Me he pasado por la biblioteca de mi nueva escuela, ISKL, para ver qué tienen en la sección de español. Las novelas no me llaman mucho la atención pero sí que he visto que tienen bastantes títulos de ¨Las aventuras de Tintín¨, ¡qué bueno! Así que saqué el de ¨Tintín en el Tíbet¨. Muy guay reencontrarse con este personaje y sus inseparables Capitán Haddock y el Gran Fox terrier de pelo duro Milú.

 

Me ha gustado especialmente este título porque hacen una parada en Nueva Delhi, mi hogar durante los útimos cinco años, visitando algunas de las atracciones de la ciudad (Qtub Minar, Fuerte Rojo, Jama Masjid, Rajghat). También visitan Ka-Ka-Ka-Ka-Katmandú.

 

Me ha tenido entretenido un rato, disfrutando de su aventura. En estos próximos meses caerá seguro algún título más.

Libros: ¨Sandokan¨, de Emilio Salgari.

Libros: ¨Sandokan¨, de Emilio Salgari.

Cuando cambio de país me gusta buscar novelas ambientadas en mi nuevo destino. Eso en India fue fácil, donde la cantidad de novelas ambientadas allá es ingente, de todo tipo y época. Sin embargo, a la hora de buscar literatura sobre Malasia he encontrado muy poquito, y leyendo las contraportadas de lo publicado no me han interesado por ahora lo suficiente.

 

Buscando en las estanterías de casa encontré tres títulos, encuadernados con el mismo diseño, de la colección ¨Aventuras de Emilio Salgari¨, publicados por Ediciones Rueda:

¨Sandokan¨

¨Los tigres de Malasia¨

¨La perla del río Rojo¨.

 

Los dos primeros tratan de Sandokan, un pirata malayo.

El otro está ambientado en China.

 

Enredando en Internet, no he podido dar con el orden de lectura, si el primero es ¨Sandokan¨ y luego viene ¨Los tigres de Malasia¨ o hay que leerlos en orden inverso. He empezado por ¨Sandokan¨.

 

En ninguna de las tres novelas aparece un resumen del libro. Sí que aparece en la contraportada de las tres una biografía del autor:

 

¨Emilio Salgari nació en Verona (Italia) en 1863. Pese a que se afirma que nunca obtuvo el diploma de la Escuela Real Técnica y Náutica de Venecia y que su experiencia aventurera se limita a tres meses en el Adriático,  a bordo del Italia Una, el autor asegura haber viajado de los 18 a los 23 años por el Pacífico como segundo de a bordo y capitán de navío, viajes en los que conocería a los personajes que se inmortalizarán en su universo literario: desde un rajá desposeído (Sandokan), a uno de los primeros amores del escritor, una inglesa de nombre Eva, que se convertiría en la bella Mariana.

Casado en 1892 con la actriz Ida Peruzzi, Salgari ejerce el periodismo y escribe historias por entregas (Los misterios de la jungla negra, Los tigres de Malasia, La favorita de Mahdi). En 1898 firmó un contrato en exclusiva con Donat, que rompió en 1906 (El Corsario Negro, El Capitán Tormenta, Los Tigres de Mompracem), pero durante esta época escribió otras novelas, al parecer bajo pseudónimo. Acuciado por las deudas, con su esposa enferma, escribió diecinueve novelas entre 1907 y 1911, año en que se suicidó, pocos meses después de recluir a su esposa en un asilo, por haber perdido la razón¨.

 

Wow, interesante vida la de este escritor italiano.

 

Este título de Sandokan, la verdad, me ha aburrido bastante. No he congeniado en absoluto con el pirata.

-Tendrá sus motivos, pero me parece cruel en exceso con sus enemigos.

-Muestra un hombre perdidamente enamorado que actúa de forma completamente irracional, poniendo en peligro a sus leales hombres. Su tripulación le sigue a muerte y no entiendo por qué, porque en este título al menos no se ven ejemplos de un líder sino de alguien que actúa en su propio interés.

-Y me cansó bastante leer cómo cegado por el amor comete estupidez tras estupidez, llegando a sacrificar todo lo conseguido anteriormente. Que me parece muy bien si solo le afectara a él, pero no, las consecuencias de sus acciones se llevan por delante a muchos de sus seguidores y le lleva a perder su isla.

 

La verdad, me ha parecido un título prescindible. De estos que son clásicos por alguna razón y tienes que leer, para saber de primera mano que no merece mucho la pena.

 

Recuperaré el aliento y en algún momento me pondré con ¨Los tigres de Malasia¨, a ver si me deja mejor sabor de boca.

Libros: ¨Un capitán de quince años¨, de Julio Verne.

Libros: ¨Un capitán de quince años¨, de Julio Verne.

¿Quién me ha visto y quién me ve?

Yo, que solía ser lector de ¨novelas serias¨, ahora disfruto leyendo novelas adaptadas al público infantil y juvenil. De Julio Verne había leído ¨El faro del fin del mundo¨en formato normal, y luego ¨La vuelta al mundo en 80 días¨ y ¨Viaje al centro de la Tierra¨, adaptado para lectores a partir de 9 años. He continuado con esa idea, leyendo ahora ¨Un capitán de quince años¨.

 

La editorial que publica estos libros es la Editorial Molino como parte de la colección «Inolvidables». Otros títulos del escritor francés en estas ediciones para el público más joven son:

 

-Dos años de vacaciones.

-Veinte mil leguas de viaje submarino.

-Cinco semanas en globo.

-Viaje a la luna.

-Los hijos del capitán Grant.

-Miguel Strogoff.

-La isla misteriosa.

 

Nos pondremos con ellas en su día. Pero ya vale, leeré la traducción estándar, no adaptada al público joven.

 

Así se describe Amazon.es brevemente esta novela:

 

¨Un peligroso accidente obliga al joven grumete de quince años Dick Sand a convertirse en el capitán de su barco.

¿Cómo se las arreglará para sobrevivir con una tripulación inexperta, desastres naturales y compañeros que no son muy de fiar?¨

 

Una de las cosas que me ha gustado es que uno de los escenarios es Angola, país en el que viví dos años. Extraigo aquí algunos párrafos:

 

¨Ahora se comprenderá el sentido de las palabras que Dick Sand acababa de pronunciar: ¡El África de los tratantes y de los esclavos!

No se engañaba. El Pilgrim había encallado en el litoral de Angola, muy cerca de donde llegan las caravanas que asolan aquella parte de África. Un enorme territorio del que solamente se conoce el litoral, que se extiende desde el río Nurse al sur, hasta el río Zaire o Congo, al norte, donde se encuentran las dos ciudades más importantes: Benguela y San Pablo de Loanda, capital de la colonia portuguesa.

El interior del país resultaba casi desconocido. En 1873, cuando el Pilgrim se perdió en la costa, solo se sabía que era el principal escenario de la trata occidental a través de sus importantes mercados de Bihe, Cassange y Kazonde.

A este país había sido conducido Dick Sand, junto a una mujer extenuada de fatiga y de sufrimiento, un niño muy enfermo y varios amigos afroamericanos convertidos ahora en codiciadas víctimas para los tratantes de esclavos.

Sí, estaban en la terrible Angola, y no en la parte de la costa controlada por las autoridades portuguesas.

Su situación era francamente desesperanzadora¨.

 

¨-Pues habrá que apoderarse de esa mercancía de gran valor -sugirió Harris.

-¿Te parece muy difícil? -preguntó Negoro.

-No, compañero. A veinte kilómetros de aquí, a orillas del río Kwanza, se encuentra acampada una caravana de esclavos dirigida por el árabe Ibn-Hamis, que me está esperando para tomar el camino de Kazonde. Con esa caravana vienen más soldados indígenas, que nos ayudarán a capturar a Dick Sand y a sus compañeros. Solo falta, pues, que nuestro joven amigo decida dirigirse hacia el río Kwanza…

-¿Y crees que lo decidirá? -preguntó Negoro.

-Yo creo que sí -respondió Harris-, porque es un chico inteligente. No va a regresar a la costa por el mismo camino, porque se perdería. Creo que tratará de llegar a uno de los ríos que discurren hacia el litoral, para bajar por él en alguna balsa. No tiene otra opción y creo que le conozco.

-Sí… es posible. -respondió Negoro reflexionando.

-No digas que es posible, di que estás seguro -exclamó Harris-, acudirá a las orillas del Kwanza como quien acude a una cita.

-Pues bien -respondió Negoro-, en marcha. Conozco a Dick Sand y sé que no perderá el tiempo. Es preciso que lleguemos antes que él.

-En marcha, compañero¨.

 

¨El río Kwanza, uno de los mayores de Angola, se había desbordado durante la noche y había convertido la llanura de las termitas en un lago.

El campamento negrero estaba situado en un alto, fuera del alcance de la inundación.

Tan pronto como llegaron, Dick y sus compañeros fueron tratados como esclavos, pero con una diferencia.

Al viejo Tom, a su hijo, a Austin y a Acteón y a la pobre Nan, negros pero no africanos, se les aplicó el mismo trato que a los esclavos indígenas. Fueron unidos de dos en dos por la garganta, por medio de una pértiga de menos de dos metros de largo, ahorquillada en ambos extremos y cerrada después con una barra de hierro. De esta manera se veían obligados a marchar en línea recta, uno detrás de otro, sin poder apartarse ni a la derecha, ni a la izquierda, y para mayor precaución, una pesada cadena les unía por la cintura. Tenían brazos y pies libres para llevar fardos y caminar, pero huir resultaba muy difícil.

A Dick no lo pusieron junto a ningún otro esclavo. Era un blanco y no se habían atrevido a someterle al tratamiento común. Tenía los pies y las manos libres, pero un havildar, o capataz negrero, le vigilaba atentamente.

Así tendrían que recorrer cientos de kilómetros, perseguidos por el látigo de los havildar. Separados unos de otros y abrumados por la reacción que había seguido a su combate contra los negreros, estaba claro que no podían esperar la compasión de sus jefes¨.

 

El 20 de julio es una fecha especial, cumpleaños de una amiga, así que guardo este párrafo:

 

¨Dos días después, el 20 de julio, la Señora Weldon y sus compañeros encontraron una caravana que se dirigía hacia Emboma, en la desembocadura del Congo y que se componía, no ya de mercaderes de esclavos, sino de honrados negociantes portugueses que comerciaban con productos africanos decentes¨.

 

Una novela muy interesante, Julio Verne es garantía de éxito.

Con ganas de leerme algún título más de este gran escritor.